La Palabra se encuentra sometida a las imágenes de la naturaleza movilizada por la obligación de reactualizar las condiciones de su nacimiento. Que ella se exima de lo real, pero que le interprete a través de las imágenes a las cuales da sentido, circunscribe el campo del imaginario. Lo imaginario proyecta sobre la realidad una coherencia lógica que calca a la de la naturaleza.

La apropiación de las categorías de la reciprocidad por la sintaxis liberará la Palabra de esta sujeción y permitirá el acceso a lo simbólico puro.