La dialéctica del don se debe a la competencia por la fama más grande, y motiva así la sobrepuja de cada don.
La fórmula de la economía primitiva : Si para ser, hay que dar, para dar, hay que producir, se vuelve : Si para ser el más grande, hay que dar más, para dar más, hay que producir más. La dialéctica del don engendra así un crecimiento económico al punto que se puede hablar de “sociedades de abundancia”.
El ciclo de la producción-consumo, inducido por el don, es polarizado en sentido contrario del intercambio colocado bajo la égida de la acumulación privatizada.
La dialéctica del don puede llegar a ser totalitaria cuando impone su imaginario a la reciprocidad misma y, en este caso, se descalifica a los que no se hallan en estado de dar. Estos “excluidos” son considerados, entonces, como esclavos.