Dado que la reciprocidad es una relación intersubjetiva, surge un problema semántico cuando está mediada por un objeto simbólico. La palabra “don” se utiliza para definir este objeto, al menos para la reciprocidad positiva. Este objeto está tan estrechamente ligado a la persona que simboliza la acción que depende de ella, y se ha dicho, como hace Marcel MAUSS, que el objeto dado no se enajena (o más bien que no enajena su contenido simbólico) sino que, por el contrario, exige su devolución en forma de contra-regalo, o la sumisión del dador.
El término “reciprocidad” no se utiliza para la circulación de estos objetos, sino que, la mayoría de las veces, se emplea “intercambio de regalos” en lugar de “reciprocidad de regalos”. Esto da lugar a frecuentes confusiones, ya que, por definición, cuando se intercambia algo, no se da.