La interfaz entre la reciprocidad creativa de los valores humanos y la no reciprocidad impulsora del poder de dominación de unos sobre otros es otra contradicción sistémica que la contradicción dialéctica de los más vivos frente a los menos vivos.
En América del Sur, los colonos europeos se han beneficiado de un inmenso crédito al presentarse como los apóstoles de la Razón ; Razón que los europeos instrumentalizaron a la lógica que era necesaria para comprender y dominar las fuerzas de la naturaleza. Las comunidades indias se han aculturado en gran medida para apropiarse de los beneficios de la ciencia, pero se han dado cuenta demasiado tarde del antagonismo entre el principio fundador de su sistema económico –la reciprocidad– y el del sistema capitalista –la privatización de la propiedad. Los colonos se beneficiaron de un quid pro quo histórico [1] para apoderarse sin tropiezos de las riquezas de las sociedades indígenas.
Otros antagonismos han venido a reforzar el frente de civilización entre la sociedad occidental y las otras sociedades del mundo. Por ejemplo, el racismo. Una palabra sobre esta evidencia muy tardía : la compra y venta de las mujeres durante la colonización. En el proceso colonial este fenómeno ha sido sistemáticamente ocultado [2]. Los españoles, como todos los demás colonos europeos, franceses, italianos, alemanes o portugueses, no se apresuraron solamente por el oro. No se habla de esto en los escritos de aquella época : el tema es tabú. Pero los hombres se han apoderado de las mujeres como de oro. La invasión colonial fue motivada por la riqueza que se podía sacar del saqueo y explotación del trabajo indígena, ¡bien ! Pero en un momento dado fue necesario que los colonos transmitieran el capital a sus descendientes para dejar una marca de su gloria terrenal y darse la ilusión de que iba a perdurar más allá de la muerte. Los colonos nombraron herederos y eligieron como hijos legítimos a los hijos a su semejanza ; los otros, que se parecían a su madre, se convertían en capataces. Así se ha instaurado una “jerarquía del color”. El colonialismo es racista. Sin embargo el racismo latinoamericano se ha constituido sobre la apropiación del capital. Ahora bien, era la mujer indígena la que criaba a los niños, los alimentaba, les enseñaba a hablar, y todos los niños de América tienen una madre india a través de la educación, la tradición y el amor.
En Europa, el racismo es totalmente diferente : se ha querido racional y fundado científicamente según la opinión muy difundida de que la vida bastaba para definir la humanidad, el materialismo biológico. Y puesto que la ciencia descubrió que los caracteres morfológicos de los individuos estaban determinados genéticamente, los racistas dedujeron que los caracteres psicológicos también debían serlo. Pretendieron que las habilidades del Espíritu están determinadas genéticamente y sostuvieron que la lucha por la supervivencia implicaba la guerra entre las razas y la eliminación de las más débiles por las más fuertes [3]. Pero esta ideología tuvo que superar el hecho de que la conciencia se dijera a sí misma revelación o incluso de origen divino. La ideología racista quiso probar su nuevo postulado mediante una prueba de fuerza cuyo principio puede enunciarse de la siguiente manera : si la raza superior eliminaba a los seres humanos que dicen que la conciencia es revelación y que esta idea desaparecía, esta desaparición probaría la validez del determinismo biológico de la conciencia. Esta prueba fue llamada la Solución final. En Europa, la tesis de la revelación se basaba en la Tradición religiosa, escrita por los hebreos. El pueblo judío defiende celosamente el Libro que atestigua esta Tradición, y por eso el nacionalsocialismo lo elige como ejemplo. Inventó una raza tipo que llamó semita para definir la comunidad judía. Así el racismo europeo se convirtió en antisemitismo. La Razón venía a bloquear el antijudaísmo cristiano, que durante dos mil años, acusando al pueblo judío de deicidio, permitió al fetichismo del valor en la herencia (el racismo en sentido amplio) justificar el desprecio de los judíos. La conjunción del antijudaísmo y del antisemitismo, es decir, en el siglo XX del racismo religioso y del racismo político, llevó a los fascistas europeos a entregar a las poblaciones judías a las empresas de exterminio nacionalsocialistas. Millones y millones de hombres y mujeres y niños fueron transportados durante cuatro años por las policías europeas a las cámaras de gas industriales. El crimen contra la humanidad, preparado por el integrismo religioso, pudo materializarse gracias al materialismo biológico en nombre de la Razón científica.
Por extraño que pueda parecer, el materialismo biológico sigue influyendo bajo las apariencias del liberalismo económico. En efecto, en la sociedad capitalista, existen personas que sostienen que la vida es el principio de la economía. Su fe y su razón pretenden apoyarse en las leyes de la naturaleza. El error es evidente porque la economía se basa en los objetivos que se propone la comunidad humana. Ninguna inversión puede legitimarse entre los hombres a partir de un determinismo biológico. La ideología que esclaviza la razón al egoísmo encuentra su límite en todas las comunidades de reciprocidad donde la dignidad humana no es una función del poder de unos sobre otros sino de los valores éticos creados entre unos y otros.
Recordemos que los sentimientos de la ética nacen de la reciprocidad según el modelo de la justicia (“la madre de todas las virtudes” según el Filósofo), y que la justicia tiene esta extraordinaria propiedad de no ignorar la naturaleza, sino al contrario de aferrarlo al poder de la ética, la conciencia, por la razón. En efecto, la justicia se traduce en igualdad, y sabe cómo se crea la igualdad : el compartir. Por tanto, la Razón no puede estar subordinada a la vida (o a su lógica), porque está justificada por la Conciencia. La ideología que pretende imponer a la Conciencia relaciones de fuerza que se declaran racionales porque están verificadas por la física o la biología es una Traición de la Razón.
Quisiera retomar aquí la discusión emprendida con los responsables de AD-MAPU en Puerto Montt y Temuco en 1983. Observo bien que para Marx, la propiedad se basa en la apropiación de la naturaleza y que para el, esta apropiación es sinónimo de producción económica. Karl Marx reconoce que esta producción es originariamente obra del clan o de familias individualizadas, y la califica para ello de colectiva o privada. Observa, pues, que la propiedad de uso depende del modo de relación entre los hombres, pero no profundiza cuáles son los diversos modos de relación a su disposición : la antropología de su tiempo (la antropología de Morgan) no lo permitía. En particular, nadie había establecido todavía que todas las sociedades del mundo se constituyeran a partir del principio de reciprocidad, y que éste fuera el “umbral entre la naturaleza y la cultura”, reconocido bajo el nombre de prohibición del incesto. Sin embargo, cuando anuncia que los medios de producción escaparán a la privatización de los capitalistas, que liberarán el trabajo humano de sus limitaciones y que permitirán finalmente a todos trabajar libremente para los demás, da la clave del futuro. Su himno al trabajo recíproco es la culminación de lo que propone como objetivo de las luchas sociales [4].
Fue necesario esperar hasta mediados del siglo XX para que se demostrara que dentro del clan reina la reciprocidad de compartir, y que no existe una familia humana que no esté constituida por la alianza de dos familias, es decir, que no se base en el principio de reciprocidad. La reflexión antropológica confirmó que la apropiación de la naturaleza, ya sea colectiva o familiar, está siempre bajo control del principio de reciprocidad, es decir, del modo de relación que funda la humanidad entre los seres humanos. La razón de esto es obvia : tan pronto como sabemos que la conciencia sólo puede dar un significado universal a las relaciones económicas mediante su inserción en estructuras de reciprocidad, la apropiación de la tierra sólo puede ser recíproca entre los hombres.
El equipo dirigente de AD-MAPU ha escuchado mis argumentos para abrir un segundo frente de lucha contra el sistema capitalista, y para contemplar las comunidades de reciprocidad liberadas del capitalismo cuando disponen de la teoría de la reciprocidad, o como puestos avanzados de una sociedad post-capitalista tan pronto como pudieran desplegar una alternativa económica basada en el reparto y el mercado de reciprocidad, respondió que la urgencia era unir todas las fuerzas sociales en la lucha que, en ese momento, recurrió a la fuerza armada. ¿Frente de civilización o frente de clase ?
La alternativa propuesta en aquel momento, el etnodesarrollo, ha evolucionado mucho. La frontera de la civilización que abrazaba los límites territoriales impuestos por la colonización se ha convertido en interfaz de sistema entre territorialidades diferentes pero entrelazadas. Sin embargo, este dualismo no tiene en cuenta la situación en la que el hombre es capaz de conjugar los dos sistemas articulando uno sobre otro, porque sólo se reconocía la articulación del sistema de reciprocidad sobre el sistema capitalista. La inversa, la articulación del sistema capitalista sobre el sistema de reciprocidad apenas se vislumbra hasta hoy, aunque aparezca en Chile en los análisis como los de Guillermo Bonfil Batalla o de Bartomeu Melià publicados ya hace cuarenta años por los mapuche, y en las de Milan Stuchlik [5].
La dificultad está hoy superada por la idea de una reforma constitucional del Estado que repudiaría el lucro como criterio del crecimiento económico, protegiendo al mismo tiempo el carácter privativo [6] de la propiedad, es decir, el derecho de cada uno a crear valor mediante su trabajo de manera responsable frente a la sociedad. Para ello, parece necesario respetar íntegramente el concepto de propiedad. La propiedad universal es inalienable y no puede ser mutilada de su función de uso. La propiedad de las condiciones de existencia que simbolizan los cuatro elementos (agua, aire, fuego y tierra) es un derecho universal. La propiedad de su techo para una familia es un derecho inalienable, la propiedad común a las familias aliadas en una misma aldea es un derecho inalienable, la propiedad territorial de una comunidad étnica, los recursos que el Estado requiere para toda la sociedad son derechos inalienables. Estos derechos son los de la vida, y son imprescriptibles no sólo para los hombres sino para todos los seres vivos. Ahora bien, si la reciprocidad es la condición de la génesis de la conciencia común entre los hombres, entonces el derecho a la reciprocidad es el primero y el más fundamental de los derechos de la vida humana. Desde el momento en que la noción de uso rehabilita el derecho de propiedad a nivel de la familia, del municipio, de la etnia o del Estado, el término de propiedad privada, si se quiere conservarlo, debe definirse en el sentido de propiedad privativa, es decir ordenada a su función social, y no en el sentido de privatizada es decir de privación del derecho de los demás, y el trabajo debe estar protegido por leyes que excluyan que su uso pueda ser enajenado según las condiciones impuestas por otros. ¿Pero eso es suficiente ?
Debemos profundizar la crítica revolucionaria que se contenta con llamar a los hombres a unirse para afrontar el sistema capitalista en su propio terreno. No niego que la lucha armada pueda liberar territorios del dominio capitalista, pero ¿qué alternativa ofrece para estos territorios liberados ? La única que se imaginó (la colectivización de los medios de producción) resultó ser un error : la confusión del colectivo y del comunitario. El colectivismo niega el principio fundamental de todas las comunidades sobre el cual Marx mismo fundaba el futuro : el trabajo recíproco (cuyo ngillatun es la celebración ritual entre los mapuche). Pero el colectivismo se derrumbó por sí solo.
La desaparición del colectivismo ha desconcertado las luchas anticapitalistas. La ideología liberal que se esforzó por luchar contra la ideología fascista y nacionalsocialista, y al mismo tiempo contra el colectivismo en nombre de la responsabilidad y de la libertad individual, reina hoy sola, pero oculta la cuestión de fondo, porque desnaturaliza la estructura de reciprocidad que engendra la responsabilidad de cada uno frente a los demás, sustituyendo la noción de valor por la de precio y la noción de reciprocidad por la de libre comercio.
No le faltan argumentos para justificar esta opción. Recordemos los más fuertes : 1°) El liberalismo fue el baluarte de la libertad y de la responsabilidad cuando fueron reprimidas por el colectivismo soviético, aniquilación confirmada por la autocrítica de los comunistas mismos (la Perestroika de Mijaíl Gorbachov). 2°) En muchos pueblos de comerciantes, tanto en África como en Asia, el provecho es la regla de la ascensión social porque está sometida a una ética engendrada por la reciprocidad de parentesco o religiosa. Parece entonces posible someter en un régimen democrático a la razón al poder del más fuerte en nombre de una ética personal (ética cristiana, por ejemplo, que ordena invertir capital al servicio de la sociedad… 3°) El provecho fue el único medio de conquistar un espacio de libertad para los que huían de sus condiciones de esclavos, o de siervos en los sistemas de reciprocidad desigual, y por lo tanto su condición de supervivencia. 4°) Por último, el principio mismo de la democracia permite elegir el egoísmo como ideal mientras otros puedan emigrar a otro lugar si eligen otro ideal, sin pretender por tanto su eliminación. Algunos, por ejemplo, adoptan la competencia vital como el resultado de su progreso individual a la manera del deportista que quiere probarse a sí mismo que es capaz de superarse por un récord. 5°) El sistema capitalista puede autorizar e incluso alentar a los obreros a ayudarse mutuamente siempre que esta colaboración beneficie al capital. Aunque muchos se dan cuenta de que se trata de un mercado de tontos, el cinismo y la hipocresía también pueden intervenir con el egoísmo para hacerlo más eficaz. Hay que recordar aquí que las ideologías racistas, fascistas, nacionalsocialistas y antisemitas se adornaron con las virtudes más altas : ¿no exaltaba el fascismo el valor en nombre de la solidaridad ligada a una identidad colectiva, y el nacionalsocialismo no predicaba las calidades intelectuales ideales (del superhombre) fijadas a una identidad genética ? El capitalismo, a su vez, se viste con la libertad de empresa y los valores individuales que exige.
Así, todas estas buenas razones pueden justificar el crecimiento indefinido de la producción capitalista mientras se desarrolle en medio abierto y los recursos no tengan límite. Y si la libertad no es más que la expresión más alta de la vida, la correlación entre los individuos puede pretender asegurar el crecimiento general de la sociedad.
Sin embargo, todos los pueblos de la tierra que han sido fascinados por la Razón según la definición de la sociedad occidental se han sentido traicionados por el uso que ha hecho de ella la explotación colonial. El resentimiento de los pueblos engañados y arruinados levantó ejércitos. El comunismo les propuso una alternativa. La contuvo en el colectivismo. El capitalismo ha triunfado.
Pero los tiempos cambian. Muchos hombres ya no tienen la posibilidad de emigrar ni de construir las condiciones de su existencia, o se les niegan los medios porque el sistema del crecimiento ilimitado del capital bajo el impulso del lucro ha encontrado sus límites con los del planeta.
Un sistema basado en el principio de la vida solo es posible en un mundo abierto donde los recursos son ilimitados. En un entorno cerrado es condenado.
No es solo la Conciencia la que se rebela contra el sistema capitalista, es la Naturaleza la que pone fin a su crecimiento.
El hombre primitivo (el hombre desnudo) no estaba separado de la naturaleza y no se apropiaba de la tierra ; hacía cuerpo con ella y, en el mejor de los casos, abría un claro en el bosque con el hacha de piedra. Pronto puso la tierra a su servicio y le enajenó su fuerza de trabajo mientras la tierra producía más de lo que recibía : una mazorca de maíz por un grano de maíz. Se convirtió en el auxiliar de una relación de reciprocidad entre el trabajo del hombre y el de la vida. La puesta en producción de la tierra permite definir la propiedad por su uso y el disfrute de su producto (usus y fructus).
La reciprocidad y la complementariedad entre producciones diversificadas conducen al reparto y al mercado, a la venta y a la compra de equivalentes de reciprocidad. Y el intercambio multiplica el mercado en las fronteras de la comunidad de reciprocidad. Así las comunidades pueden comerciar con el extranjero. Sin embargo, el mercantilismo no destruye la economía natural. La transmite. Si el campesino tradicional utiliza en lugar del hacha de piedra la motosierra para abrir el claro en el bosque, consagra aún parte de su trabajo al ciclo económico natural, pero la acumulación monetaria le permite disponer de una mayor libertad de elección en sus adquisiciones. Deja de estar en la situación primitiva de dar su fuerza de trabajo a la naturaleza para que le devuelva el céntuplo porque invierte en el capital monetario al que pide producir beneficios como lo pedía a la tierra. Se apropia del capital monetario como se apropiaba del capital tierra. Se integra en un sistema bancario que multiplica su economía monetaria : sin embargo, la economía monetaria implica aún la reciprocidad en el seno de la sociedad, aunque también suscita la competencia entre sus miembros por el poder, mediante la acumulación de valor de intercambio. Pero si el hombre primitivo hacía cuerpo con la naturaleza y el hombre histórico se ha desprendido parcialmente de ella, el hombre moderno no cuenta más que con el conocimiento (la tecnología) con el fin de un crecimiento indefinido del capital donde el vínculo con la naturaleza se ha vuelto insignificante.
¿Qué ha pasado ? ¿Dónde está la Traición de la Razón ?
Antes de la revolución burguesa, la reivindicación de la propiedad se entendía como la de la propiedad individual para deshacerse del dominio del señor al que estaba anteriormente esclavizada. La lucha contra la servidumbre fue motivada por esta reapropiación de la tierra por parte de quien la trabaja, por la conquista de la propiedad, por la liberación del usus del abusus del dominus (el amo), pero cuando la burguesía tomó el poder, se arrogó el abusus. Cambió el significado de la palabra privado que significaba individual para los campesinos y los obreros, y la propiedad se privatizó por la sociedad anónima de la burguesía. La burguesía capitalista define como derecho universal no la propiedad sino la privatización de la propiedad. Desde entonces redistribuyó el derecho de abuso de los privilegiados a todos los que en la lucha generalizada entre unos y otros se mostraban más hábiles para acumular la nueva forma del poder, el valor de intercambio fetichizado en el precio de las mercancías.
El fetichismo del valor se explica por la reificación del valor en un significado objetivo. El trabajo humano fue representado en la fuerza de trabajo que se podía obtener a costa de su reproducción biológica (el salario). Y se justificó la explotación del hombre por el hombre. Cuando la propiedad fue mutilada de su uso social por su privatización, la libertad fue sometida a la arbitrariedad del más fuerte. El usus fue reemplazado por el abusus y el fructus por el lucro. Bajo el pretexto de libertad (arbitraria) y democracia (capitalista) la burguesía instituyó una jerarquía de poder sobre la acumulación del valor de intercambio, el capital. Así pues, se cruzó un umbral por aquellos que se apropiaron de la propiedad de los medios de producción y de la fuerza de trabajo de los demás. Constituyeron una sociedad en la sociedad, la sociedad capitalista. La fraternidad fue reducida a la solidaridad de clase y la conciencia revolucionaria obligada a la lucha de clases.
Pero la competencia entre capitalistas (la disminución tendencial de la tasa de lucro) obligaba a la ampliación del mercado, a la concentración de las empresas, a la reducción de los costes de producción entre los que se contaba en adelante el coste de la fuerza de trabajo. Un sistema así debía colapsar por falta de consumidores solventes, por la sobreproducción inducida por la competencia. Fue la Primera guerra mundial seguida inmediatamente de la revolución de octubre (1918) y luego la “Gran crisis” (1929). El capitalismo tuvo que conceder al proletariado una parte de beneficio para que el crecimiento del capital continuara : el "poder adquisitivo". El abusus se relativizó en beneficio del usus y del fructus. Fue la hora del capitalismo con rostro humano llamado de las Treinta gloriosas al día siguiente de la Segunda guerra mundial. Pero no es menos cierto que el consumo permaneció bajo el control del provecho capitalista, cuyo crecimiento está siempre cegado por la lucha por el poder.
Estrechemos más de cerca esta ideología ultraliberal : si se considera que la conciencia, la razón y el pensamiento son atributos de la vida (el materialismo biológico de Lévi-Strauss, por ejemplo), la economía capitalista se convierte lógicamente en la economía de lo vivo. La energía psíquica se considera una fuerza productiva al servicio de la vida de la sociedad. Pero esto es lo que plantea la pregunta : la vida permite transformar la energía en materia viva, y la subordinación del pensamiento a la vida tiene como consecuencia una sobredeterminación sin límites de esta transformación de la energía en relaciones de fuerza entre los vivos. Ahora bien, para que la vida pueda seguir sacando de la naturaleza los recursos que le son necesarios, el sistema de explotación de ésta debe necesariamente permanecer abierto : la energía transformada en materia viva debe ser ilimitada ; de lo contrario, la vida se ve obligada a devorarse a sí misma, a destruir sus formas más primitivas para alimentar sus formas más evolucionadas. Y observamos esto ante nuestros ojos cuestionando la subordinación del pensamiento a la vida : en el siglo pasado, la combustión de los concentrados fósiles de la materia orgánica (el carbón y el petróleo) no era más que una señal del proceso que hoy se acelera. La destrucción de formas esenciales de vida, como el bosque en la tierra o el plancton en el mar, ya no es solo un signo, sino un síntoma. La desaparición acelerada de la biodiversidad es más que un síntoma : obliga a un diagnóstico. Así, la ideología liberal debe afrontar los límites de la tierra que ponen fin a todo crecimiento biológico ciego a menos que conduzca a la guerra.
El capitalismo es apoyado por personas para las que el destino del planeta no importa, y que pueden decir : que los que se interesan por la humanidad se ocupan de él, porque por nuestra parte, nuestro objetivo es disfrutar de la vida tanto como está en nuestro poder. Aceptan la idea de que para sobrevivir la humanidad pueda autodestruirse (la guerra biológica o física les parece posible). Es el fantasma de las personas que subordinan el pensamiento a la vida, y utilizan la vida como poder, es el fantasma de los herederos del racismo y del antisemitismo. El imaginario del capitalismo es la lucha de una forma de vida más eficaz contra una forma de vida menos eficiente. El error está aquí en la confusión de la vida espiritual y de la biología. La interfaz entre la reciprocidad creadora de los valores humanos y la no reciprocidad del poder de dominio de unos sobre otros es una contradicción sistémica distinta de la contradicción dialéctica del más vivo con el menos vivo, pero es más fundamental.
La ciencia es ahora formal en este punto : la energía psíquica es distinta de la de biología. La vida del Espíritu es la capacidad de la conciencia de liberarse de todo determinismo, incluida la diferenciación biológica. Se caracteriza por una autonomía (la libertad) que algunos dicen todavía sobrenatural porque reservan el adjetivo natural a las fuerzas físicas y biológicas, pero que en realidad es intrínsecamente constitutiva de la naturaleza al igual que la energía física y la energía biológica. La relación de reciprocidad entre los hombres que fundamenta la sociedad no es una interacción física o biológica, sino una relación basada en el principio de reciprocidad. Y esto es lo que dice la resistencia de los mapuche a la colonización durante la celebración de su rito fundador : el ngillatun.
La próxima generación no podrá evitar la catástrofe anunciada si no pasa la página del capitalismo como las anteriores han pasado la página del racismo y del fascismo. La propiedad de los medios de producción no es solo el tema de la lucha de clases ni del sistema de producción basado en la privatización de la propiedad, sino del sistema de producción basado en el modo de relación de los hombres entre sí que permite a la Conciencia emerger en la naturaleza como libre y soberana. En esta línea de frente todo el mundo puede reconocerse al signo de la reciprocidad generalizada que todas las comunidades del mundo llaman fraternidad. Y esto debe estar consagrado en la Constitución.
[1] D. Temple, El Quid-pro-quo histórico (1997), reedición en Teoría de la reciprocidad, 1a ed. La Paz, 2003, 2a edición revisada : Lulu Press Inc., 2024.
[2] Leer por ejemplo : Macarena Perusset (Universidad de Buenos Aires, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas), “Guaraníes y españoles. Primeros momentos del encuentro en las tierras del antiguo Paraguay”, Anuario del Centro de Estudios Históricos, Córdoba (Argentina), año 8, n° 8, 2008, pp. 245-264. Bartomeu Melià dice al respecto : « Según el mecanismo colonial, la amistad y “cuñadazgo” no podía sino derivar hacia el abuso y la violencia. La mujer guaraní es convertida en “pieza” económica, criada, brazo agrícola y procreadora de nuevos brazos. (Nota 3 : Cf. Branislava Súsnik (1965), El indio colonial del Paraguay I. El guaraní colonial, Asunción : 10 ; y también Silvio Zavala (1977), Orígenes de la colonización en el Río de la Plata, México : 144-146). Dejaron de ser ofrecidas a los “cuñados” y entonces fueron cautivadas y sacadas de sus aldeas y casas en expediciones que llamaban “rancheadas”. Refiriéndose al Paraguay, decía Juan Matienzo : “y el que iba tomaba por fuera la mujer y las hijas del cacique o de otros principales, las más hermosas que hallaba, y si estaban criando algunas criaturas las dejaban sin haber quien les diese leche…” (Nota 4 : Juan Matienzo, Gobierno del Perú. París-Lima (1967 : 292), cit. por Zavala 1977 : 136). La mujer “pieza” pasó a ser vendida, comprada, trocada o jugada en una mesa de naipes. La documentación al respecto, sobre todo a partir de 1545, es abrumadora y continua ». Bartomeu Melià, “Las Identidades que vienen del Colonialismo”, Diálogo Indígena Misionero, Coordinación Nacional de Pastoral Indígena, noviembre 2016/ n° 73/ Año XXIV, Asunción-Paraguay (p. 18).
[3] Esta ideología fue imposible en Estados Unidos porque los hombres tuvieron que tomar a sus mujeres de los pueblos indígenas y sus hijos eran todos mestizos. El racismo latinoamericano es, pues, muy diferente de la ideología europea.
[4] « Supongamos que producimos como seres humanos : cada uno de nosotros se afirmaría doblemente en su producción, el sí mismo y el otro. En mi producción, realizaría mi individualidad, mi particularidad ; experimentaría, al trabajar, el goce de una manifestación individual de mi vida y, en la contemplación del objeto, tendría la alegría individual de reconocer mi personalidad como una fuerza real, concretamente aprehensible y que escapa a toda duda. En tu goce o en el empleo de mi producto, yo tendría el goce espiritual de satisfacer con mi trabajo una necesidad humana, de realizar la naturaleza humana y de suministrar, para la necesidad del otro, el objeto de su necesidad. Tendría conciencia de servir de mediador entre tú y el género humano, de ser reconocido y sentido por ti como un complemento de su propio ser y como una parte necesaria de ti mismo, de ser aceptado en tu espíritu como en tu amor. Tendría, en mis manifestaciones individuales, la alegría de crear la manifestación de tu vida, es decir, de realizar y afirmar en mi actividad individual mi verdadera naturaleza, mi sociabilidad humana (Gemeinwesen : esencia común). Nuestras producciones serían otros tantos espejos en los que nuestros seres irradiarían del uno al otro. En esta reciprocidad, lo que sería hecho desde mi lado lo sería también del tuyo ». Karl Marx, Œuvre, Vol. II, Economía y filosofía (Manuscritos de 1844), I. Notas de lectura, §. 22. “La producción humana”.
[5] Y otros… La cuestión no es sencilla. La historia reciente de las Comoras puede servirnos de ejemplo. Se trata de una sociedad constituida a partir de inmigrantes procedentes de diferentes comunidades de reciprocidad (indias, malgaches, africanas) donde el principio de reciprocidad florece en todas partes. Sin embargo, el archipiélago se dividió en una isla, Mayotte, que decidió integrarse en Francia, y las demás islas, las Comoras, que optaron por la independencia. Las Naciones Unidas han reconocido que Mayotte pertenece al archipiélago de las Comoras. Pero Francia se apoya en la voluntad de los mahoreses anclada a los intereses adquiridos por su integración en la sociedad francesa, porque el derecho francés les concede grandes ventajas y además les da acceso a relaciones de reciprocidad elegida siempre que contribuyan al desarrollo del propio sistema capitalista. Al convertirse en francés, el mahoreses puede convertirse en médico, jurista o matemático, promociones ya casi imposibles a los demás Comoranos. Mejor aún, el mahorés puede beneficiarse de las estructuras de reciprocidad conquistadas por las luchas sociales en Francia como la jubilación, el subsidio de vejez, la seguridad social o la indemnización por desempleo. Esta oferta de emancipación por la aculturación y que articula la reciprocidad sobre el intercambio ejerce un poder de seducción considerable. Frente a ello, los comoranos que han optado por la libertad responsable en el marco de relaciones de reciprocidad independientes deben aceptar la pobreza o incluso la privación material provocada por su aislamiento. Este estancamiento es también el de los canacos en Nueva Caledonia. Entre la integración y la independencia, la contradicción entre la fidelidad a los ideales de la Revolución Francesa (libertad-igualdad-fraternidad) y el compromiso con la sumisión al capitalismo ha provocado la muerte de millones de hombres : es el sacrificio que se ofrecieron las potencias coloniales para amnistiarse de la Traición de la Razón.
[6] Y no “privatizado”.