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Congreso de Barcelona : 500 años del encuentro de dos mundos, 1990.

Contribuciones a distintos congresos

La contradicción de sistema entre civilización amerindia y occidental

Dominique TEMPLE | 1990

El punto de vista occidental

Nadie niega, hoy, el considerable acontecimiento que supone la reapropiación de un territorio por las comunidades indias y su organización en Consejos Etnicos, Federaciones de Consejos Etnicos, su organización transnacional, su acceso a las instancias internacionales e, incluso, es cierto que en forma todavía muy poco formal, a las Naciones Unidas. La propia España, hace poco tiempo, aceptó participar como invitada en el Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas que celebraba su última asamblea en Noruega. Son, en efecto, los países del norte de Europa los que han testimoniado mayor sensibilidad por la cuestión india. Francia, Alemania, Inglaterra y los demás países ricos dan pruebas de una gran timidez.

El otro eje de apoyo a la Indianidad proviene del mundo árabe. Recientemente, Ben Bella pronunció estas magníficas frases :

« La Indianidad es el Lázaro de la Humanidad. Mientras la Humanidad no se haya postrado de rodillas para solicitar perdón por el genocidio de los Indios de América, no recuperará su dignidad, no podrá vivir en el futuro ».

Y durante la primera Conferencia internacional por la liberación de los Pueblos Indios, de Trípoli, Muhammar al Gadhafi decía :

« Lo que están sufriendo los indios hace inclinar la cabeza a la humanidad. Los negros y los indios viven bajo el yugo de los enemigos de la Libertad y de la Paz. Pido a la conciencia internacional que despierte ante esas naciones que sufren las peores persecuciones y que las apoye ».

Y daba testimonio de la solidaridad de la humanidad entera.

Libia es el primer Estado del mundo que ha reconocido oficialmente la indianidad como civilización (las autoridades árabe dicen “nación”) en pie de igualdad con su propia civilización, por lo tanto, ha reconocido a las naciones indias el derecho a constituirse en Estados, y en consecuencia ha ofrecido un lugar para acoger oficiosamente a los representantes de las comunidades indias, al igual que los concedidos por los países occidentales al pueblo palestino… gracias al cual pueblos indios, desde el sur de Chile hasta el norte de Canadá, se reúnen libremente para discutir entre sí lo que les une y les opone al mundo occidental.

Durante el primer encuentro de Trípoli, los indios decidieron realizar su unidad en torno a una línea política autónoma, distinta de la integración por la vía de la lucha de clases a la problemática occidental. Esta línea política autónoma ha encontrado en la definición de una territorialidad, donde puedan desplegarse los principios de la economía india y los valores que fundamentan la autoridad política india, su base estratégica.

La cuestión de la tierra se ha convertido, pues, en una cuestión de territorio, y la frontera entre indios y occidentales no es la del racismo y la explotación, que debe desaparecer, sino la de una interfase de sistemas  (lire la définition) que es preciso afirmar frente a un sistema occidental cuyos principios de privatización, de acumulación y de beneficio son absolutamente rechazados.

La prensa occidental ha hablado muy poco de tales acontecimientos, de ahí la obligación que siento de dar testimonio de ellos, puesto que asistí a ellos como observador. En el nivel de la investigación y de la reflexión revolucionaria india, constituyen un umbral importante. La Indianidad me parece adosada a una teoría política que concuerda con las esperanzas de toda la humanidad o, al menos, de la humanidad que todavía no ha sido aculturada por occidente. Concuerda también con la teoría de quienes, a escala mundial, reconocen que los valores humanos universales y, especialmente, los de solidaridad y la paz, deben prevalecer sobre los mecanismos del egoísmo y de la propiedad, de la competencia y de la guerra.

Hoy, España es el primero de los grandes países de Europa que reconoce, por fin, las Naciones Indias.

El discurso de Oaxaca de su Majestad el Rey de España es el último acontecimiento histórico que modifica de modo radical la situación de las sociedades indias de América con respecto a la civilización occidental. En este alegato por un reconocimiento recíproco, el Rey no intentó esquivar la realidad creada por “ambiciosos encomenderos y venales funcionarios que, por la fuerza, impusieron su sinrazón” ; reivindicó incluso la tradición del único “hilo de sentido común” que ha permitido, desde Las Casas, que algún día la Indianidad sea reconocida como humanidad de pleno derecho. El Rey reconocía, por primera vez, que los pueblos Indios deben gozar de las prerrogativas de los pueblos soberanos :

Quisiera aseguraros que la España de hoy, mi pueblo, contempla a los vuestros…”.

Pero lo más radical es que el modo de reconocimiento elegido no es ya el que prevaleció durante cinco siglos, la asimilación pura y simple o la excomunión. Esta vez, el reconocimiento respeta a la comunidad india como “otra” y otra “distinta”.

« … porque, a pesar de que vuestros pueblos hunden las raíces de su rica identidad en la noche de la historia, habéis sido capaces de preservarlas, haciéndolas florecer en un atractivo ramillete de tradiciones, costumbres y formas de vida ».
 
« Eso obliga, por lo tanto, a instaurar relaciones nuevas con la Indianidad, no ya las de la explotación y el intercambio interesado sino las de un diálogo que reconozca los valores y los principios de los demás ».

El discurso de Oaxaca es profundamente revolucionario porque, sin citar explícitamente el hecho de que los principios de vida de los indios en comunidad son antagonistas de los que les fueron impuestos por la colonización y luego por la independencia, el Rey propone adoptar como bases de nuevas relaciones entre ambas civilizaciones los propios principios indios. Disponemos, en efecto, de dos soluciones para resolver el problema del antagonismo  (lire la définition) de las dos civilizaciones : bien establecer una frontera de sistema e inventar procedimientos de transcripción de los valores de un sistema al otro, o bien, puesto que nuestro sistema destruye el del otro y el sistema indio no tiene este inconveniente, adoptar este último.

Eso es lo que elige el Rey cuando propone :

« … porque difícilmente podremos entendernos, difícilmente podremos hacernos comúnmente inteligibles si no somos capaces unos y otros (…) de ser tan generosos para dar como para recibir los unos de los otros, porque todos nos necesitamos solidariamente ».

Toda la colonización y todo el sistema instaurado luego en América hasta nuestros días descansa sobre la privatización, el libre intercambio, la competencia y la acumulación. Ahora bien, todos los pueblos indios tienen una economía basada en el don y la redistribución, una economía de reciprocidad  (lire la définition) . Por un lado, pues, el poder del tener y, si es posible, el dominio de los medios de producción e, incluso, de la fuerza creadora del propio hombre ; por el otro, la autoridad expresada a través de la gloria del ser y basada en la donación.

El antagonismo entre ambos sistemas se resolvió en un radical malentendido histórico. Los indios recibieron a los occidentales haciéndoles el honor de considerarles otros hombres, otros donadores e, incluso, donadores superiores, dioses. Dieron y lo dieron todo, bien porque esperaran como Moctezuma establecer su superioridad política, o bien porque desearan, sometiéndose al prestigioso extranjero, beneficiarse de su generosidad. En ambos casos los indios de América se equivocaban. No tenían ante ellos reyes ni dioses. No tenían ente ellos otros donadores sino a gente que obedecía ya al sistema que iba a triunfar en América y Europa, el de la propiedad, del intercambio y del dinero [1].

Es sorprendente que, todavía hoy, los comentadores de la historia, economistas o etnólogos que observan y quieren respetar las diferencias de las civilizaciones, citen e incluso subrayen las contradicciones culturales, religiosas, técnicas, etc. pero sin mencionar nunca la diferencia y la contradicción de los sistemas económicos : como máximo aceptan tratarla como una diferencia de nivel en la única economía que quieren concebir : la suya. Ahí radica el problema más grave, el que cuestiona la propia existencia del sistema occidental. Los occidentales lo han basado todo en la economía de intercambio, y todo lo que puede cuestionar esta economía les es insoportable. Les parece inadmisible, intolerable, que otras sociedades puedan adoptar una economía distinta. Pero, más grave, les parece todavía, a ellos, que tales economías puedan pretender desarrollarse y no permanecer en el marco impuesto por los vencedores o, mejor, por los beneficiaros del Malentendido Histórico. Con mayor razón, instaurar nuevas relaciones entre España y los pueblos indios, reconocidos como soberanos, con los propios principios de la economía india : “dar y recibir” se convierte entonces, ciertamente, en una provocación inaguantable.

El rey buscó esa paradoja. Levantamos aquí acta de ello y nos parece una formidable apuesta para el futuro. Pensamos, en efecto, que los principios fundamentales de la organización económica, social y política de las comunidades indias “Dar y Recibir”, o también la solidaridad mutua o, mejor todavía, la reciprocidad  (lire la définition) que hasta hoy se ha visto encerrada en un mundo hostil donde prevalecían los principios opuestos “tomar y acumular”, deben ser adoptados de un modo más general por toda la sociedad humana, si no quiere conocer, al término de la evolución del sistema occidental, un fatal vencimiento.

La conciencia de este final de la historia capitalista ha conducido recientemente a Mihail Gorbatchov a pronunciar, ante la Organización de la Naciones Unidas, un discurso fundamental y profético en el que reconoce que la competencia entre las naciones llevaría a enfrentamientos armados cuya sanción sería la muerte del género humano. Al condenar el actual motor de la economía mundial, proponiendo reemplazarlo por la solidaridad mutua, el propio Mihail Gorbatchov apela a la relación humana primordial, la que reconoce a su vez el Rey de España y que está en vigor en todas la comunidades indias : “Dar y Recibir” [2].

El primer responsable de la Unión Soviética ha confirmado su opción por la paz, precisando también que no es ya posible que una economía se base en la acumulación, ya sea ésta colectivizada o privatizada, pues el planeta no soportaría verse agotado en una competencia sin descanso con el único fin de dominar al otro. Desde entonces, toda competencia, toda privatización de los recursos y las energías naturales debe cuestionarse ante el Derecho Internacional. La tierra aparece como un inalienable patrimonio de la humanidad. No sólo debe compartirse, debe también ser respetada para las generaciones futuras. Estos nuevos principios son precisamente los que las comunidades indias oponen, desde hace cinco siglos, a quienes explotan, agotan, destruyen con el único objeto de obtener beneficios y poder.

De ello resulta que el entorno psicológico, al menos en el nivel de los principios teóricos que movilizan los organismos de pensamiento mundiales internacionales, que era desfavorable a las comunidades indias, se vuelve de pronto, en el espacio de pocos meses, en extraordinariamente favorable. Las comunidades indias ya no parecen conservatorios para estructuras arcaicas sino laboratorios donde se han experimentado ya estructuras revolucionarias, estructuras fundadoras de la humanidad del mañana.

Estableciendo la conexión entre esta nueva conciencia en el nivel mundial, conciencia de paz y de solidaridad mutua y universal, conciencia eminentemente ética y las comunidades humanas concretas que son la base de toda sociedad, el discurso de Oaxaca establece una importante relación entre lo universal y lo singular, entre una estrategia de liberación mundial de la humanidad y la de cada familia de quienes soportan con mayor dureza el peso de la explotación, del racismo hasta el genocidio, el etnocidio, el economicidio y el ecocidio provocados por la explotación capitalista.

La situación de las comunidades se ve pues modificada de modo considerable, pero este análisis podría hacer creer que la situación ha cambiado cuando las comunidades habrían permanecido pasivas, ignorando y sin participar en este cambio, permaneciendo silenciosas, enterradas en su resistencia mística. Debe tenerse en cuenta entonces el punto de vista indio. ¿Cómo consideran los propios indios su relación con los occidentales ? Y ante todo debe reconocerse inmediatamente que el discurso de Oaxaca es fruto de la lucha de liberación de los propios indios. El Rey reconoce lo que los indios han conquistado.

El mayor acontecimiento, el acontecimiento político indio frente al mundo occidental de estos últimos años, es la conquista, o mejor dicho, la reconquista de un espacio de libertad india, espacio reconocido por los occidentales como un lugar donde pueda elaborarse una palabra india apta para desempeñar un papel en la construcción del porvenir de la Humanidad. Este acontecimiento político que restaura las sociedades indias en pie de igualdad con las demás sociedades del mundo para un diálogo respetuoso con el otro, es la creación de una frontera política y económica, una frontera de sistema, entre la sociedad nacional y las comunidades indias, al menos algunas de ellas y, en especial, las de la Amazonia.

En la imposibilidad de hacer respetar los principios del don, de la solidaridad, de la reciprocidad, a escala mundial o incluso nacional, los indios se ven en la obligación de trazar esta frontera para que su humanidad no sea borrada de la tierra. Esta territorialidad recobrada es lo que el Rey reconoció en Oaxaca. Gracias a esta frontera las comunidades pueden hoy preservar su modo de vida, su cultura, su lengua, su arte, su religión, al menos en los niveles más esenciales que rigen las actividades de la vida cotidiana.

El punto de vista amerindio

En 1974, tuvieron lugar varios acontecimientos de alcance simbólico, no lejos de Cuiaba, en el Brasil, a uno y otro lado de la línea de demarcación de las aguas donde nacen dos grandes ríos, el Paraguay, por un lado, y el Jujuena, por el otro. Aquel año, un periódico nacional paraguayo anunció la rendición de la última familia de los Axes : la fotografía muestra a una familia de cinco personas, en una pista rojiza, embarcándose en un camión hacia un siniestro campamento, donde se unirán al centenar de prisioneros Axes, ya encerrados, que morirán de enfermedad. Allí terminó el genocidio de aquel pueblo.

Al mismo tiempo, en el Brasil, un padre jesuita descubre el pueblo de los Enawene Nawe, que todavía no ha entrado en comunicación con el mundo de los blancos, ni siquiera de modo indirecto. La Iglesia obtiene la salvaguarda del territorio y confía al jesuita la custodia de este pueblo frente a la presión de los madereros. El sacerdote es asesinado por estos últimos.

Pero, también en 1974, tienen lugar en el Paraguay la primera tentativa de un gobierno y un parlamento indios, y en el Perú se publica la extraordinaria Ley de las comunidades Nativas.

Como una fuente, entre las innumerables fuentes del Amazonas, el nacimiento del Consejo Indígena del Paraguay y el de los Consejos Etnicos de la Amazonia Peruana atestiguan la extraordinaria resurrección de la indianidad como civilización.

Resumiré brevemente la historia de estas dos fuentes de la realidad actual de los indios de la Amazonia enfrentados con nuestra civilización. Diré sólo cómo los indios de estos dos países han utilizado o reinterpretado las aperturas occidentales para poner el pie en nuestro mundo.

En el Paraguay, algunos etnólogos disidentes del Congreso de Americanistas que organizaron el simposio de Barbados, en especial J. Gründberg, deciden dar la palabra a los indios responsables, elegidos por sus comunidades, y no a informadores nombrados por los científicos. Proponen poner a su servicio los medios técnicos de que disponen. Es la “etnología al reves”.

Sin embargo, todavía sólo se imagina la integración de las comunidades indias en el mundo moderno. Se intenta preservar su cultura, y, a veces, su unidad étnica. Este objetivo autoriza a revisar la noción de estado para darle un carácter multinacional ; se habla de un mosaico de culturas.

Para que los indios consigan un mínimo de derechos, se invocan los Derechos del Hombre y se propone aquí parar sus reivindicaciones más inmediatas a las de las formaciones sociales occidentalizadas más explotadas ; lo que lleva a la solidaridad entre campesinos y comunidades indígenas que tiende hacia la unidad del frente de clase. La integración se realiza por la lucha social. La referencia es marxista.

Pero los indios, en cuanto tienen la palabra, advierten que sus comunidades respetan valores muy distintos a los de los occidentales, que se obtienen por relaciones económicas y sociales igualmente distintas a los de los occidentales : el don y la reciprocidad, por oposición a la privatización, la acumulación, el beneficio, etc. La discusión pone enseguida de relieve que estas estructuras necesitan un territorio en el que la tierra sea inalienable, en el que tampoco sea posible la colectivización, pero en el que se respete el derecho comunitario. Del mismo modo, a propósito de los recursos y los productos de la tierra, los indios no quieren apoyar una explotación sin fin, ni límites, dirigida a la acumulación y el beneficio. Desean que la tierra, su tierra, sea respetada. Estas reivindicaciones son contradictorias con los objetivos de su integración. Los indios definen su estrategia de lucha, su estrategia de liberación : no es idéntica a la de la lucha de clases.

El presidente del primer Consejo Indio del Paraguay, don Alberto Santacruz, resumía la cuestión hablando de antagonismo entre los principios fundadores de la sociedad occidental y los de la civilización india. Restablecía la organización india sobre su principio de base : la reciprocidad, oponiéndolo al de la competencia. Ponía en guardia contra la alienación de la ideología india (el límite del prestigio por lo imaginario de cada comunidad) :

El cacicazgo – decía – ha terminado, debe ser superado por una forma de reciprocidad generalizada en toda la Humanidad”.

Y se creó el Consejo Inter-étnico  (lire la définition) del Paraguay. La libertad se convirtió en el tema principal de esta reflexión ; el Consejo era su lugar ; la reconquista de una tierra, el medio. Pero este medio no se obtuvo nunca. La administración, la etnología y la misión religiosa se pusieron de acuerdo para negarlo y, luego, imponer al Consejo Indio una tutela, la A.P.I.

Advierto, sin embargo, que nuestros dos mundos no sólo aparecen separados por imaginarios distintos, distintas adaptaciones a la naturaleza, grados de evolución técnica o del conocimiento distintos también sino, más fundamentalmente, porque cada uno de ellos da testimonio de una organización económica, social, política, contradictoria con la del otro. Ahora bien, para fundar una verdadera comunicación es necesaria una frontera, no sólo una frontera política sino una frontera económica, una interfase de sistemas que permita a cada uno el respeto del otro.

El mismo año, en el Perú, los indios podrán explotar una avanzada de la tesis progresista y reinterpretarla precisamente en el nivel de este medio esencial : la tierra. En adelante podrán poner el pie en nuestro mundo, atrincharse o exponerse, pero con una irreprimible posibilidad de defenderse.

Las comunidades indias serán invitadas a participar en la revolución marxista del general Velasco (1968-1974). La proposición marxista es clara : llamados “hermanitos”, los indios tienen que integrarse en el frente de la lucha de clases. Velasco pretende que en el Perú sólo hay “campesinos”, pero, para que esas comunidades se adhieran, Velasco propone que entren en pie de igualdad en la sociedad. El gobierno adopta entonces una ley extraordinaria la “Ley de les Comunidades Nativas” que debe encargarse de aplicar una administración extraordinaria, el Sistema de Movilización Social (SINAMOS).

La ley reconoce :

– La existencia legal y la personalidad jurídica de las comunidades nativas (art. 6).

Y precisa :

– Las comunidades nativas tienen origen en los grupos tribales de la selva y ceja de selva y están constituidas por conjuntos de familias vinculadas por los siguientes elementos principales : idioma o dialecto, caracteres culturales y sociales, tenencia y usufructo común y permanente de un mismo territorio con asentamiento nucleado o disperso.

El legislador pretende, sin embargo, que estas unidades indias se integren en la sociedad nacional. Así, las invita a organizarse en empresas de propiedad social, en cooperativas de productores asociados. Para conseguir eso, el SINAMOS y la administración conceden tierras agrícolas a comunidades reducidas, a pequeños poblados o aldeas.

La colectivización de las comunidades indias fue un callejón sin salida, más grave todavía que la de los campesinos. Los campesinos pueden imaginar poner en común sus intereses, sus capitales, sus útiles para conseguir una mayor productividad y beneficiarse de una renta justa, pues su objetivo es producir para el intercambio.

Para las comunidades indias, la autoridad de cada uno se mide con el prestigio que conquista por la generosidad de sus dones. Produce para dar. Toda medida de colectivización le hace perder su prestigio personal y también las referencias de su autoridad. Las comunidades se retrajeron y la gran aventura social del proyecto revolucionario del general Velasco quebró.

Sin embargo, los indios utilizaron las Ligas Agrarias para agruparse, formar Sindicatos o Congresos donde se unieron. Esta primera unidad servirá de base para una reinterpretación de la ley. Los indios, tras la caída de la revolución y la desaparición de las Ligas Agrarias, conservan su unidad y fundan Consejos Etnicos o Inter-etnicos. En adelante, la sociedad india recobra el derecho a organizar la produción y la economía india sobre los principios indios de reciprocidad : “Minka”, “Ipaamu”, “Ayni”. El “Dar y Recibir” vuelve a ser la ley interna. La hospitalidad recupera sus derechos, la invitación e incluso la fiesta. Los islotes indios del norte del Perú consiguen incluso confluir para formar un territorio continuo. La frase de Evaristo Nugkuag, fundador del Consejo Aguaruna-Huambisa, convertido en Presidente de la Federación de Consejos Etnicos del Perú (AIDESEP) y, luego, de la Confederación de Consejos Etnicos de la Cuenca Amazonica (COICA), es significativa de la época :

En el interior de su territorio, el desarrollo indio sigue sus propias leyes, pero es en su frontera donde se encuentran los problemas”.

Esta cuestión de interfase va a convertirse en el problema crucial de estos últimos diez años. Los Shipibo y Conibo del río Ucayali serán los mejores situados para resolver la dificultad : ¿cómo pasar de un sistema de valor fundado en el don, a un sistema de valor fundado en el intercambio ?

Entre los indios Shipibo del Ucayali, los debates pusieron de relieve que sólo las relaciones de reciprocidad étnicas permitían las recreaciones de valores étnicos con una dimensión ética. La belleza de las obras creadas por las mujeres Shipibo atestiguan la ética creada por la reciprocidad india. La adopción de los esquemas del mercado occidental desembocaba, por el contrario, en una inmediata degradación de la dimensión ética y de su tradición estética, conduciendo a una rápida extinción de la inspiración por la negación de los principios de reciprocidad que eran su fuente. Los Shipibo disponen de un gran arte de la cerámica que da testimonio de sus valores y cuya historia retrata también la historia de la comunidad.

La fotografía que ilustra este artículo es la de una de las primeras obras re-creadas con la emoción de una recuperación de su arte y de una territorialidad económica. La pluma en la corona del jefe representa el colibrí, es decir, la palabra de la tradición recuperada. Fue enviada a Francia para probar al mundo occidental que, en el Ucayali, existían todavía artistas capaces de crear magníficas obras de arte. Sobre uno de tales testimonios se estudiaron contratos que permiten respetar el procedimiento de reciprocidad específico de esta comunidad, que permiten la transcripción del valor de un sistema al otro (la traducción del valor de prestigio en valor monetario y viceversa). La categoría de Arte ha permitido esta mediación. Este contrato se conoce con el nombre de “Contrato con dos precios” de las cerámicas Shipibo.

Hoy, los indios Shipibo del Ucayali han dirigido, a su vez, un mensaje al rey de España. Le han propuesto organizar una exposición de cerámicas para que, en esta expresión plástica, los europeos puedan reconocer su cultura, su arte, su vida, su existencia. Le han propuesto un dialogo concreto que continúe el ofrecimiento real de España con un don igualmente real [3].

Estamos en el lugar donde se exploran las posibilidades de un nuevo orden internacional, no fundado ya en la competencia y la explotación, donde el valor no se ve reducido a la fuerza de trabajo sino que está cargado con la dimensión ética que se encuentra en todo trabajo humano cuando el trabajo es don, reconocimiento del otro, reciprocidad o solidaridad mutua ; un orden económico mundial donde la solidaridad prevalezca sobre el egoísmo.

Las comunidades indias son la vanguardia de esta exploración. Son los exploradores avanzados de la búsqueda de otro desarrollo, el de la solidaridad y la responsabilidad. Proponen a Occidente un desafío.

La sociedad india que, por otra parte, sufre todas las represiones de tiempos pasados se ve, pues, pese a todo, atravesada por las invisibles corrientes de una fuerza de vida indestructible, la que es, en primer lugar, el reconocimiento del otro y la victoria, sobre el interés, del don.

*

Dominque TEMPLE

Ponencia en el Congreso de Barcelona : 500 años del encuentro de dos mundos. Seminario sobre : Identitad cultural y modernidad. Nuevos modelos de relaciones culturales. 27-30 de Noviembre de 1990. Artículo publicado por la Federación Catalana d’Associacions I Clubs UNESCO.

Pour citer ce texte :

Dominique TEMPLE, "La contradicción de sistema entre civilización amerindia y occidental", Contribuciones a distintos congresos, 1990, http://dominique.temple.free.fr/reciprocite.php, (consulté le 29 mars 2024).

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