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Publicado en Acción, CEPAG, Paraguay, nov. 2018, n°390, Época III, pp. 13-16.

Paraguay

La economía política de la reciprocidad

Dominique Temple - traducido por Bartomeu Melià | 12 de octubre 2018

El libro del Génesis dice que la primera preocupación de los hombres es dar nombres a todas las cosas, pero resulta que esta aprehensión inmediata del mundo choca contra un enigma : ¡el hombre ! ¿Cómo se nombra él a sí mismo ? ¿Cómo se reconoce él ?

Así pues, le falta abandonar la simple relación de conocimiento del sujeto y del objeto. El texto más célebre de la humanidad se refiere a una noche tan profunda que cualquier representación, aunque sea la del sueño, queda borrada, y es de una manera muy extraña que el hombre descubre su conciencia : la debe a otro en una relación de intersubjetividad : el mito del Génesis nos dice que el hombre recibe la ayuda de la mujer que es al mismo tiempo idéntica al hombre, puesto que salió de su “costado” y, sin embargo, irreductiblemente diferente.

Reciprocidad y responsabilidad

El filósofo Aristóteles no dice otra cosa y con la misma fuerza : si el hombre lo conociera todo de una manera absoluta, él sería Zeus, o incluso si él ignorara que él puede ser otra cosa de lo que es, sería un bruto. Lo que le define es tener necesidad de otro para pensarse él mismo. Él es el conjunto que se piensa, dice Aristóteles. Por el hecho de que nosotros tenemos necesidad de otro, nosotros podemos crear lo que se da como propio del hombre : el espíritu. Nosotros nos referiremos sólo a esta proposición : lo que el hombre es para la mujer y la mujer para el hombre, la reciprocidad.

El encuentro del otro es primordial. La antropología, el psicoanálisis de los tiempos modernos vinieron a confirmar que es el otro que se busca en todas las comunidades humanas para ir más allá de la identidad que aprisiona el ser uno mismo. Para decir que la reciprocidad es la matriz de la conciencia todas las sociedades han establecido como su principio fundador la prohibición de ser uno mismo, la prohibición del incesto.

Se podría imaginar que esta estructura inicial, es simple. Lévi-Strauss, por ejemplo, se ha preguntado si ella no podría reducirse a un cara a cara (la alianza matrimonial) ; después, dudando de esta solución, adoptó la idea de una comunión original donde cada uno, llevando su contribución a todos los otros, podría después recibir de ellos lo que le conviene. Pero en realidad la reciprocidad en todas las sociedades es un sistema complejo y en especial se produce según otra modalidad que el cara a cara que se dice binario y que produce entre los compañeros el sentimiento de amistad y de amor. A esta otra modalidad se la llama ternaria porque hace falta al menos tres protagonistas para constituirla : por ejemplo, la relación entre las generaciones, puesto que cada generación reproduce frente a la nueva lo que ella hereda de la precedente. Como en la reciprocidad binaria, la reciprocidad ternaria establece en cada participante la conjunción de la conciencia de actuar y la de sufrir, de recibir y de dar, de donde resulta el sentir de la acción, pero que no encuentra, como en el cara a cara, el rostro del otro para dar testimonio de ello (el rostro del amigo). Por el contrario, esta reciprocidad ternaria funda la individuación del sujeto porque es propio de la dignidad de cada uno respetar a cualquier otro como miembro de la reciprocidad generalizada a la cual debe su humanidad. El sentimiento que responde por otro de su contribución a la reciprocidad ternaria es el sentimiento de responsabilidad. Las generaciones, por ejemplo, se suceden como responsables las unas de las otras. Y como hay numerosos hijos en el seno de cada familia, la reciprocidad se transforma frecuentemente en repartición o en redistribución. El carácter colectivo de la repartición o de la redistribución parece incluso fastidiar a la complejidad del sistema inicial. Se ha podido imaginar que la redistribución era el origen de la economía primitiva (el comunismo primitivo) y que el hombre disponiendo gratuitamente de la riqueza de la naturaleza, lo ofrecería a otro espontáneamente.

Gracias a la reciprocidad de la alianza, la conciencia se pronuncia de manera soberana entre todos puesto que no pertenece a nadie en particular. Fue así postulada como un Tercero entre los unos y los otros al cual cada comunidad ha dado su nombre. El Tercero es el sujeto de la Palabra común. Su expresión es la Ley. Pero, en la reciprocidad ternaria el Tercero está individualizado, y por esto se metamorfosea en la responsabilidad de cada uno. De esta manera la conciencia, creada en el seno de la reciprocidad compleja aparece inmediatamente compuesta por sentimientos diferentes porque nacen de estructuras de reciprocidad diferentes.

La economía política

¿Qué relación tienen estos fundamentos con la economía ? Que el otro no es un puro espíritu y que para ser el otro todavía le falta que pueda existir. Debe vivir para dar al espíritu entre uno y otro su vuelo. El es la fuente del espíritu, pero su vida debe ser tomada en cuenta a priori porque no es posible disociar la conciencia de las condiciones materiales que le aseguran su nacimiento. Ahí comienza la economía. Y ella se inscribe inmediatamente en la reciprocidad del parentesco.

¡Las primeras sociedades no se preguntaron si sus estructuras sociales fundamentales debían o no respetar las normas de su sistema de reciprocidad ! ¡Simplemente han extrapolado de sus valores sus obligaciones de eficiencia !

Vengamos pues al principio de la economía política. Este aparece bajo la forma de una benevolencia, reproducida por otro. Esta benevolencia es natural por ser común a los miembros de una misma especie, mientras ella desaparece entre las especies. Así el don ha sido interpretado como el origen de la reciprocidad. Es más racional, sin embargo, considerar la reciprocidad como la matriz del sentimiento común, la amistad, que se manifiesta a través del don – volviéndose éste una palabra dirigida a otro para significar su intención de instaurar, de reproducir de perennizar la reciprocidad primordial.

Sin embargo, la conciencia, por la reflexión sobre sí misma inventa su propio modo de ser. Pero con la obligación de respetar las leyes que le permiten dominar el mundo bajo pena de perder contacto con sus condiciones de existencia. En cuanto el hombre produce su subsistencia, se apropia de la naturaleza necesaria.

Aparecen así los conceptos de propiedad y de intercambio, pero ordenados al principio de reciprocidad.

¿La ciudad reproduce en gran formato la estructura de parentesco como una “casa común” que permitiría a la humanidad concebirse universal, o bien las relaciones de la comunidad original han decaído y dejado lugar a nuevas relaciones ? ¿La economía moderna se construye de un modo homotético a partir de su sistema de base o a partir de los nuevos principios ?

¿Cómo nace el valor en las comunidades de reciprocidad en el umbral de la economía doméstica y de la economía política, y cuál es la eficiencia o del “principio de reciprocidad” en las sociedades modernas ? Este es el objeto de la economía política, ahora bien, los hombres tienen la libertad de preferir su interés contra el sentimiento común de la humanidad. Entonces pueden privatizar por la fuerza la propiedad de la tierra y de otros medios de producción incluyendo el poder del trabajo de lo más desamparados que ellos intercambian al más bajo precio. Mientras los hombres respeten el principio de reciprocidad, las relaciones económicas se construyen en función de los valores de solidaridad, de responsabilidad y de justicia producido por las diferentes estructuras de reciprocidad. Pero cuando la libertad de uno se impone a la libertad de los otros, es entonces cuando el poder transforma la libertad y el valor producido no refleja sino la dominación de unos sobre los otros.

Hoy en día el capitalismo ha conseguido imponerse sobre el planeta y conduce la humanidad hacia el abismo. Todo el mundo lo sabe. Y la esperanza de todos los hombres de buena voluntad es poner fin al sistema de la explotación del hombre.

  

Pour citer ce texte :

Dominique Temple - traducido por Bartomeu Melià, "La economía política de la reciprocidad", Paraguay, 12 de octubre 2018, http://dominique.temple.free.fr/reciprocite.php, (consulté le 29 mars 2024).

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