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La Revue de la Céramique et du Verre, n°64, Vendin-Le-Vieil, mai-juin 1992.

Los Shipibos

El sello de la serpiente

Dominique Temple | 1992

En 1980, gracias a la exposición de Bruselas, por primera vez, los Shipibos cobraban por su producción, el valor monetario establecido en Europa. Grande fue su sorpresa frente al precio tan elevado. Pero sobre todo, era la primera vez que recibían un homenaje tan explícito de parte de las “comunidades del mundo exterior”.

Jarres unifaces H. 56 x 59 cm et H. 44 x 67 cm

El “precio retorno” fue recibido no sólo como un gesto de honestidad sino también como un don de reciprocidad, creador de amistad.

Durante una velada en el río Ucayali que juntaba a varias artistas, una de ellas, Inés Quito, se puso a cantar :

« Una serpiente de barro, le doy vueltas y vueltas
Y viene nuestro rey
Vamos a sentar en esa serpiente a nuestro rey
Con la serpiente de barro diseñada con tierra blanca
Vamos a hacerlo sentar.
Que su genio lo lleve a su tierra
Después que lo lleve con sus alas blancas
A su tierra nuestra serpiente de barro
Que admiren sus paisanos
Lo que nuestras mujeres han hecho ».

El segundo canto celebra la resurrección del arte shipibo :

« Al pájaro precioso del creador
Le he hecho hablar
El mensaje que trajo
del tiempo de nuestros antepasados
Estamos recordando otra vez
Estamos alegrándonos
Después que nos hayan abandonado
Estoy dando los mensajes para mi pueblo
Que siempre nos vamos a acordar
Están captando mis canciones
Que yo les dedico
Vienen anunciándonos
Como podemos superar con nuestro arte
Después de anunciarlos
Doy un paso atrás y doy un paso adelante
hacia los que van a ayudar
Las garzas blancas
Llevan nuestro mensaje a su tierra... »

Es posible que la serpiente represente el río generoso que no para de enrollar y desenrollar sus anillos en la selva con sus aguas abundantes en peces y sus aluviones sobre los cuales crecen la yuca y el maíz. Entonces la mujer domestica a la naturaleza. Produce abundancia de víveres y la chicha de yuca con la cual la invitación y la fiesta van a poder establecer amplias alianzas. Instaura una economía de don y reciprocidad.

El canto de Inés se ilustra con aquel de un pueblo vecino. Los Amueshas ya no producen cerámicas, pero han guardado la memoria de un sueño que lo evoca y que R.C. Smith acaba de revelar dentro de dos magníficas versiones [1].

Eso ocurría cuando los hombres eran “hermanos enemigos”. La sociedad estaba estructurada, pero en base de la reciprocidad guerrera. Inconsolable por la muerte de su marido, una mujer se dirige a un pájaro. Si era un ser humano, la llevaría cerca de su compañero.

Photo n° 1

– Inés Quito es tan buena en el arte del canto como en el arte cerámico. Sus cantos fueron traducidos literal e inmediatamente al español por un responsable Shipibo. En su mano Inés Quito tiene un espejo : a través de su arte una sociedad alcanza a otra un espejo de su alma. Agradecemos a los Shipido de habernos abierto una puerta magnífica con su cerámica sin igual. (Violaine Carrère, fotografía Pascal Chaput.)

Photo n° 2

– “Mujer con la cruz”. Colección del Museo Fabre, Montpellier [2].

El pájaro la lleva al país de los muertos donde reconoce a su marido con sus asesinos, víctimas a su vez de las correrías de venganza. Ellos están a punto de hacer una fiesta con una bebida extraña : la sangre de sus heridas, fermentada en grandes jarrones. Una música, producida por tubos de bambú amarrados entre sí, reúne a todos los que encontraron la muerte en la matanza. Los hombres tocan la flauta, las mujeres cantan y bailan. La mujer observa cómo se hace fermentar la sangre en los grandes jarrones y se lleva uno de ellos mientras que su hijo observa cómo se corta los bambúes y agarra una flauta. De vuelta sobre la tierra, ella hace fermentar jugo de yuca en un gran jarrón, luego canta y su hijo toca la flauta. La gente se acerca, incluso los asesinos de su marido. Miran. Ella les invita… Y es así como los Amueshas entraron en relaciones sociales de “amistad”.

He aquí una explicación de estos grandes cerámicas : se destinan a la fermentación del jugo de yuca, porque esta libación autoriza la fiesta, pone fin a las muertes recíprocas e instaura relaciones de alianza y paz. Tan grandes son que se quiere honrar a más invitados y mostrar su poder de donar. Este canto celebra, como el de la cerámica shipibo, el descubrimiento de la agricultura, la fermentación del jugo de yuca y la fabricación de grandes jarrones. Sin embargo, hace referencia también al tiempo de la reciprocidad guerrera (de las muertes recíprocas). La mujer sustituye la fermentación de la sangre por la del jugo de la yuca. Es la fiesta, nueva matriz del ser social, el acto que celebran todas las generaciones y que, en la Amazonia, hace de la mujer la madre de la alianza.

Pero hay más : lo que la mujer trae de este viaje a aquel mundo sobrenatural, son cantos, música y bailes.

Inés Quito, al cantar, no decía otra cosa : “doy un paso atrás, un paso adelante hacia los que van a ayudarnos...”. Entonces los cantos, bailes y dibujos comunican valores espirituales de un mundo sobrenatural. Para narrar este carácter sobrenatural, se necesitan imágenes que no son corrientes, sonidos que tampoco lo son, gestos y actitudes extrañas a lo natural. Para imaginarlos, los Shipibos usan varias prácticas ascéticas, vigilia, el jugo del tabaco, los alucinógenos.

« Antaño, las artistas más extraordinarias practicaban ciertas disciplinas espirituales y físicas tales como el ayuno, la continencia, la pintura mental de los dibujos y el crecimiento del tena (imaginación) por medio de plantas medicinales. A menudo, estaban “coronadas” por el chamán de la invisible quene mati, la corona de dibujos. Estas coronas aumentaban su prestigio social de la misma manera que el poder de su shina (pensamiento) » [3].

Angelika Gebhart-Sayer ha recogido informaciones decisivas sobre la relación entre mujeres ceramistas y chamanes shipibos, en el seno de la comunidad de Caimito, ubicada sobre un lago de Alto Ucayali, en donde consiguió la amistad de mujeres ceramistas y chamanes.

« Uno de los métodos que disponen espíritus y chamanes para enfermar a alguien, consiste en trazar sobre su cuerpo un dibujo que trae mala suerte, dibujo que se parece a una punta de flecha… »

Los cantos o dibujos de origen pueden ser mortales. Ahí, hemos vuelto al tiempo de la reciprocidad guerrera, al tiempo en el cual la anaconda rivalizaba con el jaguar. En las visiones provocadas por la ayahuasca, la anaconda compite con el jaguar. Cuando los Shipibos eran un pueblo guerrero, Ronin, la gran serpiente mítica shipibo, como Tsuni entre los Jíbaros, tal vez era el chamán de los chamanes y el más poderoso de los guerreros. Entonces habría que referirse al tiempo de la guerra y de la reciprocidad de venganza para descubrir el origen de los dibujos. Tal vez es por esta razón que las mujeres pretenden no conocer su significado.

Photo n° 3

– La ropa tradicional masculina (el tari) bajaba hasta los pies. Tenía varias piezas de tela (ningun telar permitía tejer una sóla tan grande !). Ahora se pone en ocasiones particulares, y generalmente está cambiado por el pantalón y la camisa a lo occidental. Se reconoce, claro, los dibujos que cubren las cerámicas, tanto sobre el tari como sobre el chitonti, la falda de la mujer. (Fotografía Paccal Chaput.)

Photo n° 4

– Jarrón unirostro

Photo n° 5

– Jarrón unirostro

Dos monografías, una sobre los Tupinambás [4] y otra sobre los Jíbaros [5] nos han traído informaciones tajantes. Recordemos que, para los Jíbaros, el ser guerrero resulta de una reciprocidad de muertes. La dialéctica de la muerte, como se pensó mucho tiempo, no se resume en la fórmula : “tanto más poderoso es uno, mata a más enemigos” sino en otra muy diferente. “Tanto más poderoso es uno que acumula más ciclos de venganzas recíprocas”, o sea, es preciso que, al alternar con muertes sobre el enemigo, el guerrero sufra la muerte de uno de los suyos (sus próximos, sus hermanos, su familia). Dicho de otra manera, el que mata no gana sino pierde su alma-muerte de guerrero : volverá a encontrar otra sólo cuando su comunidad sea víctima de una muerte enemiga. La sucesión de almas-muertes aumenta el prestigio del guerrero. En realidad, es el frente a frente, la simetría hacia el otro que, al producirse esta sucesión de muertes sufridas y dadas, genera el “poder del ser” del guerrero que los Jíbaros llaman el kakarma.

Así las almas-muertes son el prestigio de un poder espiritual más profundo, nacido de la reciprocidad propiamente dicha y cuya actualización específica es la palabra. Al salir al combate, los Jíbaros anuncian su nombre guerrero. Esta proclamación vuelve irrevocable la decisión de una muerte. De pronto, cualquier muerte, accidente, herida sufrida de la naturaleza puede ser interpretado como el efecto de la palabra enemiga. Recíprocamente, tan pronto como un suceso parece corroborar la suerte echada al enemigo, se puede interpretarlo como la prueba de que su palabra es eficaz. El mundo está encantado con palabras, palabras asesinas. Entonces los guerreros se vuelven chamanes.

Al igual como los Jíbaros, los Tupinambás asumían la muerte de sus próximos para conquistar un alma muerte, pero se ahorraban la venganza enemiga : en efecto, los guerreros se infligían a sí mismos incisiones sobre el cuerpo, incisiones profundas que provocaban hemorragias y podía alcanzar el aturdimiento.

Las cicatrices de estas incisiones atestiguaban el número de almas adquiridas y la cantidad de ciclos de venganza cumplidos, o sea, la gloria de los guerreros. Dibujaban el rostro de gloria del ser Tupinambá.

No se hacían al azar estas cicatrices con el mero fin de contusionarse, sino que estaban dibujadas según códigos que permitían contar los ciclos de venganza y conocer a qué familia o grupo étnico pertenecía el guerrero. Así en las riñas, entre los contrincantes, los guerreros reconocían a sus aliados o enemigos.

De igual modo, los chamanes Tupí-Guaraníes hacían incisiones sobre los enfermos. Los antropólogos han creído que ellos querían practicar aperturas en el cuerpo para que puedan escapar los espíritus malignos. Me parece más probable que se trataba de infligir al paciente una “muerte” ficticia para que merezca un nuevo nombre, una nueva alma de venganza, capaz de triunfar del hechizo enemigo.

Para curar a un enfermo, el chamán shipibo viste un gran tari, admirablemente pintado : ahí está la piel del hombre antiguo que lleva el secreto de lo dibujos primitivos.

El chamán curandero trata de ver el dibujo mortal de un chamán enemigo, para, luego, desenlazarlo del enfermo y enrollarlo fuera de él.

« Se cura así muchas enfermedades provocadas por un chamán enemigo, el espíritu de un animal, de una planta o por otro espíritu »

Entonces el chamán impone al paciente un nuevo dibujo para comunicarle una vida sobrenatural, una nueva alma cuya imagen consigue con el uso de alucinógenos.

« “Nishi Ibo”, es el espíritu soberano de la chicha de “ayahuasca”. “Nishi Ibo” proyecta figuras geométricas luminosas frente a los ojos del chamán... En la medida que el rasgo aéreo toca sus labios y su corona, el chamán emite melodías que corresponden a su visión luminosa. Su canto es el resultado de su visión de los dibujos ; lo visual se transforma directamente en acústica. Al mismo tiempo, estos cantos son vistos, escuchados y cantados por “Nishi Ibo”. El chamán se junta al coro de los espíritus mientras que los lugareños sólo escuchan su voz » [6].

Estos últimos repiten el canto del chamán :

« Como las voces suben y serpentean en los aires, se lleva a cabo una segunda transformación que sólo ve el chamán. El canto toma ahora la forma de un dibujo geométrico, un “kikinquene” que entra y queda definitivamente en el cuerpo del enfermo » [7].

Uno ya no se sorprenderá al ver que los dibujos shipibos hacen pensar en líneas melódicas : ellos son cantos, son temas con sus variaciones, sus estribillos, sus armonías. Entre estas líneas melódicas, los espacios llenos y coloreados se contestan como arpegios musicales, playas sonoras. Los dibujos shipibos son cantos del alma, la expresión de espíritus benéficos que desarrollan la vida espiritual de los hombres.

Los dibujos son expresiones espirituales que pertenecen a la Tradición Shipibo.

Finalmente, los dibujos a los cuales se refieren los chamanes, son eficaces porque son “kikin”. Gerbhart-Sayer define así el término :

« Este concepto indígena que atañe a criterios estéticos, se refiere a un conjunto de nociones sobre lo que es “correcto” y “bello”. En su origen, “kikin” implica una experiencia visual, acústica u olfativa, provocada por la armonía, la simetría, de las realizaciones cumplidas con la mejor exactitud posible o de los refinamientos culturales ; “kikin” indica un contraste marcado con la naturaleza salvaje, indomada e in-organizada que rodea la aldea. Pero el término no se limita a una experiencia sensorial, incluye valores morales como sutileza, la pertinencia, la viveza y la conveniencia cultural » [8].

Este sentimiento espiritual nace de la reciprocidad de las relaciones humanas en el seno de la comunidad y es posible no pensar que la simetría de los dibujos shipibos refleja esta relación sistemática en un punto tal que...

« … Se dice que antes las muy grandes piezas estaban pintadas, al mismo tiempo, por dos mujeres sentadas frente a frente, a ambos lados de la cerámica. Esforzándose para acordar sus voces, ellas cantaban para así poder dibujar ambas mitades de tal manera que se armonicen y se correspondan... Generalmente, las mujeres que, juntas, ejecutaban esta práctica intelectual y emocional, llamada el “encuentro de las almas”, eran hermanas que, claro, compartían la misma tradición familiar de pintura. Se conseguía una adecuación adicional por medio de una melodía específica al dibujo » [9].

Photo n°6

– Jarrón unirostro

Photo n°7

– Jarrón unirostro

Melodías, bailes y dibujos sobrenaturales expresan los valores nacidos de la reciprocidad : de la reciprocidad antigua, tal vez, la guerrera la de los hombres, pero también de la reciprocidad de los dones, la que pertenece a las mujeres. Son la expresión del ser nacido de la reciprocidad.

Nuevas formas, aún hoy en día, ornamentos realistas, testigos de la gloria del don, tales como collares de perlas, coronas, se sobreponen a los dibujos geométricos de la Serpiente. La cara del hombre, antes estilizada y ahora más realista, emerge y se vuelve escultura.

Sin duda, mucha confianza recíproca será necesaria para que los Shipibos revelen los secretos de su arte. Hoy observamos sólo un encaje de los decorados. Cada uno corresponde a un momento de la génesis de la sociedad. El significado de los más antiguos se esconde en las tradiciones de los chamanes ; el de los más recientes puede ser profético…

« Hijos, miran el trabajo
Para seguir el camino nuestro
El trabajo que nosotros realizamos
Va a ver la gente que nunca nos ha conocido
Nosotros somos las que damos el buen camino
A las chicas futuras.
Este trabajo se va a un lugar
Que nunca hemos nosotros conocido.
Viene el dios creador que nos ha puesto un gran ejemplo
Para seguir de los antepasados de crear las cerámicas
Que ahora nos trae el mensaje
A nuestra tierra
Yo soy como una piedra preciosa
Para que me siga el ejemplo de nuestro trabajo.
Sentada en mi banco, haciendo nuestro trabajo,
Moliendo con las rocas de nuestra tierra
Para que lleven en su tierra
Mi tierra montañosa, hecha cerámica
Convertite en un pájaro ».

*

Pour citer ce texte :

Dominique Temple, "El sello de la serpiente", Los Shipibos, 1992, http://dominique.temple.free.fr/reciprocite.php, (consulté le 29 mars 2024).

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Notes

[1] R. C. Smith,Delivrance from chaos for a song : a social and a religious interpretation of the ritual performance of Amuesha music, thèse de Ph. D. Anthropologie cultural, Cornell University, 1977.

[2] Todas las cerámicas ilustradas pertenecen a la colección del Museo Fabre en Montpellier, adquirida en 1980.

[3] Angelika Gebhart-Sayer, The Cosmos Encoïled : Indian art of the Peruvian Amazon, catálogo de la exposición organizada en 1984 por el Center for Inter-American Relations (690 Park Avenue, New York 10021) ; Cf. Die Spitze des Bewusstseins : Untersuchungen zu Weltbild und Kunst der Shipibo-Conibo, Hohenschäftlam, Klauss Renner Verlang, 1987. (Thèse de doctorat de l’Université de Tuebingen publicado por Anacon-Verlag, 8000 München, RFA).

[4] Florestan Fernándes, A funçao social da guerra na sociedade tupinambá, Brazil, Livraria pioneira editora, Universidad de São Paulo, 1970.

[5] Michael Harner, The Jivaros, New York, Doubleday, 1972.

[6] Angelika Gebhart-Sayer, The cosmos Encoïled : Indian art of the Peruvian Amazón, op. cit..

[7] Ibíd.

[8] Ibíd.

[9] Ibíd.