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Matrices de civilización, La Paz, 2008.

Parte II

Bolivia - Matrices de civilización - Sobre la teoría económica de los pueblos andinos

13. Estudios Guaraníes I. “Ñamandu Py’a Guachu”

Dominique TEMPLE | 2006

I. De la afectividad como modo absoluto del ser y de la razón como modo relativo

El texto que me has enviado [1] pone en tela de juicio la racionalidad occidental por no ser capaz de dar cuenta de lo que está en juego en las relaciones y la tradiciones de los pueblos de América. Los autores dicen, por ejemplo : « Por su parte, el ámbito epistemológico es aquel que se preocupa por el cómo accedemos al conocimiento del ser, es decir, a la metodología de conocimiento. Normalmente, todas las propuestas de cambio se circunscriben únicamente al área epistemológica, lo que posibilita, por ejemplo, incorporar en las tecnologías agropecuarias la sabiduría ancestral. El problema es que el marco ontológico que se asume por dado y no se cuestiona corresponde a occidente, hecho que adecua tales sabidurías ancestrales a los marcos conceptuales occidentales. El reto es reconocer que así como existen distintos esquemas epistemológicos (tecnológicos), estos mismos tienen una esencia ontológica diferente a la occidental, la cual es siempre dejada de lado, viabilizando, de esta forma, la colonización ».

No tengo textos aymaras o quechuas, relativos a las tradiciones quechuas o aymaras que podríamos interpretar. Tengo solamente textos de los Guaraníes que viven en el Sur de Brasil, en Paraguay y también en Bolivia. Las tradiciones de los Guaraníes pueden servir, quizás, para dar una comentario al texto que me has enviado. Hasta que se descubren textos fundadores de los otros pueblos de Bolivia no se puede hacer de otra manera.

Utilizaré los textos Mbya-Guaraní que tratan precisamente de la cuestión ontológica [2].

Los Guaraníes dicen que El primer Padre es el que tiene la facultad de sentirse en el absoluto, lo que me parece decir que la afectividad por la cual la conciencia siente : se siente a sí misma como ser, es propia y no puede transmitirse. Cadogan dice de los nombres del Primer Padre de los Guaraníes : « Ñande Ru Pa-pa Tenonde ; Ñamandui, Ñamandu Ru Ete, Ñande Ru Tenonde, Ñamandu Ru Ete Tenonde, Ñamandu Yma » ; trad. de Cadogan : Nombres del Creador, del Absoluto, figura central de la teogonía de los Jeguakáva ! » [3].

Dos palabras occidentales : “creador” y “absoluto”, pueden preocuparnos. ¿Qué quiere decir esta traducción ? O ¿Qué quieren decir los Guaraníes en su vocabulario ?

Cadogan observa que todas las expresiones que dicen las manifestaciones del Primer Padre tienen una característica idéntica : llevan el sufijo ra.

¿Qué dice aquel sufijo ra ?

« Jera, mbo-jera, guero-fera : la radical ra encierra el concepto de abrir, desatar, desarrollar, conservándose en el guaraní contemporáneo en : Ojera yvoty = se abren las flores ; Kuarahy ombojera yvoty : el sol hace que se abran las flores. (Cf. la voz ra en el Tesoro de Montoya, quien le da también el significado de absolver). Estas tres voces, en los textos de los Jeguakáva, traducen el concepto de crear, y significan no producir de la nada, sino : hacer que se desarrolle, que se abra, que surja » [4].

Bartomeu Melià, a su vez, fija la atención en el sufijo ra. Nota que se aplica a palabras de las cuales el locutor espera que no desemboquen en un fin, una conclusión, sino, por lo contrario, inviten al diálogo, lleven a la imaginación, abran el concepto de manera poética. Lo que sobresale del sufijo ra es algo como el despliegue de la flor. No hay palabra francesa o castellana para decir que se abre en una flor a partir del vocablo flor. La « floración », en francés, quiere decir el desarrollo de todas las flores juntas, como la florescencia, y fleurissement quiere decir el hecho de embellecer un espacio con flores ; por ejemplo, de una tumba. Eflorescence no se emplea para el hecho de abrirse en flor. No sé si en castellano la palabra florescencia o florecimiento o eflorescencia puede expresar la idea de la apertura de una flor. Pero he aquí que el guaraní puede expresarlo mediante el sufijo ra. El concepto que precisamos es el sustantivo de florir y no existe. ¡Ahí empiezan las dificultades de traducción ! Utilizaré, entonces, el vocablo despliegue. Para los Guaraníes, « crear » es desplegarse en flor, lo que también Cadogan traduce por « en el absoluto » porque una conciencia de pura afectividad se siente como absoluto.

La afectividad, siendo absoluta, nadie puede sentirla en lugar de los otros. Las flores, por ejemplo, sentir la afectividad de los animales o los animales sentir la afectividad de las flores. El hecho que uno se siente a sí mismo, como lo que es, eso nadie puede conocerlo o sentirlo en su lugar. Es lo propio. No podemos saber, si las cosas existentes tienen una afectividad por si mismas o no : eso se halla fuera del conocimiento. ¿Los árboles tienen afectividad ? Unos pueden imaginar que sí, otros pensar que no. Pero nadie puede probar su creencia.

Los Guaraníes dicen, sin embargo, que los vientos originarios desaparecen en medio del caos para dar lugar a una luz originaria. Lo que yo digo que es una resultante de los contrarios que, necesariamente, es contradictoria en sí misma. Los vientos originarios se encuentran en medio del caos para dar nacimiento a la luz, es decir, a la conciencia de Nuestro Primer Padre. Esta luz es el sol. No el sol que vemos, sino el corazón, la afectividad. Es la conciencia divina que tiene por imagen el sol. Dicen también que, en su corazón, que es la imagen de la afectividad de la conciencia, el Primer Padre no podía sentirse, sin la reciprocidad, con su Otro. Entonces se descubre a sí mismo, sólo frente al Otro.

« Ñamandu Py’aguachu oguero-jera.
jechaka mba’ekuaá reve oguero-jera. »
 
Creó al (a los) Ñamandu de corazón grande (valeroso)
lo creó simultáneamente con el reflejo de su sabiduría (el sol) [5].

Aquí, Ñamandu es Ñande Ru : Nuestro Padre, y Py’a es el valor del corazón que dice la afectividad o la conciencia afectiva del Primer Padre : la consciencia afectiva de Dios. El corazón es la imagen de la afectividad, la imagen de la conciencia afectiva y lo que está naciendo, como una flor : oguero-jera, se nombra corazón Py’a (guachu=grande). Ñamandu Py’aguachu es el nombre del “Otro”. Pero el “Otro” no es otra cosa que el “Otro” del Primer Padre ! Los Guaraníes dicen la cosa con la idea de simultaneidad, pero también de reflejo del uno por el otro, como lo precisa Cadogan mismo : « Jechaka mba’ekuaá reve oguero-jera : lo creó simultáneamente con el reflejo de su sabiduría (el sol) ».

Hemos visto que el sol es la imagen de la conciencia afectiva, del absoluto. Aquí esta imagen (el reflejo) sirve para decir el Otro de Nuestro Primer Padre. Es decir, que es de la relación con el Otro que puede nacer una conciencia, que es conciencia de sí misma para el Primer !

Así, la reciprocidad es reconocida como el principio de la conciencia del ser. Sin este medio : la reciprocidad, el ser, no podría reconocerse como tal. Podría sentir de manera absoluta, pero no sentir que siente y, menos todavía, tener conocimiento del hecho. No podría superar el hecho de ser, sin saber que es (como se presume de lo que sucede con las piedras o las flores !). Es por eso que la conciencia de sí es superior al ser mismo y que la reciprocidad es el medio que permite al hombre sobrepasar a la naturaleza porque la naturaleza sólo es cuando el hombre piensa.

Los Guaraníes dicen que, luego, el Primer Padre tomó conciencia de aquel hecho ! Y entonces, el Primer Padre expresa claramente aquel hecho inmediatamente después de crear la palabra para decirlo. Entonces se desarrolla, criando el lenguaje y, luego, con el lenguaje afirma el principio de reciprocidad :

« Oãmy vy ma,
o yvára py mba’ekuaá gui,
o kuaa-ra-ra vy ma
ayvu rapyta rã i oikuaá ojeupe.
 
Habiéndose erguido (asumido la forma humana),
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora,
concibió el origen del lenguaje humano » [6].
 
« Ayvu rapyta rã i oikuaá ma vy ojeupe,
o yvára py mba’ekuaá gui,
o kuaa-ra-ra vy ma,
mborayú rapyta rã oikuaá ojeupe.
 
Habiendo concebido el origen del futuro lenguaje humano,
de la sabiduría contenida en su propia divinidad,
y en virtud de su sabiduría creadora
concibió el fundamento del amor (al prójimo) » [7].

Ahora, el principio es dado : los hombres pueden llegar a ser innumerables. Cada uno tendrá su nombre por la palabra :

« Ayvu rapyta-rã i oguero-jera i mavy,
mborayu peteï i oguero-jera i mavy,
o yvára py mba’ekuaá gui,
o kuaa-ra-rá vy ma
mba’e a’ã rapyta peteï i oguero-jera.
yvy oiko eÿ re,
pytü yma mbyte re,
mba’e jekuaa eÿ re mba’e-a’ã peteï i oguero-jera ojeupe.
 
Habiendo creado el fundamento del lenguaje humano,
Habiendo creado una pequeña porción de amor (el principio del amor),
De la sabiduría contenida en su propia divinidad,
Y en virtud de su sabiduría creadora
El origen de un solo himno (el principio del) sagrado lo creó en su soledad,
Antes de existir la tierra
En medio de las tinieblas originarias,
Antes de conocerse las cosas
El origen de un himno (principio del) sagrado lo creó en su soledad » [8].

El poder de la palabra llama a los hombres a nacer en la humanidad o la divinidad.

El Primer Padre creó la relación de reciprocidad como matriz de una afectividad que sea propia de cada uno, pero también de los hombres y de la naturaleza, que el hombre moviliza, cuando hace participar a la naturaleza de la matriz de reciprocidad. En este caso, la conciencia se revela no solamente por ser la conciencia de la humanidad, sino la conciencia que de Dios creador. Eso quiere decir que el ser, nacido de la relación de reciprocidad, pertenece como propio a la comunidad de reciprocidad. Es, quizás, lo que quieren decir los autores que citas cuando dicen : « iLo originario es portador de un nuevo marco ontológico que no separa al ser de la realidad, un marco gnoseológico que no separa al sujeto del objeto. (...) El ser humano no se concibe separado de la tierra, es parte de ella y, más allá de eso, es la tierra misma (ontología de unidad ser-naturaleza o ser-realidad) ; el ser humano no concibe a la tierra como un objeto de conocimiento separado del sujeto cognoscente (gnoseología) » [9].

Entonces, la dificultad de transmisión del sentimiento absoluto del ser mismo, es superada cuando se generan afectividades comunes (el absoluto común es la humanidad en la reciprocidad entre los hombres y Dios, si la reciprocidad incluye a la naturaleza). Por lo tanto, los hombres son dependientes de la reciprocidad ; lo que puede llamarse una sujeción. ¿Cómo relativizar esta sujeción ? Es la palabra la que lo permite.

Los Guaraníes dicen que el Primer Padre creó primero la palabra. La palabra permite a los seres en reciprocidad, comunicarse sin perder, por lo tanto, su autonomía. Entre los concurrentes de la reciprocidad, la relación es mediatizada por los signos de la palabra. Aquellos signos son significantes prestados de la naturaleza (sea objetos materiales, sea los sonidos de la voz de la palabra). Los hombres, para comunicarse, desde entonces tienen que respectar las leyes de los significantes. Y eso es lo que está en el origen de la razón : efectivamente estas leyes imponen una lógica. El uso de la lógica es lo propio de la razón.

Entonces para resumir :

La conciencia de sí encierra el sentimiento en su propia reflexión : lo que es la revelación, que da, a cada uno, el poder de reconocer el sentimiento de sí en el absoluto, como suyo. Es por medio de la reciprocidad que se instituye una fuente del ser que da sentido a todas las acciones de quien participa de la reciprocidad.

La palabra da la oportunidad, a cada concurrente de la reciprocidad, de sobrepasar el absoluto de su experiencia afectiva, cuando la razón le permite comunicarse por medios objetivos. Por esta mediación se puede comunicar con el otro, por nuevas relaciones de reciprocidad, sin perder su autonomía, lo que nos procura una libertad individual.

Pero se puede también usar de esta libertad, por otra relación que la reciprocidad : la razón permite, en efecto, la dominación sobre la naturaleza y usar y abusar de ella (de las plantas, de los animales o de los hombres también. Aquí puede empezar la explotación del hombre por el hombre).

Pero hay más. En la sociedad occidental, la razón es la matriz de la ciencia, porque esta razón respeta la lógica de identidad. Ha aprendido de la naturaleza física sus leyes (de complementariedad o de contradicción) y adoptó su lógica. Sin embargo, esta lógica es la lógica de la física. Pero la razón puede descubrir otras lógicas con la observación de otros datos de la naturaleza, en particular, observando los seres vivientes que obedecen a otra lógica que la lógica de la física. Descubrir la lógica de la vida permite a la razón utilizar otras categorías que las categorías de la lógica de identidad : por ejemplo la intuición o la imaginación.

Es, quizás, lo que quiere decir también los autores que mencionas : « Lo originario es portador de un nuevo marco ontológico que no separa al ser de la realidad, un marco gnoseológico que no separa al sujeto del objeto y un contenido epistemológico que no propone a la razón como la única potencia capaz de realizar conocimiento, sino también plantea a la intuición, los sueños, las visiones, los instintos y otras potencias que Occidente ha desvalorizado. »

Y también : « El ser humano no concibe a la tierra como un objeto de conocimiento separado del sujeto cognoscente (gnoseología) ; y finalmente, el ser no observa racionalmente a la realidad, sino, la sueña, la intuye, la siente y, en general, se relaciona con ella en una interacción complementaria entre semejantes, anulando la dicotomía vivo-no vivo y ser humano-naturaleza » [10].

Estos medios son los medios de los artistas o, a veces, de los religiosos y se tiene que reconocerlos como potencialidades de la razón también. No hay razones para reducir la razón a la razón utilitarista, que utiliza sólo la lógica de identidad ; tampoco de reducir la lógica a la lógica de identidad de la física. En fin, se puede descubrir una lógica que permita dominar las condiciones de surgimiento del ser : la lógica dinámica del contradictorio. Esta experiencia lógica se revela como la experiencia que produce la afectividad originaria (la conciencia absoluta de Ñande Ru en medio de las tinieblas) y que uno puede reconocer por la experiencia de la reciprocidad.

« Propiedad » quiere decir lo que es propio. Entonces la propiedad del ser pertenece a todos los que participan a la reciprocidad. Por lo tanto, hemos vuelto a los orígenes : pachakuti.

La propiedad universal quiere decir que pertenece como propio a todos los hombres. Lo que es un peligro mayor es la privatización de lo que es universal, por algunos, en detrimento de los otros ; no lo propiedad misma.

¿Entonces la tierra es propiedad privada ?

¡No !

¿Podemos decir que la tierra es propiedad universal ?

¡Depende !

Si estamos al nivel de la conciencia afectiva, que no conoce todavía la mediación de la palabra, es decir, el medio de relacionarse con los otros sin perder su autonomía y que, por lo tanto, nos quedamos presos del absoluto de la conciencia afectiva común, en este caso : ¡no ! : la tierra no es propiedad. ¿Por qué ? Porque si estamos al nivel, donde la reciprocidad implica a los hombres y a la tierra, en este caso, el sentimiento que nace de las estructuras de la reciprocidad viene a ser como lo propio del conjunto tierra y hombre : es común (¿Es la pacha-mama ?). ¿No sería lo que quieren decir los autores ? :

« La lógica de propiedad comunitaria de la tierra (y de la propiedad en general) deviene de la ontología y epistemología occidental debido a que asume que la tierra es un recurso externo al ser humano y, asimismo, considera a la naturaleza como un ‘ente’ sin espíritu ; el hombre es el único que contiene en sí mismo al ‘ser en sí’ o espíritu y a la razón. Esto le quita a la misma su autonomía de ser en, por y para sí misma, convirtiéndola en un ente dispuesto a expensas de las decisiones que el ser humano tome por ella. La sabiduría ancestral, por el contrario, considera a la naturaleza como un ser vivo con todo lo que esto implica, es decir, es un ser que sí tiene la autonomía de ser en, por y para sí misma, lo que anula el antropocentrismo occidental ».

« En síntesis, si hablamos del modelo de tenencia y uso de la tierra comunitario como si fuera ancestral, entonces no podemos adjetivarlo como un modelo de propiedad » [11].

Se entiende esta conclusión con una conciencia puramente afectiva.

Pero, en la medida que las relaciones entre los hombres utilizan la razón o en la medida que se ha reconocido una lógica de la naturaleza y se usa sus leyes para superar al carácter absoluto del ser, la naturaleza es promovida como medio necesario al comercio de los hombres y se puede decir que viene a ser una propiedad del hombre.

¿Eso sería una injuria a la naturaleza ? ¡No creo ! ¿Por qué ? Porque dar a la tierra el rol de significante, en el comercio del hombre, es una dignidad nueva para la tierra misma. Pero en este caso, la tierra tiene que ser significante para el hombre en tanto y como propiedad universal. Evidentemente, queda el problema de la lógica. Es un error evidente utilizar la lógica de la física para aplicarla a la vida o la lógica de la vida para aplicarla a la física y, peor todavía, una de estas dos lógicas para aplicarla a los sentimientos humanos o a todo lo que toca a la conciencia afectiva.

De manera general, los que se oponen a la lógica utilitarista o economicista del intercambio occidental, llaman a una lógica de la intuición, pero sin estudiar sus categorías, de tal manera que hacen más invocaciones que proposiciones constructivas, para poder dar una alternativa como, por ejemplo, en Francia, el filósofo Bergson. Se contentan con encantamientos, sin más estudios serios de las categorías de aquella lógica. Los primeros estudios del Mercado 16 de Julio testifican de un esfuerzo para esclarecer unas categorías lógicas. Giran alrededor de la Palabra de Unión, con las imágenes del contorno y del entorno, del rebusque, etc., lo que se encuentra también en los estudios de los tejidos Jalq’a. Pero todo eso queda por el momento bastante escondido.

También queda completa la dificultad de distinguir lo que resulta de la contradicción de los contrarios (lo que es el sentimiento de ser) y lo que pertenece a la expresión por la Palabra de Unión de aquel sentimiento de ser (Sin embargo, se ve lo contradictorio en tanto y como afectividad : la chuima, cuando es producido por la reciprocidad en la feria y se ve la expresión de este sentimiento en la celebración).

Pero, para hacer esta distinción, se necesita una lógica nueva : la lógica dinámica de lo contradictorio. ¿Por qué es necesaria ? Porque la lógica de identidad no es adecuada.

Los Guaraníes dicen que la conciencia de Ñande Ru se abre en flor. No existe, en nuestras lenguas, la palabra sustantiva para decir, a partir de la flor, el hecho de abrirse. En todos los textos, que significan un acto creador de sí mismo, de Ñande Ru o de su extensión de poder creador, los Guaraníes utilizan el sufijo ra que tiene que remembrar el hecho de abrir en flor. ¿Qué quiere decir esto ? Sino que, de la misma manera que la fuerza física puede aumentar, de la misma manera la vida puede crecer y multiplicarse o organizarse. Entonces, de la misma manera la conciencia nacida de lo contradictorio puede crecer por la complejización de sus relaciones constituyentes.

Se puede decir que el eje de la complejización es el eje que va de lo inferior a lo superior del ser. Por lo tanto, se puede decir que hay seres superiores, como los seres humanos, en los cuales la complejización del cerebro llega a ser fantástica.

Lo más importante, para nosotros, es llegar a ser una conciencia, que llegar a ser autónomo, es decir, libre y, luego, capaz de dominar las condiciones de la emergencia de su propia libertad, lo que es lo que los Guaraníes llaman el poder creador : kuaa-ra-ra.

Por el momento, el avance, por la razón de tipo occidental, es un gran avance, pero este avance es parcial y este límite es también una mutilación de la razón completa. Entonces observamos una puesta en tela de juicio de aquella razón occidental. Primeramente, la parte de la revelación del ser, que no responde a la lógica de identidad, se rebela, porque, por esta lógica, es estropeada. Es evidente que el sufrimiento del ser, por los abusos de la lógica occidental y de la razón utilitarista, justifica la resistencia, pero lo que puede superar los límites de la razón occidental es el descubrimiento de la lógica que permite a la razón abrir su perspectiva con nuevas categorías, para enfrentar las cuestiones de la vida y del pensamiento.

Entonces estoy de acuerdo con la proposición los autores cuando dicen : « Debemos buscar nuevos marcos ontológicos, gnoseológicos y epistemológicos que se constituyan en propuestas complementarias a la filosofía (con sus respectiva ontología, gnoseología y epistemología) de Occidente » [12].

*

Pour citer ce texte :

Dominique TEMPLE, "Estudios Guaraníes I. “Ñamandu Py’a Guachu”", Bolivia - Matrices de civilización - Sobre la teoría económica de los pueblos andinos , 2006, http://dominique.temple.free.fr/reciprocite.php, (consulté le 26 avril 2024).

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Notes

[1] Maya RIVERA MAZORCO y Sergio ARISPE BARRIENTOS, La revolución agraria en Bolivia - Algunas propuestas sobre la nueva política de tierras, 24-04-2007, cf. Artículos de Maya Rivera Mazorco y Sergio Arispe Barrientos, in Rebelión

[2] CADOGAN, León. Ayvu Rapyta, Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá, primera edición : São Paulo, Brasil : Universidade de São Paulo, Faculdade de Filosofia, Ciencias e Letras, Boletim N° 227 - Antropología N°5, 1959. Segunda edición preparada por Bartomeu MELIÀ, Biblioteca Paraguaya de Antropología, Vol. XVI, Asunción de Paraguay : CEADUC-CEPAG, 1992.

[3] Generalmente se les aplica el nombre de Mbyá ; pero el nombre por el que ellos mismo se designan en sus tradiciones es Jeguakáva. En el lenguaje común, significa adorno (de plumas para la cabeza) ; en el vocabulario religioso, es el nombre utilizado para designar al hombre, a la humanidad masculina. Cf. CADOGAN, León. (1992), p. 14.

[4] CADOGAN, León. (1959), p. 17.

[5] Ibíd., cap. VI, p. 21.

[6] Ibíd., cap. II, p. 19.

[7] Ibíd., cap. IV, p. 20.

[8] Ibíd., cap. IV, p. 20. (Entre parentesis, modificación propuesta de D. Temple).

[9] Maya RIVERA MAZORCO y Sergio ARISPE BARRIENTOS, op. cit.

[10] Ibíd.

[11] Ibíd.

[12] Ibíd.