El desequilibrio de la reciprocidad que causa la superioridad de uno de sus dinamismos constitutivos sobre otro, impone una polaridad que instaura una dialéctica y define dos formas antagónicas de la reciprocidad : positiva y negativa.
El valor producido por la reciprocidad se representa de manera no contradictoria y objetiva. En la dialéctica de la reciprocidad positiva : el imaginario del prestigio, en la dialéctica de la reciprocidad negativa : el imaginario del honor.
La reciprocidad simétrica deviene la matriz de una relación contradictoria entre los socios que se convierten, a imagen del Tercero incluido, en la Conciencia. Esta encarnación del Tercero como sujeto humano en lugar del sujeto biológico se traduce por la singularidad absoluta (el Uno), mientras que el o los otros socios aparecen también como singularidades absolutas pero de una alteridad igualmente radical (el Otro). Sin embargo, entre el Uno y el Otro, el Tercero incluido no deja de nacer y aparecer como su principio común : el Espíritu.
La reciprocidad simétrica relativiza todo tipo de imaginario. Por lo tanto, el valor que produce es invisible : sentimientos puros específicos según las estructuras que lo personifican : valores éticos.