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Publicado por INAUCO, N° 19-20, año VIII, Madrid, 1990.

Europa

Glásnost, Democracia, perestroïka

Dominique TEMPLE | 1989

No conocemos sino una interpretación occidental de la perestroïka, la interpretación capitalista. Tomadas por sorpresa, las fuerzas de la izquierda están mudas o muy turbadas.

Sería imposible que democracia, reciprocidad y transparencia, ideales de la revolución, emerjan de los últimos decenios del socialismo : se alzarían más bien contra la herencia socialista, hasta cuando son puestas en marcha por comunistas. La condena del colectivismo es, en efecto, tan radical que permite al mundo capitalista hacer la amalgama del colectivismo y del socialismo. Ahí mismo la perestroïka está interpretada como la adhesión del socialismo al liberalismo, la confesión de una derrota, el desmoronamiento mismo del comunismo. No es solamente el colectivismo estalinista, sino hasta la crítica de Marx, los que serían arrastrados por el movimiento popular liberado por la glásnost, la democracia y la perestroïka.

Esta manera de ver perpetúa la competencia entre el Este y el Oeste, da hasta la victoria al Oeste. Sin duda, podemos hacer algo mejor. Por tanto, los mismos representantes soviéticos, aunque rechazan la interpretación de la perestroïka como una rendición al librecambio y a la democracia burguesa, no proponen las premisas de ninguna otra teoría ; su tesis de una economía de mercado socialista nos depara la idea de una descentralización de la planificación y se reúne con aquella de la economía mixta : ahí no hay nada de revolucionario.

No nos queda sino el pensamiento de Gorbachov para ver lejos y afianzar los principios de una nueva economía mundial : los principios de solidaridad y de reciprocidad entre las naciones. Gorbachov se refiere igualmente a los valores éticos. Durante mucho tiempo, los marxistas, para oponerse al idealismo, a la utopía religiosa, a la metafísica, se definían como materialistas, aunque su materialismo tenga poco que ver con el cientifismo del siglo XIX. Este materialismo firmaba la reconquista para todos del derecho a participar en la génesis de la Humanidad. Pero de ese materialismo, muchos se pasaron a un materialismo que se mide por la vara del materialismo capitalista.

El materialismo hoy en día reivindica para el hombre la responsabilidad de ser el creador de los valores éticos, de ser el origen de la vida espiritual. Los valores humanos son los frutos del árbol, el árbol hunde sus raíces en la tierra. La reciprocidad, la perestroïka, son la estructura elemental que hacen existir los valores humanos. Ella es el principio de vida de toda democracia.

Cuando Mijail Gorbachov habla de tercera revolución, propone sobrepasar las dos primeras o que la reflexión alcance más profundamente lo que es el orden de lo primordial. Llama a la revelación, a las raíces del ser. El marxismo-leninismo debe consecuentemente ser profundizado e incluso superado por una crítica más radical y no mitigada del liberalismo burgués. Sobre las cuestiones de la propiedad, del interés privado, de la acumulación capitalista, la crítica se mantiene tan rígida como la de Marx, y pone en duda lo que los análisis de 1789, de la Comuna, o de Octubre de 1917 no se atrevieron a tocar : la estructura misma del intercambio : la crítica debe alcanzar hoy hasta las razones de las comunidades humanas, volver a encontrar los principios de reciprocidad que las fundaran.

Las organizaciones revolucionarias del mundo entero tienen un reflejo tibio ante la perestroïka : están de acuerdo sobre la débil idea de que el “gorbachovismo” sería un asunto de la Unión Soviética. Es incontestable de todas formas que el análisis teórico de Gorbachov sobrepasa el marco soviético, no a causa de la influencia mundial de ese gran país, sino porque sus bases de pensamiento son universales. Es la Humanidad entera que se encuentra ante la cuestión de la supervivencia, obligada a la reflexión común : el argumento pacifista y el argumento ecológico no tienen fronteras, ponen en duda la competencia, el poder para todas las naciones y obligan a recurrir a la ética universal. La libre decisión reconocida por la Unión Soviética para todas las naciones es ella misma la condición de validez de un diálogo internacional. Pero lo que es insostenible es dejar creer que los capitalistas tienen, gracias al hecho de la democracia, toda libertad para imponer su punto de vista.

La democracia no es sumisión a la ley del más fuerte económico, irreducible a la colaboración. Las nuevas tesis hacen más necesario que nunca un nuevo orden económico mundial. Ya es tiempo para darse cuenta de la importancia de los principios que sustituyen a los del colectivismo y dan vida a las comunidades. Hay que reconocer en la perestroïka, en la reciprocidad, el nuevo mecanismo de desarrollo. Sobre la territorialidad recobrada de las comunidades humanas, el intercambio debe ser enfeudado a la reciprocidad fundadora.

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Publicado en la Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal (RIDAA), INAUCO Instituto Intercultural para la Autogestion y la Acción Comunal - Universidad politécnica de Valencia, N° 19-20, año VIII, primavera 1990, pp. 30-38.

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