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Publicado por INAUCO, n° 19-20, año VIII, Madrid, 1990.

Europa

Carta a Mijail Gorbachov

Jean CARDONNEL, Mireille CHABAL, Dominique TEMPLE | 1989

Mijail Gorbachov,

Un gran soplo vino del Este para reanimar la esperanza de paz. Nos sorprendió o, más bien, no nos esperábamos que viniera de las nieves del Kremlin. Es la primavera en Moscú... Usted sueña con un templo o con una ciudad radiante en la cima de una colina. Su palabra nos recuerda el pensamiento de Gandhi, su provocación no violenta por la paz. Nos vuelve a descubrir los horizontes deslumbrados de un gran negro americano, Martín Luther King, quien decía : “Vi la tierra prometida”.

Oímos casi por primera vez en el mundo occidental a un responsable político tener un lenguaje de humanidad, un lenguaje no utópico, ya que atestigua un profundo respeto de la realidad, puesto que nace de la inteligencia de la vida concreta de los hombres de hoy día.

« Desde siempre filósofos y teólogos han tratado ideas sobre valores humanos eternos pero no se trataba sino de especulaciones escolásticas condenadas a no ser sino un sueño utópico » [1].

Hoy en día, la Humanidad está obligada, bajo la amenaza de una muerte nuclear, a recurrir, para pensar en su supervivencia, a la solidaridad.

« Clásico en su tiempo, el precepto de Clausewitz, según el cual la guerra es la continuación de la política por otros medios, está irremediablemente superado... Por primera vez en la Historia, basar la política internacional sobre normas morales y éticas comunes a la Humanidad entera se ha convertido en una exigencia vital » [2].

Una amenaza planea sobre la inmortalidad del género humano. No es porque él fuera mortal sino porque los mismos hombres tienen, a partir de ahora, el poder de destruirlo.

« Nosotros – la Humanidad entera – estamos embarcados en el mismo navío y no tenemos otra posibilidad que zozobrar o navegar juntos… Debemos ganar todos ; si no, perderemos todos » [3].
 
« La espina dorsal de una nueva manera de pensar es el reconocimiento de la prioridad dada a los valores humanos, o para ser más precisos, a la supervivencia de la Humanidad » [4].

Usted revela que la supervivencia de la Humanidad depende de un último recurso : la ética. Vemos ahí, de repente, como al llegar al borde de un precipicio, el abismo de nuestro sistema de civilización. Al Este como al Oeste, los valores humanos son tragados. Es la muerte total, la muerte del ser. Desde entonces la perestroïka es más que una gran reforma económica : es una revolución. No concierne solamente a la Unión Soviética, sino al mundo entero.

« Hoy en día, hemos entrado en una época donde el interés de la Humanidad entera deber situarse en la base del progreso. La comprensión de este hecho exige que la política mundial parta, a su vez, de la prioridad de los valores universales » [5].

Las Naciones Unidas escuchan por fin una voz que coloca a los detentadores del realismo político entre los ingenuos.

« Sería ingenuo pensar que los problemas que desgarran a la Humanidad contemporánea pueden ser resueltos por los medios y métodos que han sido utilizados o parecían convenientes en el pasado » [6].

Pero he ahí que usted renuncia a la captura de la paz, a su apropiación en las normas de su ideología. Es a la desimperialización del mundo a la que usted procede cuando propone que la paz sea desde ahora el fruto del diálogo, de la comprensión mutua, en fin, de la reciprocidad.

« Estamos lejos de considerar que nuestra visión sea la única buena. No disponemos de ninguna solución universal, pero estamos dispuestos a cooperar con toda sinceridad y honestamente con miras de buscar respuestas a todos los problemas, hasta a los más arduos, pero queremos cooperar sobre un pie de igualdad en la comprensión mutua y en la reciprocidad » [7].

El diálogo, y mejor aun, la comprensión mutua. He ahí lo que se opone radicalmente a toda solución unilateral y que nos lleva a esa claridad luminosa de la reciprocidad. Según nosotros, no es por azar que usted ha colocado en tercer y último lugar este término de reciprocidad. He ahí una palabra que tomamos en toda su resonancia. La igualdad podría concebirse en la línea de una corrección de las desigualdades de nuestro sistema actual - el sistema de intercambio, individual o colectivo - pero la comprensión mutua, he ahí que ella ya va contra el objetivo clásico del interés, motor del intercambio. Ella nos conduce inmediatamente a la reciprocidad.

Me parece percibir que usted pone en duda algo más que el intercambio desigual : el intercambio mismo.

Al contrario de una opinión común que admiten bastantes revolucionarios, el intercambio no es la forma suprema del respeto del prójimo, parte siempre de la consideración de sí y no de la consideración del otro. Incluso en el intercambio igualitario, el interés de cada uno se impone sobre el bien común,

« La fórmula del desarrollo en detrimento del otro llega por sí misma a su fin ; a la luz de las realidades de hoy, un verdadero progreso no es posible ni en detrimento de los derechos y libertades del hombre y de los pueblos, ni en detrimento de la naturaleza » [8].

Estamos felices de ver que usted cuestiona, como nunca esto se ha hecho de manera tan firme, no solamente todo lo que es hegemónico en el mundo sino también la única fórmula considerada como reguladora de la economía mundial, el mismo intercambio.

« Nos hemos aproximado al límite, más allá del cual la espontaneidad desordenada conduce a un callejón sin salida. Así, la comunidad internacional deberá aprender a formar y a dirigir los procesos de forma que se pueda salvar la civilización, de hacerla más segura para todos y más favorable para una vida normal ».
 
« Se trata de una cooperación cuyo sentido podría más bien ser expresado por las palabras “co-creación” y “co-desarrollo” » [9].

Usted se identifica con las aspiraciones de la Humanidad entera que se abre hacia un horizonte muy diferente al del interés. Ahí nos pone en evidencia todo su rigor, puesto que usted se eleva directamente contra la primacía de aquello que, privado o colectivizado, conduce al imperialismo.

Usted ha visto en el orden del desarmamiento la vanidad de lo absoluto de una fuerza destructora.

« Símbolos materiales y portadores de una potencia militar absoluta han puesto al mismo tiempo en evidencia los límites absolutos de esta potencia » [10].

Usted no podía dejar de ver hasta qué punto la gran potencia es vana tanto por su forma militar o económica.

« El crecimiento económico mundial descubre las contradicciones y los límites de la industrialización de tipo tradicional. Su extensión a lo largo y en profundidad nos empuja a una catástrofe ecológica » [11].

Bajo la presión de los hechos, los dos pilares de la real política se derrumban :

- 1) La potencia todopoderosa de un Estado, obtenida gracias al crecimiento de la fuerza militar.

- 2) La industrialización ilimitada, el concepto de un desarrollo económico tal como se practica, “en detrimento del otro” o de la naturaleza.

La cuestión, hoy en día, no es situarse sobre el mismo terreno que las naciones capitalistas sino mostrar que el socialismo es una capacidad innovadora de relaciones humanas. También usted propone transformar la competencia entre las naciones en emulación para contribuir a la felicidad de todos.

Es la vida de la Humanidad la que usted escoge para fundar la economía en lugar del interés privado, principio de la muerte del ser. No obstante, hasta ahora nuestras reformas y revoluciones han sido hechas en un marco motivado por el interés, en el estricto marco del intercambio : por sus formas colectivistas, las revoluciones, que han inspirado el marxismo, no han cuestionado este intercambio.

Todas las estructuras económicas actuales, planificadas en el Este, privatizadas en el Oeste, son estructuras de intercambio y el modo de producción occidental entero está unificado por el interés. Pero la ética que usted invoca, como el potencial del socialismo, es justamente lo que destruye el interés. Sería naturalmente una paradoja referirse a la ética universal si la reforma económica de la perestroïka no tuviera sino como último efecto exacerbar el interés privado. Es necesario entonces inscribir esta misma reforma económica en la estructura fundamental que usted llama la reciprocidad que lejos de justificar el interés, libera por el contrario la iniciativa de cada cual al servicio de la felicidad del otro.

« La economía mundial está en trance de convertirse en organismo único fuera del cual ningún Estado puede desarrollarse normalmente, cualquiera que sea su régimen y cualquiera que sea su nivel de desarrollo económico ».
 
« Esto pone en el orden del día la cuestión de la elaboración de un mecanismo fundamentalmente nuevo de funcionamiento de la economía mundial, de una nueva estructura de la división internacional del trabajo » [12].

Elaborar un nuevo mecanismo de la economía, una nueva estructura de la división del trabajo, es reemplazar la vieja estructura del intercambio por la nueva estructura de la reciprocidad.

Usted pone en evidencia que se vuelve imposible no sobrepasar el egoísmo del intercambio. La reciprocidad, por el contrario, da vida a un Tercero, Otro diferente de sí mismo, que no se reduce a ningún otro particular : se trata de la Humanidad, ese Otro al infinito, el ser al cual cada uno está llamado en lo que hay de más singular, un ser-más, una "plusvalía de ser".

El descubrimiento del principio de reciprocidad, como fundamento de la ética, pone a disposición de todos el poder de construir la Humanidad. He ahí el ideal que animaba a los grandes revolucionarios :

« Elevar el nivel de las responsabilidades sociales como el de la esperanza » [13].

Su sentido de la ética y de su fe en la Humanidad son los frutos del Árbol de la Vida reencontrado.

Nos parece que todo su esfuerzo conduce hoy a plantar ese Árbol de la Vida sobre el suelo común de toda la Humanidad para que sus raíces vengan de todas las naciones y sus hojas y sus frutos se extiendan sobre la tierra.

Lo que en un principio usted planeaba para la Unión Soviética concierne ahora al mundo entero. Mientras que usted reconoce que la fuerza de las naciones y hasta la amenaza de la fuerza no puede determinar más las relaciones mundiales, usted ve surgir una nueva energía en los pueblos que subordina los intereses particulares al interés superior de la Humanidad.

« El impulso hacia la independencia, la democracia y la justicia social se manifiesta en toda la multiplicidad de sus planes y de sus contradicciones por movimientos populares amplios y con frecuencia violentos. La idea de democratización del orden mundial en su conjunto se ha convertido en una potente fuerza política y social » [14].
 
« Unas fuerzas se han constituido en el mundo que empujan, de una manera u otra, a entrar en un periodo de paz. Los pueblos, amplios sectores de la opinión pública, desean en efecto arduamente que las cosas mejoren y quieren aprender a cooperar. A veces incluso estamos impresionados por la fuerza de esta tendencia. Es importante que este género de sentimientos comience a concretarse en la política » [15].

Esta internacionalización de la cooperación y del respeto del prójimo está en el origen de una democratización radical que usted coloca como el epicentro de la revolución en el corazón de las relaciones de todos los pueblos de la tierra, al más alto nivel : La Organización de las Naciones Unidas.

Usted no renuncia al ideal de la Revolución de Octubre cuando usted constata, a partir de los hechos históricos, que hay que superar la idea de un partido o de una nación revolucionaria por aquella de una vida democrática en la cual todos los hombres y todos los pueblos tienen los mismos derechos.

« El carácter obligatorio del principio de libre elección está igualmente claro para nosotros. No reconocer ese principio conlleva a la consecuencias más graves para la paz universal. Negar ese derecho de los pueblos, bajo cualquier pretexto, bajo cualquier fórmula, significa atacar al equilibrio frágil que se ha conseguido instaurar. La libertad de elección es un principio universal que no debe conocer excepciones » [16].

Es una ruptura decisiva con la estrategia de ayer, la estrategia de Lenin. Hoy usted propone inaugurar la práctica de una democracia directa y generalizada.

Pero esta democracia es lo contrario de la tiranía del liberalismo y del colectivismo ; usted no minimiza el peligro que un gran número decepcionado por tal socialismo, cerrado al deseo de la felicidad de cada persona, se dirija hacia una concepción liberal de la libertad. Su apuesta es tan audaz que corresponde a la exigencia del momento : liberar la iniciativa, sin volver a la ganancia como móvil de las actividades humanas. La fragmentación de los individuos polarizados por su éxito no puede ser de ninguna manera un remedio al régimen autoritario.

La libertad del liberalismo, la libertad privada de complemento, la libertad autosuficiente es aquella de un tipo de hombres que se bastan a ellos mismos, libertad de estar aislados los unos de los otros.

Algunos hoy, hasta en la misma URSS, evocan todavía un paraíso donde el intercambio produjera la abundancia y la paz. Se sueña con un intercambio sin explotación del hombre, como los aztecas soñaban, antes de la llegada de los occidentales, con un tiempo nuevo donde el sacrificio a los dioses no implicara el sacrificio humano.

En su libro Perestroïka, A. Aganbeguian recuerda con nostalgia :

« La producción de mercancías y las relaciones mercantiles y monetarias aparecieron muchos siglos antes del capitalismo. (…) En la antigua Grecia y en la antigua Roma había mercados bastante desarrollados, el sistema monetario funcionaba ; las relaciones mercantiles existían igualmente en la sociedad feudal de la Edad Media » [17].

Pero en la antigua Grecia, el valor no se elaboraba a partir del intercambio ; la teoría del valor económico era aquella del valor de reciprocidad. El prestigio obtenido por la redistribución establecía la jerarquía de las responsabilidades. El crecimiento económico estaba él mismo motivado por la competencia, por el prestigio. El intercambio existía pero se veía menospreciado, reservado a los esclavos. Evidentemente, el simple hecho de que se encontraran acorralados seres humanos vistos como subhombres muestra que todas aquellas formas antiguas de reciprocidad estaban condenadas a muerte, puesto que su concepto excluía al extranjero y engendraba la esclavitud.

La reciprocidad no se libera de sus alienaciones si no se da, a la vez, un horizonte universal. Sin la humanidad, la reciprocidad es un privilegio. Sin la reciprocidad, la humanidad no es más que un engaño.

El intercambio, práctica universal, puede cumplir con su papel con la condición de estar subordinado a la reciprocidad. Ahí donde se despliega sin mesura, provoca el subdesarrollo del Tercer y del Cuarto Mundo, la desaparición de los más fundamentales valores humanos. En el sistema capitalista, la misma crítica es incapaz de aceptar el reto y la vida no tiene refugio.

Usted rechaza el engranaje liberal y la mecánica colectivista como los únicos polos de la alternativa de nuestra Humanidad.

Apreciamos el coraje con el cual trata de liberar el impulso revolucionario de lo que lo frenaba, la sumisión religiosa a la trascendencia de la colectivización : de igual modo que, sobre el altar del culto de la personalidad, se inmola a la personas ; sobre el altar de la colectivización, se sacrifica a la comunidad. En todos los sitios en donde fue impuesto, el colectivismo forzó a los pueblos al repliegue sobre unas bases de subsistencia al margen del socialismo, de la industrialización y hasta de la historia, porque paralizó la reciprocidad.

Colectivizar es retirar a cada cual la iniciativa del don ; es militarizar la riqueza de la imaginación y la extraordinaria variedad del nombre del hombre, hasta su dignidad y su mismo prestigio.

Colectivizar es caricaturizar la comunidad, es matar la vida. Es como si todos los escalones que suben al templo en la cima de la verde colina fuesen suprimidos ; como si el estado no fuese más que una alta meseta inaccesible a los humildes para sólo estar reservado a aquellos que supiesen acoplarse al aparato del partido para acceder a él.

La ciudad radiante se convierte en la ciudad prohibida.

« Ese comunismo vulgar, decía Marx, esa primera superación positiva de la propiedad privada no es sino una manifestación de la ignominia de la propiedad privada » [18].

Si en su país la colectivización fue, según usted, necesaria a la victoria ganada en nombre de la Humanidad entera sobre el nazismo, no se deduce que sea una fase normal del desarrollo socialista ; es por lo tanto así como fue interpretada por el estalinismo. Este error le cuesta hoy al movimiento socialista a escala mundial estar en el callejón sin salida, ya que la colectivización rompe el resorte fundamental del progreso que usted llama el factor humano :

« Lo que es grave es que la gente haya perdido el hábito de pensar o de actuar de manera independiente y responsable » [19].

Nosotros basamos la realidad humana y el mismo nombre de Humanidad sobre la reciprocidad ; decimos que es la reciprocidad lo que permite al hombre ser el origen de su ser. Entonces, sin reciprocidad, fuera de alcanzar un pensamiento común, lejos de alcanzar la paz, fuera de toda responsabilidad, separada de toda esperanza, sólo quedan nuestras conciencias individuales, unidas a la defensa de los intereses egoístas, aquella que usted denomina justamente como de consumo vulgar, es decir, burgués. Es la colectivización la que, en los países socialistas, destruyó la participación de cada cual en la reciprocidad. También es indispensable recordar que el socialismo no puede ser una construcción a priori :

« El desarrollo de la democracia es la principal garantía de la irreversibilidad de la perestroïka. Cuanto más democracia socialista tengamos, más socialismo tendremos. Tal es nuestra inquebrantable convicción, una convicción que no nos dejará jamás. Haremos avanzar la democracia en economía, en política y en el interior del partido mismo. La creatividad de las masas sigue siendo la fuerza decisiva de la perestroïka. No hay nada más poderoso » [20].

Es indispensable, y no solamente en la Unión Soviética, reafirmar como soberano el poder democrático sobre bases nuevas y redefinir los Soviet como unas comunidades de reciprocidad. Será un formidable ejemplo para todas las comunidades socialistas del mundo.

Es, sin duda, vital para la misma perestroïka descubrir sus relaciones con las comunidades de reciprocidad instauradas a lo largo de la historia en el mundo entero.

Si los Soviet no se reconocen en las estructuras ya establecidas por las tradiciones de reciprocidad de cada pueblo, los valores más modernos no se arraigarán, los pueblos serán prisioneros de su identidad negada hasta que el frente de la independencia étnica se convierta en un frente revolucionario.

Hoy, toda comunidad étnica opone sus valores de reciprocidad a la alienación del poder erigido sobre la ganancia. La dinámica étnica, de todas las luchas de liberación del Tercer Mundo, es lo que salva del imperialismo del intercambio a los valores de reciprocidad fundamental. Civilizaciones enteras se yerguen contra el materialismo del intercambio.

Su Estado es el mejor situado en el mundo para no ignorar las cuestiones étnicas que pueden ensangrentar el planeta. El diálogo, sobre la cuestión previa del respeto de las fronteras étnicas, debe poder evitar el desmoronamiento de Babel.

Volver a descubrir el sentido de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas es apelar a la desverticalización del poder.

No se atacará en sus raíces el principio de hegemonía, contrario a la reciprocidad, mientras permanezca viva la idea de una etnia dominante. Del mismo modo que usted no puede concebir una patria del socialismo, no puede contemplar la primacía de una cultura. Si la tierra Ármenla tiembla, el poder imperial de Moscú no es mejor solución que el separatismo. Estamos seguros de que, en nombre de su principio absoluto de inviolabilidad de la libre elección, usted preferirá coordinar a dar órdenes.

Es de capital importancia que la Humanidad reconozca lo más pronto posible la reciprocidad, como principio de la ética, si quiere evitar que los unos y los otros no retrocedan hacia los espejismos del pasado o no se pierdan en la falsa solución del intercambio.

Existe un prejuicio coriáceo según el cual las comunidades de reciprocidad tradicionales serían primitivas. Tenemos que invertir este postulado : esas comunidades prefirieron quedarse al margen de nuestra evolución, para salvar lo que hay de eterno en el hombre. Su negativa a participar en un mundo materialista, preservó hasta ahora su ser espiritual como el propio corazón de la humanidad. La resistencia de las comunidades de reciprocidad al movimiento, aunque irresistible, de la economía de intercambio, demuestra el respeto de las condiciones del advenimiento del ser humano.

Nosotros disociamos hoy la idea de “primordial” de la de “primitivo”. Lo que guardan, para los tiempos futuros, esas comunidades son los principios fundamentales del nacimiento y del renacimiento de la Humanidad universal ; son las raíces del ser. Es del claro reconocimiento de esos principios, de lo que esperamos la generalización de las bases revolucionarias de la Humanidad de mañana.

Como usted propone la idea de reunir regularmente, bajo la égida de las Naciones Unidas, una asamblea de organizaciones sociales del mundo entero, no sería más conforme a su proyecto de suscitar una conferencia internacional para que todas las comunidades étnicas sean reconocidas universalmente como culturas y palabras imprescriptibles de la Humanidad y que sus derechos sean protegidos por una nueva Carta. ¿No es ya hora de condenar solemnemente todo etnocidio, ahora, que esas culturas capitales del patrimonio de la Humanidad están amenazadas de desaparición ?

Cuán felices seríamos si usted utilizara su prestigio, al lado del movimiento comunista internacional para que se reconozca a las comunidades de reciprocidad, como los fermentos de una nueva revolución, en vez de reducirla a una mano de obra proletaria. ¿En vísperas de su muerte, el mismo Marx no había abierto esta vía reconociendo las bases de la revolución futura en las comunas campesinas de su país ?

« El estudio especial que hice y donde busqué los materiales en las fuentes originales me convenció de que esta comuna es el punto de partida de la regeneración social en Rusia, pero con el fin de que pueda funcionar como tal habría, primero, que eliminar las influencias deletéreas que la acosan desde todos los lados y después asegurarle las condiciones normales de un desarrollo espontáneo » [21].

Esas comunidades, irreductibles al culto de la acumulación y del intercambio soberano puesto que son indiferentes u hostiles a la privatización y a la ganancia, se convertirían en otras tantas fuentes de revolución que usted desea para construir una sociedad al fin solidaria.

Es posible generalizar los principios que usted propone en la cima y de redoblar la dinámica que viene desde arriba por una dinámica que viene desde abajo. Descubriendo la reciprocidad, como estructura generalizada del ser de la Humanidad y como la base de la democracia, usted ha hecho de esta manera renacer la esperanza para toda la Humanidad.

La reciprocidad se convierte en el principio de una tercera revolución.

« Los más grandes filósofos han tratado de comprender las leyes del desarrollo social y responder a esta pregunta capital : Cómo hacer feliz, justa y segura la vida del hombre. Dos grandes revoluciones, la francesa de 1789 y la rusa de 1917, ejercieron una influencia poderosa sobre el carácter mismo del proceso histórico y modificaron fundamentalmente el curso de los acontecimientos mundiales. Pero hoy un nuevo mundo está naciendo delante de nuestros ojos. Exige la búsqueda de nuevas vías hacia el futuro » [22].

La Revolución francesa opuso a la alienación de los sistemas de reciprocidad en la imaginación de los poderosos, el sistema de intercambio, pero éste no suprimió solamente las alienaciones de la reciprocidad ; suprimió la reciprocidad misma.

En cuanto a la Revolución de Octubre, por su colectivización del intercambio, rompió con la ganancia pero sin restaurar la reciprocidad ; más aun : la destruyó donde existía todavía.

Usted vuelve a descubrir el principio universal que funda a toda la Humanidad desde los orígenes. Y usted desea volver a poner en las manos de los propios pueblos, representados en las Naciones Unidas, una formidable ambición. Ellos no sabrían responderle si no innovan una revolución que hiciera referencia desde una tradición menos profunda a una tradición más profunda.

Una palabra maestra nos llega, cuya fuerza simbólica transciende las fronteras del país y del pueblo que la profiere.

La perestroïka desencadena la visión de un cuadro que se mueve y parte hacia un horizonte insospechable. Las últimas sílabas de la perestroïka sugieren la troïka. Los poetas de los pueblos y los pueblos poetas miraban con ojo escéptico donde la tristeza le disputaba a las ilusiones muertas, una troïka inmóvil, petrificada. Ella evocaba el fin de todos los impulsos populares y de repente se mueve, arranca al ritmo de una esperanza indesarraigable y sus campanas, campanillas y campaniles no cesan de tocar en la gran estepa rusa... hacia el infinito. Sus caballos precipitan su paso. Ella despega de la tierra congelada, alcanza las alturas de un universo donde se borran las querellas de campanarios en la hora en que hombres y mujeres de su tierra viajan a través del espacio.

Si la troïka se libera de su carril, si tiene alas, sabemos que el imperio del frío puede desaparecer y los mismos Estados podrían bien no ser monstruos fríos, ya que usted invita a Estados y pueblos a corresponder de manera creativa a los acontecimientos.

« El tiempo ha dado materia a la reflexión.
La evolución del mundo atraviesa un momento crucial » [23].

Por más importantes que sean, las dos grandes revoluciones de nuestra civilización no han llegado hasta las raíces del Árbol de la Vida.

En sus límites, se plantea la pregunta sobre la supervivencia de la Humanidad. Es su ser lo que está en juego. Se arraiga en la reciprocidad.

Millares de hombres la suscitan y la resucitan en las fronteras del intercambio.

El hielo del intercambio está roto entre los pueblos. Comienza la solidaridad. Van a surgir iniciativas. Se esboza entonces el “co-desarrollo” y la “co-creación” : gestos estructurales de inagotable reciprocidad.

*

Jean CARDONNEL, Mireille CHABAL, Dominique TEMPLE,

Enero, 1989

Primera publicación en la Revista Iberoamericana de Autogestión y Acción Comunal (RIDAA), INAUCO, Instituto Intercultural para la Autogestión y la Acción Comunal - Universidad politécnica de Valencia, N° 19-20, año VIII, primavera 1990, pp. 15-38.

Publicado también en francés por el Mensuel du Service Œcuménique de Presse et d’Information, n° 17, juin 1990, Ediciónes CIMADE.

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Notas

[1] GORBATCHEV, Mikhaïl, Perestroïka. Vues neuves sur notre pays et le monde. Ed. francesa, Flammarion, 1987, p. 207.

[2] Ibíd., p. 200.

[3] Ibíd., p. 207.

[4] Discurso de M. GORBATCHEV ante la ONU del 7 De diciembre 1988, Bulletin édité par le Bureau soviétique d’information, 14 place du General Catroux, 75017 Paris, p. 3.

[5] Ibíd., p. 3.

[6] GORBATCHEV, M. Perestroïka. Vues neuves sur notre pays et le monde., op. cit., p. 14.

[7] Ibíd., p. 13.

[8] Discurso de M. GORBATCHEV ante la ONU., op. cit., p. 4.

[9] Ibíd., p. 4.

[10] Ibíd., p. 2.

[11] Ibíd., p. 2.

[12] Ibíd., p. 2.

[13] GORBATCHEV, M., Perestroïka. Vues neuves sur notre pays et le monde., op. cit., p. 38.

[14] Discurso de M. GORBATCHEV ante la ONU., op. cit., p. 6.

[15] Ibíd., p. 7.

[16] Ibíd., p. 5.

[17] AGANBEGUIAN, Abel G. Perestroïka. Le double défi soviétique. Ed. francesa, Economica, 1987, p. 139.

[18] MARX, Karl. Manuscrit de 1844. Paris, éd. Sociales, 1972, troisième Manuscrit, p. 87.

[19] GORBATCHEV, M. Perestroïka. Vues neuves sur notre pays et le monde., op. cit., p. 88.

[20] Ibíd., p. 86.

[21] MARX, K. Carta a Vera ZASSOULITCH. 8 Mars 1881.

[22] Discourso de M. GORBATCHEV ante la ONU, op. cit., 1988.

[23] Ibíd, p. 1.