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Teoría de la reciprocidad, La Paz, Padep-gtz, 2003.

Tomo III – El Frente de Civilización

3. Introducción

Javier MEDINA | 2003

El malentendido recíproco entre dos civilizaciones antagónicas

Los medios de comunicación masivos nos ofrecen, simultáneamente, dos visiones contrapuestas del mundo en que vivimos ; por un lado, la noción de “globalización” sugiere que hay un solo mundo, regido por el Intercambio y la hegemonía del capitalismo liberal (y calla el hecho de que, en la mayoría del Tercer Mundo, el capitalismo liberal no acaba de funcionar, justamente, porque su gente vive también bajo el principio de la Reciprocidad) ; por otro lado, la noción de “choque de civilizaciones” sugiere una visión maniquea de un mundo polarizado y en conflicto que, ahora, se focaliza en la guerra que lleva a cabo el occidente judeo-cristiano, el imperio del Bien, contra el Islam, el imperio del Mal (y calla un Frente de civilización más decisivo y fundamental : el que enfrenta al Monoteísmo y al Animismo, al Intercambio y a la Reciprocidad, pues el actual “choque de civilizaciones” no es sino un enfrentamiento cainita entre los tres fundamentalismos abrahámicos ; por tanto, una guerra fraticida al interior del Monoteísmo en su propia cuna : Ur de Caldea, en la mesopotamia del Tigris y el Eufrates).

En este tercer tomo de la Teoría de la Reciprocidad, Temple nos muestra este Frente de civilización, que atraviesa y constituye a la Edad moderna de principio a fin : desde el primer encuentro de Cristobal Colon con los amerindios del Caribe, hasta los terribles genocidios en la región de los Grandes Lagos africanos : Ruanda, Burundi...y que se basa en un gran malentendido entre ambas civilizaciones y que Temple llama el Quid pro quo histórico : la confusión de la Reciprocidad y el Intercambio : los europeos piensan que los amerindios pertenecen al mundo del Intercambio y los amerindios suponen que los europeos pertenecen al mundo de la Reciprocidad. Este malentendido epocal jugó favor del Intercambio : el trasvase del oro y la plata amerindias para forjar la Acumulación primitiva, que hizo posible el despliegue de la industrialización, y en desmedro de la Reciprocidad que tuvo que replegarse en la familia y el ayllu, la tenta, el cabildo indigenal.

He aquí, empero, que este malentendido, entre Occidente y la Indianidad, no ha terminado todavía y tiene que ver con lo medular de la crisis estatal, social, económica, espiritual ... que en este momento aflige a Bolivia. En efecto, el capitalismo no acaba de implantarse y funcionar (de ahí el fracaso del Estado Nación que debería haber vehiculizado su puesta en escena) y la sociedad amerindia de la Reciprocidad, después de haber sido descabezada políticamente (politicidio lo llama Temple), reprimida su economía (economicidio según Temple), diezmada su población (genocidio) bautizada y convertida el resto (etnocidio), sigue en la resistencia y la sobrevivencia. Los dos sistemas se bloquean mutuamente. Los dos sistemas son antagónicos. Los dos sistemas, sin embargo, nos constituyen como colectividad y los amerindios (por la lógica del Tercero incluido) ya han construido interfases de sistema que precisamos conocer mejor, para negociar y consensuar un Contrato Intercivilizatorio en nuestra próxima Constitución Política del Estado.

Podemos ver la mundialización del siglo XXI como la complementariedad de la globalización del Intercambio y la globalización de la Reciprocidad. De esta forma el Frente de civilización (todo frente es unheimlich) se podrá convertir en un frente a frente, en un cara a cara, entre las dos fuerzas primordiales que constituyen la Vida : la fuerza fermiónica hacia la disyunción, fragmentación, objetivación… el Intercambio : la Palabra de Oposición ; y la fuerza bosónica hacia la conjunción, la unión, la subjetivación… de la Reciprocidad : la Palabra de Unión. Llamaremos “Casa común planetaria” o Oikumene al efecto, al Tercero incluido que resulta de este encuentro contradictorio.

Ahora bien, si en algún país del mundo este Frente de civilización (Animismo-Monoteismo : Reciprocidad-Intercambio) se da con tanta fuerza y contundencia es en Bolivia. Esta polaridad va a existir siempre ; es la manifestación, a nivel de sociedad y civilización, de las fuerzas materiales y energéticas que conocemos por la física cuántica como Bosón y Fermión. Es más, estas fuerzas contradictorias nos constituyen como personas ; están paradigmáticamente presentes en nuestros dos lóbulos cerebrales. La enfermedad (“el malestar en la cultura”, Freud) es la represión de nuestra otra polaridad.

Nuestra desgracia ha sido reprimir la Reciprocidad y el Animismo para que se impongan el Intercambio y el Monoteísmo, siguiendo la lógica del Principio de identidad aristotélico : si el Monoteísmo es la verdad, entonces el Animismo es falso y hay que extirparlo ; si el Intercambio es verdad, entonces la Reciprocidad es falsa y hay que aniquilarla. Históricamente, la supremacía de un sistema sobre el otro, sólo ha sido posible mediante el genocidio. En América, el capitalismo ha florecido donde los amerindios han sido aniquilados ; donde no, el capitalismo no acaba de funcionar : la humanidad indígena es un obstáculo objetivo a la absolutización de una sola polaridad.

Pues bien, si esto es así, nuestra gran desventaja, en el concierto de las naciones de la modernidad, se puede convertir en nuestra gran ventaja comparativa de cara a la mundialización a la que la humanidad del siglo XXI ha entrado cojitranca. Las bodas entre Oriente y Occidente ya han empezado por el acercamiento de la física cuántica y la mística oriental (“El Tao de la física”). Los movimientos juveniles antiglobalización, en el Primer mundo, expresan la búsqueda de la Reciprocidad como principio para equilibrar el mundo (“Otro mundo es posible”). La Ecología profunda se acerca al chamanismo amerindio... En fin, las señales en busca de la complementariedad civilizatoria son innumerables.

En este punto de inflexión planetario, se agazapa nuestra gran oportunidad ; ya no histórica, sino epocal. Podemos, como país, ser el Proyecto piloto mundial de una Casa común planetaria. Es más, esa oportunidad, nos la ha acercado vertiginosamente la celebración de una Asamblea Constituyente en la actual gestión presidencial de Carlos Mesa. Tenemos el privilegio y la responsabilidad de poder ser los primeros en darnos una Constitución Política, donde las dos civilizaciones que nos constituyen se expresen como una complementariedad de opuestos y donde el Frente de civilización se pueda convertir en un cara a cara, un frente a frente, de las dos Bolivias que producen un Tercero incluido (la Nueva Constitución, justamente) que los opone y los une, al mismo tiempo, lejos de los principios lógicos de la modernidad (inclusión, por ejemplo) y cerca de los principios de incertidumbre y complementariedad de opuestos, del nuevo paradigma científico, que regirán esta nueva andadura de la humanidad.
Esperamos que estos tres tomos de la Teoría de la Reciprocidad sean un instrumento conceptual para sincerarnos mutuamente y para poder resolver creativamente las aporías que hasta ahora nos han hecho inviables como una colectividad organizada políticamente.

Javier Medina

La Paz, noviembre de 2003

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