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janvier 2009

7. Una cuestión teórica ineludible

Dominique Temple

La humanidad está, sin duda, feliz de lo que la ciencia le permita conocer : la naturaleza física : lo demuestra la ventaja que saca del control de las leyes físicas, que se mide fácilmente por el alargamiento de la duración de la vida. Pero estaría todavía más feliz si pudiera conocer las leyes de la vida y las del espíritu. El psicoanálisis, la filosofía y la antropología nos enseñaron que los sentimientos producidos en las relaciones de reciprocidad son de naturaleza ética y que se constituyen en un segundo Sujeto en relación a aquel de los individuos, nuestra consciencia “humana”, un Sujeto que es común a los unos y los otros y que, hoy en día, ya no nombramos Dios, sino Humanidad.

La Conciencia que resulta de la reciprocidad se vuelve en cada uno de los participantes de la reciprocidad este segundo Sujeto que podemos declinar, según las estructuras de reciprocidad en juego, como los diversos sentimientos de la Ética : el sentimiento de amistad, el sentimiento de justicia, el sentimiento de responsabilidad, etc. Todos estos sentimientos resultan de situaciones en sí contradictorias, puesto que en la reciprocidad aquel que actúa padece, y aquel que padece actúa, de tal manera que la Consciencia de cada uno es siempre la resultante de la relativización mutua de dos contrarios.

Tales sentimientos son eficientes, pero esta eficiencia no significa que se conviertan en fuerzas de lo real, de donde provienen. Se inventan por la Palabra una esfera de actualización que podemos llamar “sobre-natural” : el Lenguaje. Sin embargo, ¡la Palabra respeta la lógica no-contradictoria… ! Y, por lo tanto, utiliza, bien el principio de oposición, bien el principio de unión, las dos perspectivas : holista e individualista.

Javier Medina desarrolló el concepto propuesto por Bohr a las ciencias humanas para enfrentar la dificultad del antagonismo de dos interpretaciones del mundo, la visión holista desarrollada en las expresiones de tipo animista y la visión inversa (occidental) que se basa en el principio de oposición : mantener juntas estas dos perspectivas como complementaria la una de la otra, cuando se excluyen en campos de experimentación irreducibles el uno al otro, es lo que está en juego en lo que Medina llama la complementariedad de opuestos o la complementariedad antagonista (Principio de complementariedad de Bohr) .

La función contradictorial (Lógica dinámica de lo contradictorio de Lupasco) que pertenece a la Consciencia humana define aquí un Concepto que se vuelve el campo de intervención del Estado. Reconociendo esta “diarquía” en la Constitución, los bolivianos resolverían no sólo la cuestión del interfase de las dos Palabras en su campo, sino que abrirían el camino a la solución de conflictos que explotan en la línea de fractura entre las sociedades que dan la preeminencia a una de las dos palabras y aquellas que hacen prevalecer a la otra, o también de conflictos latentes en las sociedades que no han resuelto el problema de la coexistencia antagonista de las dos palabras en su seno.

Cuando utiliza la lógica de identidad, la función simbólica es eficaz, no sólo para asegurar la comunicación de los unos y los otros, sino para traducir la naturaleza física de las cosas. Es menos apta para rendir cuenta de lo que se enmarca en una lógica (inversa) que rige las relaciones sociales, tales como el compartir, la comunión, la redistribución y, de manera más general, las relaciones de la vida. Se encuentra casi en un callejón sin salida, cuando se trata de rendir cuenta de eventos cuya lógica interna desafía su principio de no-contradicción y pretende atestiguar de situaciones contradictorias, como aquellas que genera sistemáticamente la reciprocidad. Utiliza entonces términos como : misterio, invisible, irracional, espiritual, inefable, etc. y se entrega a la imagen, la metáfora, la metonimia y la poesía (el picaflor, la paloma, la serpiente, el tigre, la flor, el sol, el arco iris, el árbol, la manzana, la yuca, la coca, etc.), tantos recursos a lo imaginario que encierra a cada uno en su historia y el desconocimiento del otro.

¿Cómo controlar la lógica universal, que permitiría justificar todos los imaginarios, los unos frente a los otros, y llegar a lo simbólico puro ? ¿Y cómo liberar la Razón de su sujeción a las leyes del mundo físico por la exclusiva de la lógica de identidad ? Y si eso sucediese, de su sujeción a las leyes del mundo biológico, puesto que la lógica intuitiva de la unión, que mueve la visión llamada holista, se encuentra frente al mismo problema.

Hay que reconocer las lógicas particulares a las cuales responde aquello, cuya eficiencia queremos domesticar : las lógicas de la física, de la vida, de la consciencia y de la afectividad. Sobre todo, reconocemos la lógica de lo contradictorio para comprender la génesis de los valores humanos.

Sólo liberando la Razón de su sujeción a la lógica de la identidad y al principio de no contradicción, se puede esperar abrir las puertas de campos reservados hasta hoy a Dios o al Destino.

Cuestiones teóricas que se tornaron hoy en día ineludibles.

Dominique Temple

Julio de 2008

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