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janvier 2009

5. El pluralismo económico en Bolivia

Dominique Temple

Sin embargo, la Constituyente se enfrentó a otra dificultad todavía más grave : el rechazo de los partidarios del liberalismo económico de aceptar la idea que pueda existir otra interpretación de la economía, diferente a la suya.

Lo que Antonio Colomer Viadel describía en los siguientes términos :

« Desde esta posición (la posición neoliberal en el marco del optimismo liberal) se rechaza la muy difundida teoría de la dependencia, es decir, que América Latina constituya una sociedad del capitalismo periférico, para destacar que es precisamente la ausencia de un verdadero orden capitalista el origen de todos los males, ya que provoca un estancamiento propio del viejo sistema mercantilista y patrimonialista, sofoca las iniciativas privadas con exceso de regulaciones burocráticas, trabas arancelarias y privilegios tributarios. En este marco la economía sumergida o informal es una sana respuesta ante la economía trabada por el estatismo burocrático y expresa – según Hernando de Soto y otros autores – el anhelo de propiedad privada y libre empresa. Para estos autores el derecho en las sociedades latinoamericanas considera la riqueza un fondo fijo a ser redistribuido por el Estado en favor de distintos grupos demandantes de privilegios y con un sentido clientelista. Los informales ante los costes de tiempo y de dinero que requiere la vivienda formal, el comercio formal y el transporte formal, elaboran sus reglas y instituciones alternativas a partir de esa “voluntad de empresa” que los convierte en aliados naturales de la estrategia antiestatista de los neoliberales »  [1].

Esta ideología sigue, pero ya no en el estilo del optimismo capitalista, sino del pesimismo, bajo la pluma alerta de Mario R. Duran Chuquimia : “Bolivia - El Alto - La nueva elite del altiplano”, publicado en analisis, el alto, planet, en noviembre de 2007, que rechaza una aproximación de la historia que no sea la de la visión tradicional, al punto de interpretar a las poblaciones marginadas e indias de ser sólo “jóvenes fuerzas capitalistas”, accediendo al poder :

« La oligarquía paceña, la que inventó Bolivia, ha desaparecido. Es decir ha sido derrotada. Derrotadísima. (…) Y el control de La Paz, el control del poder, el control de lo que quede de ese invento que fue la Bolivia del XX, está ahora en manos de El Alto. Como en las leyendas clásicas, a La Paz y a sus elites, les derrotó uno de sus hijastros predilectos. El más feo, de cuantos pudo haber parido : El Alto. La derrota era casi inevitable. El Alto y su elite son jóvenes. La Paz y la suya, viejas. El Alto, aunque contiene pobreza profunda, goza – sin embargo – de una burguesía comerciante y despierta. Y rica. E informal. La Paz, por su lado, empobrecidíosima. Y su vieja elite, soñolenta. Caduca. […] El capitalismo – implacable – impone que la pobreza te vuelve provinciano, Y a los paceños los ha vuelto. E impone que la riqueza, en tres generaciones te vuelve universal. Y hasta guapo. […] El Alto y sus elites son infinitamente comerciantes. Ejemplo mundial del capitalismo comerciante. El transporte en el mundo andino – que desde hace siglos es mundo de puro comercio – pertenece a El Alto. El Alto es puerto : da al Pacifico. Nada menos. Y es puerto para el contrabando feroz y para la importación formal. Puerto para Santacruz, por ejemplo. El Alto es una potentísima y muy abierta economía negra. Sería el delirio de los clásicos liberales… »  [2].

Colomer Viadel resumía la tesis antagonista a ésta, a partir de una aproximación más atenta de la economía llamada informal y de la economía sumergida que pone en evidencia dos potentes actores de la economía emergente ; a uno le llama indígena, al otro comunitario. Del primero, dice :

« La economía informal o sumergida no es una nueva estrategia de supervivencia de grupos sociales que han quedado al margen del desarrollo económico contemporáneo, sino un modo de vida autónomo que cuenta con larga tradición. Esta estrategia actúa al margen de conceptos como los de mercado libre o planificación y tiene una actitud ambigua frente al Estado y la burocracia, al construir un circuito de pequeñas empresas basadas en obligaciones y prestaciones de servicios, al margen de la legalidad y utilizando brechas del sistema. Las viejas tradiciones andinas de antropología cultural y social, basadas en relaciones de reciprocidad, parentesco y compadrazgo, son fundamentales para explicar la actividad de este movimiento social que tiene sus propios valores y el sentimiento de orgullo de seguir une vieja civilización, más allá del consumismo occidental y del socialismo estatizante ».

Del segundo, dice :

« Es interesante destacar cómo en algunas actividades económicas, tal es la vivienda popular realizada mediante ocupaciones de terrenos y posterior construcción de viviendas por los ocupantes, se ha ejercido de forma generalizada y sistemática un trabajo en común, un trabajo solidario que recuerda los métodos tradicionales andinos de la minga y otros que implican el concentrarse todos los miembros de la comunidad en la construcción precaria de la primera casa de un vecino y de algunos servicios de uso comunal, posteriormente, por el mismo método, continuar construyendo las restantes. La urgencia y la relativa violencia de la ocupación de tierras y la necesidad de crear situaciones de hecho consumado ha conducido a esta metodología comunitaria en la gran mayoría de los barrios y poblaciones jóvenes de las periferias de las grandes ciudades… ».

He aquí dos tesis que se enfrentan y que ya nadie ignora, aun desde la lejana España. Y el rechazo de admitir el debate con la sociedad de origen amerindia puede ser sospechado entonces de mala fe. Lo esencial es el debate. El debate cuyo potencial es la seguridad del porvenir como dice Javier Medina :

« Estas dos energías : Occidente y la Indianidad, son nuestra mayor riqueza ; toda nuestra riqueza. Si nos viéramos cuánticamente, observaríamos taoistamente que dentro de nosotros mismos llevamos reprimida la indianidad ; no está afuera ; está dentro nuestro ; son nuestras reprimidas pulsiones ecológicos, comunitarias, animistas, sistémicas. Los indígenas, a su vez, podrán observar que dentro suyo llevan asimismo al resistido Occidente, no está fuera de ellos ; está también dentro suyo : en sus pulsiones desarrollistas, individualistas, monoteístas, progresistas. Ahora bien, sabemos por la física quántica que el electrón puede colapsar como Onda, pero ello no implica qua la función partícula esté ausente, está dentro suyo pero minimizada. Puede colapsar como Partícula, pero ello no quitará que la función onda también la constituya aunque subalternizada. Todo hace masa crítica de un lado u otro : esa es nuestra identidad principal, pero llevamos dentro minimizado nuestra energía contraria. Tenemos que reconocerla, mimarla y tender hacia un equilibrio al interior de nosotros mismos. El resto vendrá por añadidura »  [3].

No existen todavía trabajos de envergadura, excepto las cuatro últimas obras de Javier Medina, que reconstituye la emergencia de la voz indígena en el discurso político. Los recientes eventos fueron analizados a través de los prismas liberal y marxista. Y, según estos análisis, las comunidades indias deben superar diversas etapas de una evolución preconcebida, de manera acelerada, gracias a su sumisión a las directivas de los partidos occidentales.

La alternativa no despertó ningún interés, lo que permitió tal vez que se desenvolviese sin dificultad.

Desde la fundación de los Consejos étnicos e interétnicos, que permitieron a las comunidades indígenas de la Amazonía tomar la palabra en la modernidad, se desarrollaron Marchas “bola de nieve” que obtuvieron resultados cada vez más importantes, particularmente en Ecuador y, luego, en Bolivia. Partidas de los territorios parcelarios, que habían sido consentidos a las comunidades, tenían la ambición de tener un alcance de conjunto y se dieron en general un marco nacional. En Ecuador, las Marchas fueron seguidas del sitio de la Presidencia hasta que la realidad indígena fue tomada en consideración y respetada.

En Bolivia, el 13 de mayo de 2002, una Marcha sobre La Paz pide convocar a una Asamblea Constituyente para “refundar Bolivia”. El relevo fue tomado por las comunidades del Altiplano y de El Alto cuando un gobierno neoliberal pretende confiscar la propiedad de uno de los bienes primarios (el agua) con la ayuda de la Compañía francesa de aguas. Este intento de privatización de una propiedad sagrada e inalienable de los pueblos aymara, qhishwa, uru… provocó la guerra del agua. Y poco después, ésta se redobla con la guerra del fuego (la energía ; en Bolivia, la guerra del gas). La respuesta liberal, cuando los decretos que intentan suprimir la libertad o la gratuidad del acceso de las poblaciones a los bienes primarios (sea mediante la fiscalización, sea mediante la privatización) son denunciados por el pueblo, es siempre la violencia. Pero aquella, hoy, está bajo la mirada de la técnica mediática que graba y revela los hechos a pesar de todo el control del poder.

Los asesinatos provocaron la revuelta general. El liberalismo es botado de Bolivia. Una Constituyente es llamada a refundar a Bolivia sobre otras bases, en marzo de 2006. Tapia da una idea clara del espíritu que prevalecerá para la redacción de la Constitución :

« Hay que construir un núcleo común que no existe. La configuración del gobierno central y la estructura del Estado boliviano y el régimen de derechos que caracteriza a la actual constitución política del Estado responden a la historia de la cultura dominante, en este sentido no es común, es parte de relaciones de dominación y discriminación. Lo común sólo puede ser nuevo, lo nuevo construido, sin embargo, a partir de lo que contienen nuestras historias de resistencia en formas comunitarias e igualitarias de vida política y social, a partir de lo compartido en la historia de luchas contra el colonialismo, el liberalismo, el capitalismo (…) La convivencia democrática entre varios pueblos y culturas no se resuelve de manera exclusiva componiendo un núcleo intercultural común, que es lo político cultural de todos los pueblos (…) El derecho a la autodeterminación de los pueblos implica el reconocimiento del derecho a que cada uno de ellos se gobierne según sus propias instituciones y normas (…) Al pensar una ciudadanía multicultural igualitaria de cada pueblo y cultura cabe pensar procesos de integración en ambos sentidos. Por un lado, una integración más igualitaria de cada pueblo y cultura en estructuras comunes de carácter nacional o generales del país, pero también cabe pensar las formas de integración igualitaria de personas que producto de la historia colonial, republicana, nacionalista y neoliberal, todas ellas atravesadas por la expansión del capitalismo en el país, han llegado a vivir en territorios diferentes a los de su matriz cultural ».
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Notes

[1] VIADEL, Antonio Colomer. Crisis y reformas en Ibero América ¿y la revolución ?, cap. “La filosofía del trabajo solidario en la economía sumergida latinoamericana”, Valencia (España), Coll. Amadis, 2008, p. 181.

[2] CHUQUIMIA, Mario R. D. “La nueva elite del Altiplano” (activo en noviembre 2010).

[3] MEDINA, Javier. Repensar Bolivia. Cicatrices de un viaje hacía sí mismo, Bolivia, Garza Azul Editores, (segunda edición), 2006.


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