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mai 2012

Principios ideológicos del MAS (Bolivie), por Filemón Escóbar

Filemón ESCÓBAR

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“Principios ideológicos del MAS”

publicados por lo teórico del marxismo-leninismo Filemón Escóbar

en

De la revolución al pachakuti

El aprendizaje del Respeto Recíproco entre blancos e indianos

Garza Azul Impresores & Editores

La Paz - Bolivia, 2008.

Este documento, para su aprobación en el Congreso de las Seis Federaciones del Trópico, tuvo que ser explicado en decenas de seminarios, desde 1997 hasta el 10 de diciembre de 2001, fecha en que se aprueba como Principios Ideológicos. Este documento, en ningún congreso o ampliado, ha sido reformulado, ni sustituido por otro. Independientemente de ello, su valor radica en que abandona las viejas tesis obreristas como la Tesis de Pulacayo o la Tesis Socialista del IV Congreso de la COB. A mi juicio, son superados por nuevos paradigmas que, pricipitadamente, van a conducir al MAS a la victoria electoral con más del 53 % de los votos y a adueñarse del poder, desde enero de 2006.

Este proceso, casi vertiginoso, sería inexplicable si, previamente, los principios ideológicos no se hubieran fundido con una crítica despiadada a los errores de la izquierda. Esta crítica se fundió con tres viejos paradigmas de nuestra izquierda.

1) El rol del partido como palanca insustituible para consumar la revolución proletaria.

2) El rol de las organizaciones naturales de las masas que deberíamos transformar en alternativas de poder.

3) Las elecciones de la democracia burguesa. Para Lenin y todos nosotros significaban la “dictadura de la burguesía” ; por lo tanto, ¡Mueran las elecciones burguesas ! Participar, como izquierda, era convalidar y legalizar esa dictadura. De lo anterior se desprendía que la futra revolución, en unos casos, estaba en manos del Partido y, en el otro caso, en el Foco guerrillero.

En el Trópico de Cochabamba, el concepto leninista de Partido ya fue superado, porque el Instrumento de lucha eficaz era el mismo sindicato. Pero el concepto de la Guerrilla pegaba fuerte en la conciencia de cada productor, sea joven, maduro o anciano. Todos estaban entrenados para fabricar “caza bobos”, incluidas, por supuesto, las mujer chapareñas.

La selva del Chapare es la más alta del país. Es la zona más lluviosa de América Latina. Era ya una zona donde se producía arroz, yuca, cítricos, plátanos de toda variedad, con une población de más de 50 mil familias, con miles de sendas y de caminos, de picadas, de ríos majestuosos como el Espíritu Santo o el Ichilo, excesivamente ricos en toda la variedad de pescados. La producción en el Trópico es de policultivos en 10 a 20 hectáreas de chaco, es decir, se benefician de cítricos, de yuca, de arroz y, por supuesto, en el marco de esa cantidad de hectáreas, está la hoja de coca.

La zona del Trópico era la zona ideal para la guerrilla, mil veces superior a Nancahuazú o Teoponte. Su población, de origen quechua y aymara : mineros relocalizados originarios de los Ayllus, es decir, comunarios del Norte de Potosí, donde los hermanos Katari sentaron las bases de sus luchas y donde Zárate Willca contaba con luchadores por el Federalismo. Esa selva tropical lluviosa estaba plagada de soldados que eran cuerpos extraños al medio. Ochocientos soldados bajo el nombre de Policía Ecológica, efectivos de la Fuerza Aérea, la Fuerza Naval y, por supuesto, oficiales norteamericanos. Todos ellos llevaban a cabo operativos de erradicación, independiente de la Policía que, en el Trópico, llevaba dos nombres ya famosos UMOPAR y la FELCN, sin contar con centenas des espías civiles, con una pista con capacidad de recibir a los famosos aviones Hércules y la presencia cotidiana de los terribles helicópteros norteamericanos.

¿Cómo se logró que los chapareños abandonen el concepto de la guerrilla para defender sus cocales ? Se fundió la Acción Directa de Masas con la Lucha Parlamentaria. El bloqueo de caminos, las marchas y los enfrentamientos casi diarios con las fuerzas policiales y milirares con la participación en las elecciones burguesas. Esta variedad de métodos de lucha siempre nos arrojaron victorias contundentes.

¿Cómo maduramos en el plano ideológico, antes y después de diciembre del año 2001 ? He aquí el comienzo de esa maduración y los documentos políticos, de quien emite estas memorias, traducidos en seminarios de formación política en los sindicatos cocaleros.

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INSTRUMENTOS POLITÍCOS

POR LA SOBERANÍA DE LOS PUEBLOS

IPSP

MOVIMIENTO AL SOCIALISMO

MAS

NUESTROS PRINCIPIOS IDEOLÓGICOS

APORADO EN EL 111 CONGRESO DEPARTAMENTAL

Cochabamba Noviembre 2002

Los trabajadores, administrativos y docentes del MAS-UMSS, reproducen el documento de la Comisión Político-Ideológico que fue aprobado en el III Congreso Departamental de Cochabamba, el histórico amanecer del 25 de Noviembre del año 2002.

Homenaje a los que con su lucha construyen el instrumento revolucionario de las mayorías.

Cochambamba, diciembre del año 2002

El colonialismo interno ha fracasado en la construcción de un Estado-Nación moderno

Se han cumplido 500 años de la presencia europea y 176 de vida republicana. Durante estos 500 años, hemos estado dominados por la cosmología de la cultura occidental, dominación que no ha alcanzado ninguno de sus objetivos. En la era colonial, con la plata del Cerro de Potosí, hemos financiado la revolución industrial de Europa, pero nosotros no nos hemos industrializado. Con la república hemos fortalecido las economías de Europa y Estados Unidos. Nuestro estaño sirvió para eso, así como la goma, la castaña, la quinina.

Hoy, esa misma cosmología de la cultura occidental nos dice que exportando gas, ingresaremos a la ruta industrialista, es decir, seremos un país moderno. Otra gran mentira, porque no hay indicios de que caminemos por la ruta industrialista, modernista. Al contrario, hemos aumentado nuestra condición de ser simples exportadores de materias primas. Para confirmar nuestras aseveraciones, realicemos un breve análisis de nuestra situación al comenzar el milenio.

Desde la vigencia del D. S. 21060, nos han calificado como un país en vías de desarrollo, es decir, ya no somos un país atrasado, ni dependiente, ni exportador de materias primas ; nos están diciendo que hemos tomado el camino de la industrialización, que hemos ingresado a la modernidad. Que la economía de mercado con capitalización o privatización, nos conduce a la modernidad ; nos conduce a alcanzar los objetivos de la cosmología occidental.

El resultado de esta oferta es que somos el país más pobre de América Latina. El 97 % de los hombres, mujeres y niños que viven en el área rural, viven en la extrema pobreza. En las ciudades, en las zonas marginales, el 80 % de los habitantes están en la misma situación. El promedio de vida en el área rural es de 50 a 55 años. Nuestros niños y niñas nacen con menos de 2 kilos. La tasa de desempleo real sobrepasa el 30 % de la población económicamente activa. El ingreso per cápita es el más bajo de América latina. Más del 50 % de la población, no conoce los servicios básicos de electricidad y agua potable.

Somos víctimas de enfermedades endémicas prevenibles como la tuberculosis, la lesmaniasis, la malaria, fiebre amarilla y, por si fuera poco, más de dos millones de aymaras y quechuas están enfermos con mal de chagas. La tasa de analfabetismo supera el 30 % y, lo más grave, la tasa de anlfabetos funcionales supera el 60 %, o sea que han aprendido a leer, pero no entienden lo que leen ; han aprendido a escribir, pero no pueden redactar una carta.

Nuestras ciudades no fueron ni son centros industriales. Las pocas fábricas con las que contamos, no son automatizadas y ninguna de ellas son competitivas menos aún dentro de la economía de mercado. La denominada agroindustria está subvencionada y entra en quiebra cada tres años. El denominado Desarrollo Alternativo, por las mismas razones, fracasó ruidosamente. La tradicional industria minera cayó en ruinas.

La acción de la globalización ha colocado en bancarrota a nuestros supuestos empresarios privados. La globalización no es otra cosa que los grandes consorcios de los países del norte que se adueñan, por el camino de la capitalización o privatización, de las riquezas más apetecidas que estuvieron en manos del Estado en los países del Sur de este mundo. En el caso nuestro, son las empresas norteamericanas las que se han adueñado del petroleo, el gas y de la electricidad, para que ellos sigan creciendo a costa de matar de hambre a más de mil millones de seres humanos y dejar en la miseria a otros tres mil millones.

Estos son los resultados por haber tomado el camino de copiar y remedar los fundamentos de la cultura occidental. El colonialismo interno y externo, en los más de 500 años, nos han mantenido en la extrema pobreza, en la explotación despiadada, en masacres permanentes, en conceptos racistas intolerables. Los conceptos de Globalización y Economía de Mercado se enmarcan en la cosmología occidental, como el viejo concepto de progreso que se desprendía del paradigma científico de la modernidad.

En la era del estaño no alcanzamos a ser un país industrializado. Ahora que llega a su fin el cienticismo de la modernidad, definitivamente no es posible ni siquiera aplicar el concepto de desarrollo. El concepto de desarrollo ha nacido muerto para Bolivia, como para todo el Sur del mundo.

La razón fundamental es que el atomismo industrialista de occidente ha tocado fondo. El denominado Siglo de las Luces de Occidente ha caducado y ya no es ninguna opción para la humanidad.

Un Estado fallido

Por copiar y remedar los fundamentos de la civilización occidental, el Estado ha sido siempre dominado y controlado por las élites del colonialismo interno, ya por el camino de las dictaduras militares o por el de la denominada democracia representativa, expresada por el sistema de partidos políticos. No existe realmente la Independencia de los Poderes. El Poder Ejecutivo controla el Poder Legislativo y el Poder Judicial. El ejército y la policia están educados en la doctrina de la Seguridad Nacional. Si ayer el peligro contra la Seguridad Nacional eran los comunistas, en el presente período lo son la hoja de coca y el “terrorismo”. Hoy como ayer, el ejército y la policía están para liquidar las movilizaciones de indigenas y trabajadores, los hombres y mujeres sin tierra, dizque en defensa de los principios de la civilización occidental.

Todos somos conscientes que cuando se acabó el peligro comunista aumentó vertiginosamente la extrema pobreza en América Latina, en África y Asia, donde viven cerca de 4 mil millones de habitantes. En la lucha contra la hoja de coca y el “terrorismo”, los bolivianos estamos condenados a morirnos de hambre, junto a miles millones del Sur del mundo. La doctrina de la seguridad de la civilización occidental se nos está imponiendo a través del poderío militar y bélico de los Estados Unidos y sus aliados europeos, por la trampa de la globalización y la economía de mercado.

Los resultados finales de la cosmología occidental

Sólo los países del Norte están industrializados, donde viven cerca de mil millones de habitantes. Son mil millones de privilegiados que se llevan el 66 % de la producción alimentária del mundo, el 75 % de los metales, el 85 % de la madera. Utilizan el 90 % de créditos de investigación y desarrollo y el 80 % de los gastos de educación. En el Norte, 400 millones se desplazan en automóvil, contribuyendo al 14 % de las emisiones de gases tóxicos. Los mil millones del Norte obtienen el 40 % de sus calorías de las grasas animales. Consumen tres veces más grasas por persona que los 4 mil millones de hombres y mujeres restantes. Consumen el 40 % de la cosecha mundial de granos. En cambio, tenemos más de mil millones de excluidos que vamos a pie, no tenemos agua potable ni electricidad. No sabemos leer ni escribir. Nuestra renta es inferior a un dólar por día y sólo nos llega el 1.4 % de la riqueza mundial. Tenemos 600 millones de personas con desnutrición crónica y estamos castigados con el retraso en el crecimiento físico y mental y la muerte prematura. Cien millones no tenemos techo para vivir.

Los otros tres millones viven ya en el desequilibrio, que son las clases medias y están predestinados a aproximarse a la tragedia de los mil millones de excluidos. Con la Globalización y la Economía de Mercado está cerrada toda posibilidad que los 4 mil millones de excluidos, algún día, alcancemos el nivel de vida de los mil millones de privilegiados que viven en los países industrializados. Por los datos señalados, para alcanzar los niveles de vida de los países industrializados, requerimos de dos planetas tierra.

Las sociedades industrializadas, para privilegiar a sus mil millones de habitantes y condenarnos a 4 mil millones a la pobreza y extrema pobreza, se apoyan en los siguientes principios ideológicos :

El filósofo Hegel decía que necesariamente en el mundo tenían que haber esclavos y amos, es decir, ricos y pobres. Los ricos siempre una minoría y los pobres siempre une mayoría. Sin este andamiaje, la sociedad occidental no puede existir. Siguiendo este principio, los teóricos de la economía occidental sentaron las bases de la economía de intercambio y acumulación capitalistas, que les ha permitido, durante los últimos tres siglos, llevarse en promedio el 70 % de la producción mundial.

Sobre estos principios se levantó el concepto de Estado para regular la existencia de amos y esclavos, de ricos y pobres, de opresores y oprimidos. Sobre estos mismos conceptos, se levantó la idea de que libertad es libertad de comercio ; libertad de escoger entre ser rico o pobre ; que la libertad es la libertad de la empresa privada. Sobre estos mismos principios, la sociedad está dividida entre los malos y los buenos, entre el mal y el bien. El bien lo encarna la civilización occidental y el mal todos los que no estamos de acuerdo con ella, en especial con sus tesis de que él tiene el destino de dominar a la naturaleza con los instrumentos de su propia creación, como son la tecnología y la industrialización. Para el pensamiento occidental el crecimiento es infinito, porque para ellos las riquezas renovables y no renovables del planeta también son infinitas.

Para hacer que el crecimiento y la naturaleza sean infinitos, la revolución industrial como signo del modernismo, nos arrojó el Homo Faber, el hombre fabricante, como sinónimo de la era de la máquina, del dominio de la máquina sobre la naturaleza. El paradigma mecanicista de la cultura occidental ha conducido a que el hombre sea amo y señor de la creación y que su misión es llegar a dominarla. Considera a la naturaleza como un ente sin vida y sin capacidad de autoregularse. Rompe con la naturaleza para dominarla, para erigirse en su amo y señor.

La industrialización ha terminando perforando la capa de ozono, poniendo en peligro la vida en el planeta tierra. Ha dividido al planeta tierra en un puñado de ricos y miles de millones de pobres. La cosmología occidental ha roto con lo más sagrado del ser humano como es su relación simbiótica y armónica con su entorno y, en consecuencia, ha producido el desequilibrio del sistema tierra. Por lo tanto, los fundamentos económicos de la civilización occidental de intercambio y acumulación sólo nos conducen a una mayor pobreza. Que la globalización es una forma efectiva de adueñarse de muestras riquezas para la hegemonía y el crecimiento de los países industrializados y el aumento de nuestra pobreza y, por lo mismo, la economía de mercado implica acentuar el poder de ellos para mantenernos sólo en la caridad y la limosna, a nombre de una supuesta ayuda para el desarrollo.

Las raíces de nuestra civilización

La civilización andino-amazónica es fundamentalmente simbiótica y de total equilibrio con la naturaleza. Para nosotros, el hombre no es el señor, ni el gerente, ni el amo del planeta tierra. Somos parte de él ; somos parte del todo ; somos colaboradores conscientes ; somos seres que ayudamos a parir la tierra ; somos comunarios que ayudamos a criar la vida.

Para nosotros el planeta tierra es vida, inteligencia autorregulada. A este principio, nuestros antepasados le han llamado Pachamama ; es decir, madre tierra. No podemos violarla a título de dominarla. No podemos venderla ni comprarla, porque somos parte de ella y en ella criamos la vida. Pachamama quiere decir que el ser humano vive con y para la tierra. Es lo contrario de la civilización occidental que vive de la tierra y sobre la tierra. Para nosotros, la tierra es vida ; por eso le rendimos nuestro tributo. Agradecemos a la Pachamama, porque es el espacio habitado por los hombres. Es nuestra cuidadora y protectora por excelencia. Es una madre anciana que ampara a sus hijos y que les dá alimentos que necesitan para vivir.

Este concepto simbiótico del concepto de Pachamama de vivir con y para la tierra, es también el principio de equilibrio con la naturaleza. Es el único camino que nos queda para preservar la vida en el planeta. De lo contrario los principios o paradigmas de la civilización occidental continuarán destruyendo la vida en el planeta tierra y se cumplirá la vieja sentencia indígena :

“Enséñales a tus hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo cuanto hierre a la tierra, hiere a los hijos e hijas de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, escupen sobre sí mismos”.
 
“Una cosa sabemos, que la tierra no le pertenece al hombre, es el hombre quien pertenece a la tierra. De eso estamos ciertos. Todas las cosas están relacionadas entre sí como la sangre que une a la familia. Todo está relacionado. Lo que hiere a la tierra, hiere también a los hijos e hijas de la tierra. No fue el hombre el que tejió la trama de la vida : él es sólo un hilo de la misma. Todo cuanto haga con la tierra se lo dará a sí mismo”.
(Mensaje del jefe indígena de los pieles rojas dirigida a George Washington, Presidente de los Estados Unidos).

Tenemos un deber sagrado con la humanidad, el de luchar por retomar el paradigma de una sociedad simbiótica y de total equilibrio con la naturaleza, cuya mayor expresión es el concepto de la Pachamama. De lo contrario el industrialismo occidental continuará con su tarea de destruir la vida en la tierra.

Si la economía capitalista de intercambio y acumulación, que supone también el poder de la propiedad privada, nos ha traído la extrema pobreza, no tenemos otra opción que reponer nuestros principios de reciprocidad y redistribución, es decir, producir para el bien común. Para ello es necesario el control vertical y transversal de los pisos ecológicos que nos permitirán crear abundancia y calidad de vida. Por un largo período se realizara un tinku entre la economía capitalista de intercambio y acumulación con la economía de reciprocidad y redistribución.

En este marco, nuestros municipios indígenas deben funcionar bajo la filosofía del Ayllu, del Ayni, la Minka y la Minga ; en ningún caso bajo los principios de la economía capitalista.

Naturalmente, la civilización andino-amazónica tiene una enorme conciencia ecológica práctica en el sentido de que, entre el hombre y la naturaleza, no sólo hay continuidad sino también interdependencia y complementariedad. Se borra esa enemistad entre hombre y naturaleza, al considerar que su criatura cooperó y cooperará a criar la vida. Por ello mismo nuestro concepto de reciprocidad entre los seres humanos y la naturaleza alumbra el futuro de la humanidad.

Estos fundamentos inquebrantables de nuestras raíces culturales, el denominado Club de Roma los ha vuelto a enarbolar, en 1973, cuando plantea la necesidad de poner “límites al crecimiento” ; cuando remarcan que es necesario “Detener la industrialización si queremos sobrevivir como humanidad”. Se reclamó que el denominado “ajuste estructural se lo debe realizar en los países industrializados y no así en los países del sur del mundo”. La respuesta fue una mayor industrialización e incremento de la pobreza para 4 mil millones de personas.

Durante los últimos 10 años, la ONU y sobre todo el PNUD, machaconamente, nos han hablado del concepto de desarrollo humano (reducido a salud y educación) como el rol primordial del Estado, dejando el crecimiento económico y la competitividad a cargo de la Empresa Privada. Este concepto de “desarrollo humano” parte del principio de que el ser humano no es parte de la naturaleza que es finita, por eso vuelven a proponer crecimiento y competitividad y nos empujan a continuar hiriendo de muerte a la naturaleza y a todo nuestro planeta.

En nuestras raíces radica el poder ideológico de nuestro movimiento

En el campo del conocimiento, el universo y el planeta son uno. El ser humano es parte inseparable de la naturaleza. Somos adversarios del paradigma newtoniano que considera que el mundo es una máquina inanimada, gobernada por las leyes de las matemáticas eternas. Somos adversarios del Siglo de las Luces, encarnado en John Locke, Thomas Hobbes, Adam Smith. Todos ellos ideólogos de la actual sociedad industrial de la llamada sociedad moderna.

LA SOCIEDAD QUE QUEREMOS

Por nuestras raíces sabemos que fuímos una sociedad fraternal, de abundancia, que vivíamos en democracia de consenso y comunitaria. Lo más importante es que se vivío en equilibrio y en simbiosis con nuestro entorno y sobre todo fue una sociedad de derecho materno y paterno (la unidad hombre y mujer).

La economía de reciprocidad y redistribución estuvo destinada a preservar la naturaleza y, por ello, nuestra economía creó abundancia y vida.

La producción estaba destinada al bien común, a satisfacer la necesidad del prójimo. La alimentación estaba asegurada para los huérfanos, ancianos, incluso para enfrentar los períodos de sequía. En la economía de reciprocidad, lo individual estaba subordinado a lo comunario. Los principios económicos estaban destinados al ser y no al tener.

Estamos obligados a reponer nuestros principios éticos de no robar, no mentir y no ser floros. Debemos luchar para que la economía esté subordinada a preservar la naturaleza y que la producción esté destinada al bien común y en beneficio de los seres vivientes ; por lo tanto, rechazamos el crecimiento occidental infinito. Las riquezas renovables y no renovables no son infinitas.

Tenemos que producir lo necesario para satisfacer nuestras necesidades humanas. Tenemos que luchar para que la economía agraria y la producción agrícola estén destinadas a preservar nuestro ecosistema ; de lo contrario, nos estaremos destruyendo a nosotros mismos. La producción agrícola no debe estar subordinada al principio de que debemos exportar para vivir. Debemos alertar a los miles millones del Sur del mundo, a los globalizadotes del Norte, que su actual estilo de vida, no sólo que no puede generalizarse sino que además es insostenible en el tiempo.

Revisemos los datos : el 18 % del mundo consume el 82 % de la energía disponible ; Si el 82 % de la población restante tuviese que consumir la misma cantidad de energía que el 18 %, no habría futuro para nadie. Por ejemplo, si todos tuviésemos que consumir la misma cantidad de papel que los Estados Unidos (que representa el 6 % de la población mundial) en dos años no quedaría un solo árbol sobre la tierra.

En 1965, los países industrializados del Norte eran 20 veces más ricos que los del Sur, en 1980 son 46 veces más ricos que nosotros. Esa misma es la proporción al interior de nuestros países entre ricos y pobres.

Estamos obligados a luchar y predicar que el Norte reduzca la carga ambiental y pague la deuda ecológica acumulada por el uso de la biosfera y la contaminación de la misma a partir de la revolución industrial. Desde este ángulo, es el Norte el causante del desequilibrio ecológico. Persistir, a estas alturas, en el crecimiento infinito del Norte por el camino de la globalización y la economía de mercado, es acelerar los desequilibrios ecológicos actuales. El ajuste ecológico no corresponde al Sur, sino totalmente al Norte.

Tienen que abandonar sus actuales niveles de consumo, sus actuales paradigmas industrialistas, si de verdad queremos superar la profunda crisis que soporta la naturaleza, nuestro planeta tierra, y si de verdad queremos superar la profunda crisis de la sociedad humana. Los ajustes estructurales, que ellos nos imponen, no tienen otra finalidad que mantener los privilegios de sus mil millones de habitantes ; no tienen otro objetivo que asaltar como aves de rapiña nuestras riquezas naturales.

Ha llegado la hora de predicar nuestros viejos paradigmas que nos permitirán ganar a la inteligencia boliviana, latinoamericana y mundial. Nuestros paradigmas encarnan el futuro de la humanidad. Trabajemos incansablemente en nuestra propia perspectiva para convertirnos en un movimiento nacional, latinoamericano y mundial.

Cochambamba, 10 de diciembre de 2001

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Cf. ESCÓBAR, Filemón. De la revolución al pachakuti – El aprendizaje del Respeto Recíproco entre blancos e indianos, Garza Azul Impresores & Editores, La Paz - Bolivia, abril de 2008.

Leer más : Dominique TEMPLE.

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