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Superior

RIDAA, n° 82, Universidad politécnica de Valencia, España, 2024 (p. 17-27).

1. El principio de reciprocidad

Introducción a la Teoría de la Reciprocidad

Dominique Temple | 2024

Abstract

En la reciprocidad, no podemos actuar sin sufrir la acción de la que somos el agente, y cada persona es entonces el lugar de una resultante contradictoria dentro de sí misma ; esta resultante, que se traduce en el absoluto de la sensación de Ser, es también y necesariamente la misma para uno que para el otro. La reciprocidad es la experiencia intersubjetiva en la que se crean los valores humanos como imperativos éticos universales para uno y para todos.

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Los descubrimientos del siglo XX en las ciencias físicas y matemáticas, en las ciencias de la vida y en las humanas, han orientado la reflexión filosófica sobre un tema borrado del pensamiento occidental : se trata de lo contradictorio en sí mismo que está excluido de la lógica tradicional. Ubicar lo contradictorio en sí en el corazón de la lógica significa que lo real no se reduce a las actualizaciones de las dinámicas no-contradictorias de la naturaleza. Sin embargo, la definición ontológica de este Tercero, que debería legitimar una nueva lógica, sigue siendo problemática.

¿Cómo se puede superar esta deficiencia ? Debemos considerar la naturaleza de la contradicción [1] cuando se despliega por sí misma, como esa parte de lo real que definimos como contradictorio en sí misma.

Con los descubrimientos de la física cuántica, al constatar la equivalencia de dos dinamismos antagónicos en el universo, el continuo y el discontinuo, la entropía y la negentropía, se propone la idea de una “complementariedad antagónica” (Niels Bohr para los físicos, Alexandre Grothendieck para los matemáticos...) también llamada “armonía”, que significa una coexistencia equilibrada entre estos dos dinamismos. Se trata por lo tanto de lograr la síntesis de dos principios opuestos. Sin embargo, todo lo que ontológicamente escapa al “principio de no contradicción”, todo lo que implica por tanto ser contradictorio en sí mismo, permanece siempre fuera del alcance de nuestro conocimiento.

Sin embargo, las constantes universales de Planck y la velocidad de la luz, y más aún las relaciones de incertidumbre de Heisenberg, muestran que ninguna actualización puede alcanzar la no-contradicción absoluta, sino que potencia su opuesto, del que no puede separarse pues de lo contrario desaparecería la contradicción y la propia lógica. Cada uno de ellos permanece vinculado por un principio de antagonismo  (lire la définition) a una potencialización antagonista (lo que Lupasco llamará una “conjunción contradicional”).

Es gracias a la definición de los estados de “actualización y potencialización” y a este “principio de antagonismo” que Stéphane Lupasco establece la presencia de lo “contradictorio en sí” dentro de la lógica. Una parte de lo contradictorio en sí se suma ahora a la determinación de las cosas, como una “adición de incertidumbre” en cada una de ellas. Si lo contradictorio no puede ser definido como objeto de experiencia, si está privado de toda representación y condenado a la inexistencia por la lógica de no contradicción, o si está relegado al “misterio” o a lo sobrenatural, lo importante entonces es especificar en qué consiste.

Ya sea a través de la física con Bohr, la psicología con Lacan, la biología con Edelman, la lógica con Lupasco, las matemáticas con Grothendieck, la ciencia asocia ahora a toda investigación intelectual una dimensión afectiva espiritual.

La vida, por ejemplo, no puede ser tratada como una simple dinámica de diferenciación porque contribuye a la génesis del espíritu, que no puede reducirse a la evolución de las razas o a la diferenciación de los individuos sino que se traduce por su propia actividad, distinta de aquella de la vida y de la muerte, la conciencia afectiva. Del mismo modo, en los límites de sus actualizaciones no contradictorias (conocimiento e intuición), la conciencia se da cuenta de que lo que le falta para superarse es lo que postuló como obstáculo a sus abstracciones y a su poder de dominación sobre la naturaleza.

¿No sería la afectividad lo que es contradictorio en sí mismo ?

La afectividad fue relegada por la lógica, dice Lupasco, al misterio, y sólo revelada por el arte o por sí mismo (según los místicos). En cualquier caso, fue declarada sobrenatural o como aquello que se manifiesta en “risas y lágrimas”, sensación, sentimiento, vida espiritual o ética. Sin embargo, la ciencia moderna tiende ahora a reintroducirla en lo que Grothendieck llama pensamiento concreto (en contraposición al pensamiento abstracto), otorgándole un papel importante, si no fundamental, en la génesis de la conciencia.

Aquí estamos, entonces, en el umbral donde podemos proponer que “lo contradictorio en sí es la afectividad” [2]. Este postulado muestra su eficacia cuando la afectividad se transforma en conciencia afectiva gracias a la lógica dinámica de lo contradictorio y la dialéctica de lo contradictorio en sí.

Sin embargo, inmediatamente descubrimos que el Uno (la conciencia afectiva de uno) sólo puede manifestarse de manera contradictoria a través del Otro (la conciencia afectiva del otro), so pena de quedar atrapado en una actualización, ya sea de heterogeneización u homogeneización. Aquí comienza entonces la Teoría de la Reciprocidad.

Se impone entonces la hipótesis del “principio de lo contradictorio” : cuando lo contradictorio en sí se desarrolla gracias al principio de reciprocidad, se expresa en forma de conciencia afectiva que revela que lo contradictorio en sí es la afectividad primitiva indeterminada, la carne del universo.

La pregunta : “¿cómo se construye la reciprocidad ?” es inmediata. La respuesta parece a primera vista muy sencilla : sería el encuentro del hombre consigo mismo. La dificultad aparece cuando nos damos cuenta de que este encuentro puede dar lugar a diferentes estructuras sociales que obedecen al principio de reciprocidad  (lire la définition) . Y luego debemos identificar las diferentes estructuras de reciprocidad  (lire la définition) en función del valor de cada una de ellas. La dificultad desaparece cuando nos damos cuenta de que la naturaleza ofrece al hombre un sistema de reciprocidad de origen inmediatamente complejo que asocia las estructuras fundamentales, de tal manera que cada una encuentra su lugar frente a las demás : la reciprocidad entre el hombre y la mujer, en efecto, se multiplica inmediatamente, ya que cada hombre tiene una hermana y cada mujer un hermano, y esta doble relación es el fundamento del sentimiento de humanidad al que necesariamente se refiere cada miembro de esta comunidad de base. Inmediatamente son dadas en conjunto, las estructuras binarias (la alianza y el compartir) y ternarias (la filiación y la redistribución).

Este sistema inicial o inaugural ha sido reducido por la antropología al “átomo de parentesco”, de modo que el sentimiento resultante de humanidad siempre se expresa en una palabra común universal : “Nosotros, los hombres”. Conocemos así una teoría que, a partir del principio de antagonismo, establece por el principio de reciprocidad el Tercero y su dialéctica cuya expresión es el espíritu, que, gracias a una invención extraordinaria, la Palabra, da testimonio de sí mismo y de su eficacia.

Dejamos de lado aquí las estructuras elementales de parentesco que detallan las ricas diferenciaciones posibles del átomo de parentesco, aunque son el fundamento (al menos hasta hoy) de la conciencia, el lenguaje y la producción de los valores humanos. Está más allá del lenguaje del parentesco al que debemos acceder para saber qué es capaz de producir el principio de lo contradictorio según la lógica tridialéctica de lo contradictorio. Aquí el lenguaje manda y no se contenta con respetar las estructuras sociales originales. Puede organizarlas de manera diferente y crear sistemas de reciprocidad más complejos y, en consecuencia, crear nuevos valores.

La antropología nos muestra entonces que el pensamiento tiene dos actualizaciones de la Palabra como vectores significantes, una polarizada por la homogeneización (la Palabra de unión  (lire la définition) ) y la otra por la diferenciación (la Palabra de oposición  (lire la définition) ) [3]. Las dos Palabras gobiernan las organizaciones monistas y dualistas de las sociedades primitivas, y luego las organizaciones religiosas y políticas de sociedades más complejas.

Cuando cada una de estas dos Palabras encuentra en la naturaleza una realidad que corresponde a su lógica no contradictoria, podrá dar cuenta de ella adecuadamente, pero también puede crear significantes arbitrarios para dar testimonio de los valores de la conciencia misma. El lenguaje simbólico se convierte en el de la ética, una vez que el proceso creativo es controlado por la razón, para evitar el choque de los valores de verdad, específicos de cada sistema de reciprocidad. Así podemos construir las condiciones para la manifestación de sentimientos espirituales libres de contingencias biológicas o físicas.

¿Qué está en juego ? Construir la sociedad universal, la humanidad. Sin embargo, cada sociedad genera sus propios valores a través de la organización específica de las estructuras fundamentales de reciprocidad que se da a sí misma. La humanidad se expresa por tanto, en plural. La unidad de la conciencia ética no es automáticamente compatible con la de los demás. Por tanto, la humanidad debe buscar el carácter universal de todas sus creaciones espirituales reconociendo sus respectivas matrices para que cada sociedad pueda dominar la génesis de sus valores respetando los de los demás. Se puede subrayar que la libertad es común a todos los valores de reciprocidad, en la medida en que la reciprocidad libera las expresiones de la conciencia de sus determinantes físicos y biológicos, pero al mismo tiempo los hombres pueden pretender monopolizar esta libertad en detrimento de los demás, y transformarla en poder. Entonces se pone de manifiesto una cuestión crucial : la humanidad puede negarse a sí misma si una parte de ella elige el poder en lugar de la libertad común. Aquí es donde la teoría de la reciprocidad encaja con la realidad histórica.

Los textos reunidos por Javier Medina y Jacqueline Michaux, bajo el título de Teoría de la Reciprocidad [4] contribuyen al análisis racional de las relaciones recíprocas que viven empíricamente las comunidades. La Teoría de la Reciprocidad no se originó, en efecto, en el pensamiento abstracto, sino en la práctica, en la lucha de las comunidades amerindias frente a la sociedad occidental. El hecho de que las ideas procedan de contextos particulares explica su carácter accidental, pero fue la lógica que las unía lo que llevó a Jacqueline Michaux y Javier Medina a creer en su pertinencia en la situación revolucionaria a la que se enfrentaban. Querían poner cuanto antes y a cualquier precio a disposición de sus compatriotas las ideas que consideraban pertinentes. Las condiciones de esta primera edición eran tan inquietantes que tuvieron que renunciar a releer sus traducciones. Posteriormente, la Teoría fue destruida. Restaurar el texto en una traducción corregida y ponerlo a disposición de sus destinatarios son, pues, dos razones imperiosas para esta reedición en 2024.

Pero hay otra : Mientras que los sistemas de reciprocidad y libre cambio obedecen a leyes diferentes y específicas, su enfrentamiento puede ser sistémico y, por tanto, perenne en la historia : es lo que han demostrado los coordinadores de este libro al publicar tres artículos sobre el genocidio ruandés [5]. Existe una sorprendente similitud entre la tragedia del Nuevo Mundo y la que estamos presenciando hoy en los mismos términos (economicidio, etnocidio y genocidio) en África. El motivo es el mismo : la instauración de un sistema de librecambio capitalista que permite la producción de las riquezas en beneficio de los más fuertes. Pero si la liberación del sistema capitalista exige que sus víctimas se unan para derrotarlo en su propio dominio y por sus propios medios (“Le détour historique”, “El recodo histórico”), el enfrentamiento conducirá a la aniquilación de la humanidad.

No obstante, se puede concluir por un destello de esperanza : desde el fin de la experiencia colectivista, la revuelta de las víctimas es como una nave sin timón, como si hubiéramos vuelto hasta antes de Marx. Todas las protestas son denuncias del sistema capitalista, pero nunca están acompañadas de una solución de porvenir, a lo más lo son de un retorno al pasado o de callejones sin salida, proponiendo hasta cierta adecuación al sistema capitalista o precapitalista.

Hay que recalcar, por otro lado, que el capitalismo, porque es el único en reinar en adelante sobre la tierra entera, es el gerente de todo lo que el hombre produce, de la técnica y de la ciencia. El enfrentamiento directo conduciría pues a la destrucción de lo adquirido por las ciencias y las técnicas. La tesis del enfrentamiento quedó prácticamente abandonada desde Gorbachov (cf. La “Carta a Gorbachov”).

La vía escogida aquí es salir del capitalismo. Pero esta vía supone construir territorialidades económicas en las cuales el provecho esté excluido y puedan ser transferidas las técnicas y las ciencias. Tal cosa es posible gracias a una nueva revolución de la ciencia. De hoy en adelante, la información escapa al poder, y se encuentra cada día más a disposición de todos. Se crean así redes cuyas reglas internas pueden ser aquellas de la reciprocidad. Como la revolución cuántica provocó un profundo cambio del espíritu científico, que nos autoriza hoy a reconsiderar hasta los fundamentos de la economía política, de igual manera la Revolución de la Información nos autoriza a construir otra sociedad mediante la transferencia de competencias de una territorialidad en la que reina el provecho hacia una territorialidad en la que se desarrollen estructuras de reciprocidad.

Así, la nueva sociedad puede construirse substituyendo sin ruido a aquella de los capitalistas. La contestación, por cierto permanente, puesto que todas las generaciones nacen con el deseo de sobrepasar su confinamiento o condicionamiento, fue, un tiempo, completamente desorientada por el fracaso del colectivismo. Ya no lo es. La vía abierta por la Teoría de la Reciprocidad es como la visión que apareció al pueblo de Israel antes de haber atravesado el Mar Rojo, o como aquella de la tierra virgen “Yvy marane’y” de los Guaraní del Paraguay, cuando escapaban de las regiones devastadas en las cuales los colonos los tenían en esclavitud.

La ciencia ahora es clara en este punto : la energía psíquica es distinta de la de la biología. La vida del Espíritu es la capacidad de la conciencia de liberarse de todo determinismo, incluida la diferenciación biológica. Se caracteriza por una autonomía, la libertad, que algunos todavía consideran sobrenatural porque reservan el adjetivo natural a las fuerzas físicas y biológicas pero que en realidad es intrínsecamente constitutiva de la naturaleza, al igual que la energía física y la energía biológica. La relación entre hombres que establece la sociedad no es una interacción física o una interacción biológica sino cualquier relación que se base en el principio de reciprocidad. La reciprocidad entre humanos permite relativizar la conciencia de uno en relación con la conciencia del otro para generar un valor de referencia ; y cualquier sentimiento que surja de esta matriz común puede ser experimentado como un absoluto universal por cada uno de los socios, sin depender de su imaginación particular : éste es el imperativo categórico o la regla de oro.

En esta primera línea, todos pueden reconocerse por el signo de la reciprocidad generalizada, que todas las comunidades del mundo llaman fraternidad. Y esto debe estar consagrado en las Constituciones.

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Superior


Notas

[1] Hasta el descubrimiento de la física cuántica, la no contradicción era el fundamento del llamado conocimiento racional ; y la ciencia utilizó su lógica para aprehender la realidad, disponer de ella, dominarla, ponerla al servicio de nuestras condiciones de existencia.

La lógica de la no contradicción no implica, sin embargo, que uno de los opuestos sea verdadero y el otro falso, sino que admite que si uno se dice verdadero el otro es falso. Sin embargo, el principio del tercero excluido afecta a cualquier fenómeno que contenga un elemento de contradictorio en sí.

[2] Cf. D. Temple, “Un nouveau postulat pour la philosophie” , Collection « Réciprocité », n°10, Lulu Press, Inc., 2018.

[3] Ver D. Temple, Les deux Paroles , Collection « Réciprocité », n° 3, Lulu Press Inc., 2017 ; o también Lévistraussique, La réciprocité et l’origine du sens , Collection « Réciprocité », n° 6, Lulu Press Inc., 2017.

[4] Dominique Temple, Teoría de la Reciprocidad , 1ª ed. (La Paz, 2003), 2ª ed. Lulu Press Inc., 2024.

[5] Leer también de D. Temple, L’espoir dans la région des Grands Lacs (Rwanda-Burundi), coll. « Réciprocité », n° 21, Lulu Press, Inc., 2019.