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Dominique TEMPLE

8. ¿Sería el dualismo concéntrico una forma de pasaje entre el intercambio generalizado y el intercambio restringido, o la superposición de los dos principios monista y dualista ?

2003


La tríada

Para Lévi-Strauss, la reciprocidad no tiene origen social, es un dato psicológico. Si la noción de reciprocidad es innata ¿por qué se imaginaría que las estructuras ternarias son derivadas de estructuras binarias ? ¿No debe la reciprocidad ser inmediatamente generalizada ? Lévi-Strauss criticará entonces la existencia de verdaderas organizaciones dualistas :

« El principio fundamental de mi libro “Las estructuras elementales del parentesco”, consistía en la distinción entre dos tipos de reciprocidad, a los cuales había dado el nombre de intercambio restringido y de intercambio generalizado, el primero posible solamente entre grupos de razón 2, el segundo compatible entre no importa qué número de grupos. Esta distinción me parece hoy ingenua, ya que es demasiado próxima a las representaciones indígenas. Desde un punto de vista lógico, es más razonable, y más económico a la vez, tratar el intercambio restringido como un caso particular del intercambio generalizado » [1].

Y propone esta hipótesis :

« El dualismo concéntrico es, él mismo, un mediador entre el dualismo diametral y el triadismo, y es por su intermedio que se hace el pasaje de una forma a otra (…) o, para hablar más exactamente, todo esfuerzo por pasar de la tríada asimétrica a la díada simétrica supone el dualismo concéntrico que es diádico como el uno, pero asimétrico como el otro » [2].

Inmediatamente adoptamos la idea de que las organizaciones sociales nunca sean organizaciones dualistas puras y duras. ¿Por qué una sociedad sería tributaria de un solo principio de organización, dualista, si Palabra de unión y Palabra de oposición son lógicamente dadas simultáneamente ?

Sin embargo, si la estructura llamada concéntrica, expresión del principio monista  (lire la définition) y, a menudo si no siempre, asociada a estructuras diametrales, la estructura llamada de dualismo concéntrico que resulta de ello no nos parece significar, sin embargo, un término de pasaje entre la estructura triádica propiamente dicha y el dualismo.

Lévi-Strauss mismo puso en evidencia la coexistencia de la estructura diametral y concéntrica en su estudio « ¿Existen las estructuras dualistas ? » [3]. Describe así el pueblo Bororo en el Brasil :

« En el centro, la casa de los hombres, residencia de solteros, lugar de reunión de los hombres casados y estrictamente prohibido a las mujeres. Alrededor, un vasto terreno circular despejado ; al medio, el lugar de danza adyacente a la casa de los hombres. Es un área de terreno aplanado, libre de vegetación, circunscrita por estacas. A través de la maleza que cubre el resto, pequeños senderos conducen a las chozas familiares del contorno, distribuidas en círculo en el límite con la selva. Esas chozas son habitadas por parejas casadas y sus niños. La oposición entre centro y periferia es pues la de los hombres (propietarios de la casa colectiva) y de las mujeres, propietarias de las chozas familiares del contorno. Estamos en presencia de una estructura concéntrica plenamente conciente para el pensamiento indígena, donde la relación entre el centro y la periferia expresa dos oposiciones, aquella entre masculino y femenino, como se lo acaba de ver, y otra entre sagrado y profano : el conjunto central, formado por la casa de los hombres y el lugar de danza, sirve de teatro a la vida ceremonial, mientras que la periferia está reservada a las actividades domésticas de las mujeres, excluidas por naturaleza de los misterios de la religión » [4].

Lévi-Strauss subraya una primera oposición entre profano y sagrado, y una segunda entre “masculino y femenino”. Lo sacro es, manifiestamente, todo lo que es humano, lo profano se reduce a nada de humano : progresivamente, por los pequeños senderos que van del centro hacia la periferia, se va hacia el bosque, hacia la naturaleza, es decir, hacia la Nada. Esta figura concéntrica no es reductible a una oposición correlativa. El Todo y la Nada es un falso dualismo, ya que todo está en el Todo, y no hay contenido semántico en Nada. Notemos aún que el nombre de hombre, bororo, designa también el centro, la plaza de danza « en la que la unidad de la comunidad se reconstituye ». La Palabra unión pretende decir lo que es lo humano.

Lévi-Strauss prosigue :

« Enre los Bororos, el centro sagrado del pueblo comporta tres partes : la casa de los hombres, de la que una mitad es de los cera y la otra de los tugaré, ya que está cortada por el eje Este Oeste (de lo que dan cuenta los nombres respectivos de las dos puertas opuestas) y el Bororo o lugar de danza, en el flanco este de la casa, en el que la unidad del pueblo se reconstituye. Y bien, esa es, casi palabra por palabra, la descripción del templo balinés, con sus dos patios interiores y su patio exterior que simbolizan : una dicotomía general del universo, los dos primeros, y el tercero la mediación entre esos términos antagonistas » [5].

La casa de los hombres, como su nombre indica, antes de que Lévi-Strauss haya reconocido el principio de casa, es un lugar de reunión de los hombres solteros, que no participan de una relación matrimonial o que se desprenden de ella momentáneamente. La plaza central está aún más marcada por la unidad de la conjunción que la casa misma, ya que los dos elementos reunidos en la casa de los hombres están aquí confundidos. Ese lugar no es solamente homogéneo, un lugar solamente común, también es el de la « contradicción », el lugar de « mediación entre términos antagonistas » e incluso el de la religión. El centro, la plaza de danza, concentra toda la realidad de la que la dualidad, expresión de diferenciación, también puede dar cuenta.

Se puede, sin embargo, argumentar que lo profano no es “nada” frente a lo “religioso”, que sería “todo”, ya que en lo profano hay que poner, de todas maneras, las chozas en las que viven las mujeres con sus hijos ? Pero esta dificultad se disipa en el análisis del segundo dualismo considerado por Lévi-Strauss, el dualismo de lo sexos, masculino y femenino, masculino al centro, femenino en el exterior.

Hemos visto que la Palabra de unión era frecuentemente confiada a un elemento anormal, asocial o marginal (Tuvimos un ejemplo de esta marginalización a nivel sociológico con la relegación de la palabra religiosa o mágica a los chipayas). Hay otra solución, la repartición de las dos Palabras ente hombres y mujeres. Pero no se puede hablar de dualismo. El dualismo supone una correlación. Entre la Palabra de unión y la Palabra de oposición no hay ninguna correlación. Es el artífice del observador (aquí Lévi-Strauss) que sólo puede establecer esta “complementariedad” ; lo que hacía Bohr cuando consideraba los puntos de vista de la homogeneización, luego de la heterogeneización de las experiencias contradictorias destinadas a tomar la medición de acontecimientos cuánticos como “complementarios”.

También hemos encontrado esa repartición de las dos Palabras con las culturas bolivianas tarabuco y jallq’a o, aún, con los hombres de Isluga, que tienen una predilección por la Palabra de oposición mientras que las mujeres eligen preferir la Palabra de unión. En el caso de los Bororos, parece que los hombres tienen la responsabilidad de la Palabra de unión e, inclusive, una responsabilidad exclusiva, ya que son propietarios de la casa colectiva y que las mujeres están excluidas de los misterios de la religión. Las mujeres tienen, a partir de entonces, la responsabilidad de la Palabra de oposición (los Bororos son matrilineales y matrilocales y las mujeres son “propietarias de las chozas familiares del contorno”).

Si hay una vida profana que no es pues “nada” en relación a lo sagrado, es porque está organizada por la Palabra de oposición, mientras que lo sagrado, lo religioso, está organizado por la Palabra de unión. Es verdad que no hemos hecho sino constatar esta asociación de lo religioso y de la Palabra de unión, pero ella se encuentra tan a menudo que la tenemos por regular.

La organización del espacio debe ahora satisfacer a las exigencias de las dos Palabras. Ese lugar es un círculo intermedio entre el centro y la periferia, a media distancia entre la casa de los hombres y de la selva, que ocupa el medio entre el polo del movimiento centrífugo y el polo del movimiento centrípeto, ya que lo sagrado difunde desde el centro hacia la periferia tanto como converge desde la periferia hacia el centro. Las casas, a medio camino entre la naturaleza y lo sagrado, son también el lugar de relaciones matrimoniales de tipo dualista, es decir, de la Palabra de oposición. Es posible, en efecto, disponer las casas sobre el círculo según una simetría dualista simple o compleja, en octógono, por ejemplo.

Lévi-Strauss estima que las diversas anomalías que se observan en la organización del pueblo bororo, en relación a una estructura ideal, se comprenden si se admite que los Bororos piensan simultáneamente su estructura social en perspectiva diametral y en perspectiva concéntrica… es decir, según nuestra interpretación, simultáneamente con la Palabra de oposición y la Palabra de unión. Pero ya no nos parece necesario hacer provenir el dualismo de una relación ternaria por la intermediación de un dualismo concéntrico. « Desde el punto de vista de la lógica, es más razonable y más económico, a la vez, tratar el intercambio restringido como un caso particular del intercambio generalizado », decía Lévi-Strauss para justificar su segunda tesis defendida en Antropología estructural. Ese es un argumento sin réplica, pero puramente lógico. Es verdad que la tesis de las Estructuras elementales del parentesco no permitía explicar la presencia de centros o círculos, etc. en el seno de las organizaciones dualistas. Lévi-Strauss no había descubierto aún ni el principio de casa ni el valor de la conjunción, que hoy permiten resolver esos problemas.

La transformación imaginada por Lévi-Strauss entre el intercambio generalizado y el intercambio restringido por la intermediación del dualismo concéntrico sólo es útil si se quiere, por prurito de economía, retraer a un solo principio lógico todas las cosas observadas. Ese principio es, para Lévi-Strauss, el principio de oposición.

« La eficacia simbólica consistiría precisamente en esta “propiedad inductora” que poseerían, las unas en relación a las otras, estructuras formalmente homólogas, que se pueden edificar con materiales diferentes, en diferentes estadios de lo viviente : procesos orgánicos, psiquismo inconsciente, pensamiento reflexivo » [6].

Sin duda, el principio de oposición de Lévi-Strauss corresponde a una gran ley de la naturaleza, el principio de diferenciación, principio de la vida. Se lo encuentra, en efecto, trabajando en la construcción del genoma de los seres vivientes, en el origen del par de electrones positivo y negativo y, de manera más general, en toda materia y su antimateria. Se puede remarcar la similitud del principio de Lévi-Strauss con el principio de Pauli, que es una suerte de generalización. !Y uno puede remontarse, así, hasta los quarks ! Pero, como las organizaciones dualistas manifiestan numerosas anomalías en relación a lo que debería ser una organización enteramente regida por el principio de oposición, Lévi-Strauss quiso dar cuenta de ello proponiendo una estructura generalizada [7]. Interpretó lo que se desprendía del principio de unión como una fase intermedia entre una reducción a dos términos de una organización con un número indeterminado de términos (circular), pero esta ingeniosa imaginación le impidió pensar la eficacia simultánea de los dos principios.

El cuidado por llevar toda la realidad a un solo principio también apasionaba a Einstein. Y Lévi-Strauss no llamó “intercambio generalizado” e “intercambio restringido”, las dos principales formas de la reciprocidad sin una cierta fascinación comparable a la del gran físico por la relatividad. ¿No dice en otra parte ? :

« La teoría de la reciprocidad no está en cuestión. Ella está hoy, para el pensamiento etnológico, establecida sobre una base tan firme como la teoría de la gravedad lo está para la astronomía. Pero la comparación comporta una lección : en Rivers, la etnología encontró a su Galileo, y Mauss fue su Newton. Deseemos solamente que, en un mundo más insensible que esos espacios infinitos cuyo silencio aterrorizaba a Pascal, las raras organizaciones llamadas dualistas, aún en actividad, puedan alcanzar a su Einstein antes de que para ellas – menos abrigadas que los planetas – suene la hora próxima de la desintegración » [8].

Einstein resistió toda su vida a la idea de Bohr, por mucho que haya sido él el primer audaz en considerar el quantum de Planck como una entidad operatoria. No podía creer que Dios no estuviera dotado de una lógica de la no-contradicción. Como Einstein deseaba la primacía de la relatividad, Lévi-Strauss desea la generalización del principio de oposición, por mucho que haya sido el primero en trastornar su teoría con el principio de casa. Como Einstein, Lévi-Strauss se mantuvo por mucho tiempo fiel a una sola concepción de la realidad. Pero es, tal vez, a Bohr a quien esperan las organizaciones dualistas y, ciertamente, a… Lupasco.

El principio de oposición es cierto como lo es la teoría de la relatividad, pero debe ceder la plaza al principio de unión (al principio de casa). La Palabra de oposición encuentra sus límites donde comienza la Palabra de unión. Y a partir de ahí la vida social parece fundada sobre el principio de lo contradictorio  (lire la définition) , ya que esas dos Palabras son dos expresiones de la misma energía, y solamente lo contradictorio puede estar en el origen de esas dos actualizaciones antagonistas.

La diferencia, entre la realidad de la que se ocupan las ciencias físicas y aquella de la que se ocupan las ciencias humanas, tiene que ver con la importancia de lo contradictorio en relación a sus dos polaridades no- contradictorias. La naturaleza física o biológica, nos lo revela la física moderna, no es ni exclusivamente homogénea ni exclusivamente heterogénea, ya que es, en sus límites, siempre un tanto contradictoria. La energía psíquica, en cuanto a ella, no es ni homogénea ni heterogénea, sino esencialmente contradictoria  (lire la définition) . Esta energía escapa así a toda medida, es decir, que está fuera del tiempo.

El desarrollo de las instituciones, de las organizaciones sociales, corresponde a la actualización sinérgica de dos principios, el religioso y político (monista y dualista). Los imperios del nuevo mundo, como los del viejo, estaban ordenados por oposiciones clasificatorias y también por un simbolismo religioso. Ni la interpretación dualista sola, ni la interpretación monista sola, pueden dar cuenta de las primeras comunidades humanas, ya que es lo contradictorio lo que se revela como principio dominante. Su ser no puede ser conocido si no es considerando sucesivamente su actualización en la Palabra de unión, y su actualización en la Palabra de oposición, luego asociando el resultado de esas dos Palabras. Eso no quiere decir que cada una de esas dos Palabras posea la mitad de la verdad. Cada una significa la totalidad de sentido pero en su propia realidad. Hay dos verdades. De cada una y de su diálogo nacerá aún más sentido. Esas dos verdades engendran una tercera verdad : puspach ayllu musiñani [9].

Lo que es verdad de las dos Palabras de una comunidad, lo es también de la relación de esta comunidad con las otras, incluso con una sociedad que pretendería, como la nuestra, no tener otra preocupación por el otro que la de hacer de él su objeto de estudio.

Conclusión : un primero intento de lenguaje

La reciprocidad primordial, el cara a cara de fuerzas contradictorias, da a luz al ser social.

Pero las cosas pueden invertirse ; ahora es el ser el que tiene la iniciativa, es él quien habla, y la palabra toma como primeros significantes los dinamismos mismos de la naturaleza : Unión y Oposición.

La Palabra tiene dos llaves : una tiene dos lados : la de oposición, la otra tiene un lado : la de unión. 2 + 1 son figuras emblemáticas de la función simbólica en los orígenes.

La función contradictorial  (lire la définition) , que puede ser llamada la eficiencia del ser, reestablece lo contradictorio, siempre por la reciprocidad, en la palabra misma. La función contradictorial (principio de cruce, principio de liminalidad) se manifiesta concretamente por las organizaciones dualistas y las organizaciones que hemos llamado monistas.

Hay que señalar que en esas dos Palabras primordiales, el ser no es individual. Solo el hablante es individual. El ser, en cuanto tal, requiere la contribución del otro : el cara a cara. En una Palabra como en la otra, el que habla le debe al otro, para poder decir, un valor que no le pertenece, que primero pertenece a la reciprocidad, es decir, un valor del que siente que no es ni él ni el otro, sino un plus de ser, el Otro. Entonces ve este Otro en la expresión del rostro del otro. Más aún cuando lo Otro habla por él, es al otro a quien se dirige, a quien debe atravesar mediante su palabra, antes de que ésta pueda tener un sentido para sí mismo. Es cabe el otro que uno recibe su propia palabra. El otro es el revelador del Otro.

La presencia del Otro es todavía más evidente cuando la Palabra de unión lleva el juego. Es por un “Él” que el Otro habla. Muchas comunidades confían ese “Él” a un tercero : el extraño, lo anormal, un ser aparte. Muy a menudo, el chamán encargado de la Palabra de unión es elegido entre los seres excepcionales, ambiguos o frágiles, que no se dejan “calificar” de manera inmediata en términos de oposición : personas asexuadas, bisexuadas o estériles. El Tercero habla entonces por “Él”, que es un tercero en relación a “Yo y Tú”. Un desconocido habla por el Tercero. La estructura ternaria asegura la “individuación del ser”, y el hombre se convierte en el principio singular de lo “universal”.

Hemos querido despejar los principios que en las sociedades primitivas revelan lo primordial, dicen las condiciones de advenimiento de la humanidad y, para comprender cómo las organizaciones sociales, económicas, políticas religiosas, engendran el sentido de la libertad, hemos propuesto una reevaluación de muchas categorías : el principio de reciprocidad, el principio de lo contradictorio, el principio de oposición y el principio de unión y hemos propuesto nuevas categorías, el principio de cruce, el principio de liminalidad, ambas expresiones de la función contradictorial ; también hemos reevaluado el principio dualista y el principio monista, así como la reciprocidad ternaria, en el origen de la dialéctica del don y de la dialéctica de la venganza.

Pero, hoy, la reciprocidad dejó de ser la matriz de los valores humanos ; es en todas partes reemplazada por el intercambio al servicio del poder. Tal vez, el hombre no fue sino un primer ensayo del lenguaje, ya que hoy parece empeñado en negar las matrices del ser y precipitarse hacia la muerte. ¿Soñaba la naturaleza demasiado rápido, demasiado fuerte en devenir humana ?

Pero otro día, a partir de otras formas de lo viviente, tal de los insectos o de los peces luminosos, colibríes, focas, árboles, pólenes, virus de infatigable innovación, o de todos los vivientes a la vez, la palabra renacerá. Se elevará una voz, de golpe, proclamando la resurrección del ser en la tierra.

Los Guaraníes del Paraguay dicen que el colibrí alimentaba la palabra de Ñande Ru del néctar de flores. A cada uno de los últimos hombres le toca encontrar, antes de morir, el asombro del primer día y la belleza que antaño florecía en la palabra del primer nacido.

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Notes

[1] LÉVI-STRAUSS, C. Anthropologie structurale. Paris, Plon, 1958 ; 2da edición 1974, p. 167.

[2] Ibíd., p. 168.

[3] Ibíd., pp. 147-180.

[4] Ibid., p. 156.

[5] Ibíd., p. 163.

[6] Ibíd., p. 223.

[7] « Marcel Mauss, luego Radcliffe-Brown y Malinowski, revolucionaron el pensamiento etnológico sustituyendo esta interpretación histórica (la teoría de Rivers que creía que las organizaciones dualistas como otros tantos productos históricos de la unión entre dos poblaciones diferentes) por otra de naturaleza psico-sociológica, fundada en la noción de reciprocidad. Pero en la medida en la que esos maestros hicieron escuela, los fenómenos de asimetría fueron rechazados al segundo plan, ya que no se integraban bien en la nueva perspectiva. » LÉVI-STRAUSS, C. Anthropologie structurale, op. cit. p. 179.

[8] Ibíd., pp. 179-180.

[9] Cf. Capítulo 7 La coexistencia de las dos Palabras entre los Aymaras.

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